Cosas que (me) curan
Hay cosas que curan. Pequeñas cosas que sanan en esos días en los que el ánimo parece haberse tomado vacaciones. Curan los amigos, las risas, el cariño... Sí, pero hay otras pequeñas cosas que también curan. Éstas son algunas de las mías. ¿Cuáles son las vuestras? ¿Qué os cura cuando estáis de bajón?
Un desayuno en Ca n'Anneta
Café con leche en vaso, pan (el medio panecillo de toda la vida, nada de baguette) con tomate de verdad, sillas y mesas de madera y un ambiente muy especial en el que se mezclan extranjeros de los que no hablan castellano a pesar de que llevan 50 años en la isla y el señor que apenas ha salido del pueblo y que se toma su carajillo de pie en la barra después de dejar el campo y los animales arreglados. Un libro frente a los ojos, que se desvían constantemente al vaivén de personas que entran al bar a buscar el correo en los buzones de madera de hace décadas, los mismos en los que los primeros hippies, aquellos jóvenes norteamericanos de familia bien que no querían ir a Vietnam, recogían cartas y paquetes.
Flores frescas
Si fuera millonaria, tendría la casa llena de flores frescas siempre. Peonías. Fuera la estación que fuera y costara lo que costara traerlas. No lo soy. Me conformo con modestos claveles. Rojos. Rosas. Morados. Verlos frente a la cama al despertarme me alegra el día.
A todo volumen
Si los pensamientos no me dejan vivir silenciarlos es la única manera de no oírlos. Giro la rueda del volumen. Hacia la derecha. Hasta que está tan fuerte que apenas me escucho cantar. Sorda y desgañitada. Felicidad momentánea. El pelo revuelto, las mejillas sonrosadas, los pensamientos en silencio.
Lectura frente al mar
El mar me cura. La playa en soledad. La arena caliente bajo mi espalda. El ronroneo de las olas. Las gotas que salpican. Las barcas abandonadas bajo una sabina hasta el próximo verano. Un libro entre las manos. Unas horas de paz. De calma. Unas horas en las que no hay preocupaciones. Cada ola las hace más pequeñas.
Mi crema de calabaza
Sí, la mía. Es la que más me gusta. Me cura su calor. Me cura su sabor. Me cura sostener la taza caliente entre las manos. Me cura la fuerza que hay que hacer para cortar la calabaza. Me cura pasarme dos horas en la cocina cuidando de ella para que quede perfecta. Me cura el ruido de la cucharada de yogur griego al caer sobre ella.
Calor turquesa
Pocas cosas me dan un calor más agradable que mi mantón turquesa. De lana de Formentera (calentita y que no pica), hecho por una ancianita. Me enamoré de él en pleno septiembre, en un divertido día de trabajo en la isla vecina. Coche alquilado, una de mis fotógrafas favoritas y acelerones para acabar el trabajo cuanto antes y poder recorrer carreteras y playas. Casi me muero del calor al probármelo, pero fue amor a primera vista. Casi siete años después sigue igual de perfecto. Y cada vez que me lo pongo recuerdo aquel divertido día. Calor instantáneo.
Velas
Sueño con una casa con chimenea. Me gusta el fuego. Las velas son un mero sustituto. Siempre, de noche, enciendo varias. Me siento cómoda con su calidez.
Estrenar stilettos
Duelen, sí. Pero la sensación de subirse a unos tacones fabulosos por primera vez, cura el alma. Y la autoestima.
Aroma de Tahití
La esencia de las flores de tiaré y coco resbalando por mi cuerpo. Cierro los ojos. Olor a paraíso. Suavidad de seda.
Un abrazo
¿Hacen falta explicaciones?
Un desayuno en Ca n'Anneta
Café con leche en vaso, pan (el medio panecillo de toda la vida, nada de baguette) con tomate de verdad, sillas y mesas de madera y un ambiente muy especial en el que se mezclan extranjeros de los que no hablan castellano a pesar de que llevan 50 años en la isla y el señor que apenas ha salido del pueblo y que se toma su carajillo de pie en la barra después de dejar el campo y los animales arreglados. Un libro frente a los ojos, que se desvían constantemente al vaivén de personas que entran al bar a buscar el correo en los buzones de madera de hace décadas, los mismos en los que los primeros hippies, aquellos jóvenes norteamericanos de familia bien que no querían ir a Vietnam, recogían cartas y paquetes.
Flores frescas
Si fuera millonaria, tendría la casa llena de flores frescas siempre. Peonías. Fuera la estación que fuera y costara lo que costara traerlas. No lo soy. Me conformo con modestos claveles. Rojos. Rosas. Morados. Verlos frente a la cama al despertarme me alegra el día.
A todo volumen
Si los pensamientos no me dejan vivir silenciarlos es la única manera de no oírlos. Giro la rueda del volumen. Hacia la derecha. Hasta que está tan fuerte que apenas me escucho cantar. Sorda y desgañitada. Felicidad momentánea. El pelo revuelto, las mejillas sonrosadas, los pensamientos en silencio.
Lectura frente al mar
El mar me cura. La playa en soledad. La arena caliente bajo mi espalda. El ronroneo de las olas. Las gotas que salpican. Las barcas abandonadas bajo una sabina hasta el próximo verano. Un libro entre las manos. Unas horas de paz. De calma. Unas horas en las que no hay preocupaciones. Cada ola las hace más pequeñas.
Mi crema de calabaza
Sí, la mía. Es la que más me gusta. Me cura su calor. Me cura su sabor. Me cura sostener la taza caliente entre las manos. Me cura la fuerza que hay que hacer para cortar la calabaza. Me cura pasarme dos horas en la cocina cuidando de ella para que quede perfecta. Me cura el ruido de la cucharada de yogur griego al caer sobre ella.
Calor turquesa
Pocas cosas me dan un calor más agradable que mi mantón turquesa. De lana de Formentera (calentita y que no pica), hecho por una ancianita. Me enamoré de él en pleno septiembre, en un divertido día de trabajo en la isla vecina. Coche alquilado, una de mis fotógrafas favoritas y acelerones para acabar el trabajo cuanto antes y poder recorrer carreteras y playas. Casi me muero del calor al probármelo, pero fue amor a primera vista. Casi siete años después sigue igual de perfecto. Y cada vez que me lo pongo recuerdo aquel divertido día. Calor instantáneo.
Velas
Sueño con una casa con chimenea. Me gusta el fuego. Las velas son un mero sustituto. Siempre, de noche, enciendo varias. Me siento cómoda con su calidez.
Estrenar stilettos
Duelen, sí. Pero la sensación de subirse a unos tacones fabulosos por primera vez, cura el alma. Y la autoestima.
Aroma de Tahití
La esencia de las flores de tiaré y coco resbalando por mi cuerpo. Cierro los ojos. Olor a paraíso. Suavidad de seda.
Un abrazo
¿Hacen falta explicaciones?
Una canción de Barbra Streissand, cualquiera, lo que cura es su voz y si puede ser escucharla en una habitación a oscuras, es lo más parecido a un abrazo de verdad. La soledad y el silencio de una habitación de hotel. Un viaje en tren, a cualquier parte. Un masaje. Mirar las fotos de cuando era pequeña y decir: no voy a hacerte daño.
ResponderEliminarBesines
Norah, es verdad que la voz de Barbra es como un abrazo, aunque a mí siempre me trae tristeza. La soledad de las habitaciones de hotel antes me gustaba, pero desde hace un tiempo me asusta. Muy bonito eso de las fotos de cuando eras pequeña, aunque lo de no hacerles daño a las niñas que fuimos cada vez es más complicado, ¿no?
EliminarUn besote
A parte de los amigos, cervezas, y risas, que como dices nos curan a todos, a mi también me cura estar cerca del mar como a ti. O al menos, me tranquiliza y calma el dolor.
ResponderEliminarDespués, en esos días en que parece que todo se viene encima, tiro de videojuego cosa fina, si puede ser en compañía muchísimo mejor. Me ocupan la mente y hacen que el tiempo pase un poco más rápido. Pocas veces falla. Hay más cosas que no suelen fallar: comer uno de mis platos favoritos, los chistes malos o algún monólogo decente, darme un baño (ducha no sirve, parece que la espuma limpia más que el cuerpo a veces) y escribir a veces, como terapia, si la cosa pinta realmente mal.
Me ha encantado lo de las velas, por cierto. En casa siempre tenemos una aromática encendida. Cuando falta, parece que nos falta algo.
¡Besines!
Rober, a los que amamos el mar, el mar nos cura. A mí los videojuegos me ponen de los nervios, excepto algunos de la wii. Comparto lo del baño. Los días en los que peor estoy me meto en la bañera con mucha espuma de vainilla y una copa de vino a mano y me quedo hasta que me arrugo. Es verdad que nunca falla. Escribir también, aunque a veces me da miedo volver a leer lo que escribo en esos momentos.
EliminarUn besín
Me ha encantado tu entrada. Y compartimos algunas cosas que nos curan, como ese estar en una cafetería donde tomar un buen café con su pan, pan, con su aceite y tomatito. Y estar ahí a solas, con tu libro, y como bien dices, entre lecturas y vistas a la gente que te rodea...
ResponderEliminarY sobre todo esa playa, que tanto nos relaja, que tan bien nos acoge, ya sea para leer, o para perder la vista en ese mar, para andar por su orilla, para olerla... En la playa se curan tantas cosas...
Besotes!!!
Margari, es verdad que las playas curan muchas cosas y observar a los demás desde un lugar tranquilo, también. Mientras imaginas la vida de esas personas no piensas en la tuya. Veo que entiendes perfectamente eso del buen pan con tomate...
EliminarBesos
Bueno... me encanta cómo lo describes. Hasta las cosas que a mí no me curarían me gusta cómo las cuentas. Pero no, jamás me curarían ya unos tacones... debe ser la edad, ays... Y la comodidad.
ResponderEliminarPero la playa sí, me curaría. Lástima que a los de Madrid nos quede lejos. Tumbarme en la cama con un libro y pensar que estoy en la playa, modo pobre de sustituirlo, pero es lo que hay.
Besos
Eva, lo de los tacones es más algo psicológico que físico. Cuando me pongo unos, aunque lo pase fatal, me siento mejor, más guapa, más atractiva, más sexy... Y eso, para mí, aunque parezca frívolo, es muy muy necesario. A mí hay cosas que me curarían de Madrid: una tosta en el Cervantes, una caña en una terraza de Chueca, perderme en el Thyssen... Hay que conformarse con lo que tenemos.
EliminarUn besote
Lo bueno es conocer esas cosas que curan y agarrarte a ellas cuando las necesitas. Así, nunca perderás el norte y siempre podrás ser tu propia medicina.
ResponderEliminarPreciosa entreda, Dorothy.
Mil besos (curativos, espero)
Lidia, mi problema, me temo, es precisamente que soy incapaz de perder el norte. Siempre lo tengo presente y, de vez en cuando, me gustaría poder perder el control.
EliminarMuchas gracias.
y mil besos también para ti
Cuántas cosas tenemos en común, salvo los tacones, porque no me acostumbro y porque tengo un problemilla con mis dedos gordos, jejej.
ResponderEliminarEso es lo bueno, que pequeños detalles sean suficientes para alegarrte el día, y a veces los recibes cuando menos te lo esperas...Quien sab, cuando menos lo esperamos, alguien o algo nos sorprende gratamente. Un besote y buen finde. Un beso!!
Meg, por suerte, ahora hay zapatos y botas planas monísimas. Esos pequeños detalles quizás no sirven para curar de verdad, pero, al menos, durante ese tiempo no piensas en lo que no debes pensar.
EliminarUn besazo
Y buen fin de semana
Bea, el aroma a Tahití, en realidad es un aceite de monoi que me pongo cuando me ducho por las noches. Me gusta dormirme con ese olor y, además, deja la piel muy suave. Con dos veces a la semana piel de seda toda la vida. ¡Vente! ¡Escápate un finde! Y te llevo a Ca n'Anneta y te preparo crema de calabaza y nos bañamos en la playa antes de que llegue nadie. Las peonías son tan bonitas... El pasado mes de junio me regalaron un ramo de peonías blancas y aún no sé quién fue. ¡Mecachis!
ResponderEliminarLas tardes de compras si encuentro algo bonito, los masajes y la ópera también me curan. No lo puse, pero lo que más me cura, en realidad, es viajar. Cojo un avión a un lugar exótico y me olvido de todo. Eso sí, todo está esperándome en el aeropuerto a la vuelta.
Un besazo, Bea
Y feliz fin de semana
Tarta de chocolate, leer en el parque o la playa, el olor a libro nuevo, el lado frío de la almohada... Estas cosas y algunas de las que tú sugieres, como las peonías, el café en el lugar preferido o los abrazos son las cosas que (me) curan... Preciosa entrada, 1beso!
ResponderEliminarTizire, el chocolate cura mucho, ¡pero lo tengo prohibido! y el lado frío de la almohada hace un tiempo que me da miedo, por lo que significa.
EliminarMuchas gracias.
Un besazo
Me ha encantado este post! Me das envidia con lo de leer junto al mar, pero yo te daré envidia diciéndote que tengo chimenea y si, es fantástico ahora en invierno :P
ResponderEliminarBesos!
Azalea, ¿tienes chimenea? ¡Eres una chica con suerte! No sabes cómo te envidio, sobre todo esta semana que se me ha estropeado la calefacción y no saben cuándo me la arreglarán...
EliminarEnvidieja por envidieja. ¡Me encanta!
Besines
Que bonita esta entrada! Estos remedios tuyos tienen pinta de ser infalibles.
ResponderEliminarMe has hecho pensar porque me he dado cuenta de golpe que hace mucho, muchísimo que no estoy de bajón y no lo había apreciado sino hubiera sido por tu pregunta...
Sin duda si me ocurriera llamaría a mis ahijadas o a mis sobrinos ellos tienen un poder mágico y las risas están garantizadas, quizás sea por eso, porque estoy como quien dice rodeada de ellos en mi vida cotidiana y sus influjos me protege...
Espero y... deseo que tus remedios hagan efecto inmediato y la chispita de la alegría salte.
Besos :)
Nieves, sólo son infalibles cuando la pena no es muy profunda. Me alegro muchísimo de que ya ni te acuerdes de lo que es un bajón. No es mi caso y me alegro de que tengas gente que cura cerca tuyo. Siempre hay chispitas de alegría y, en realidad, no tengo grandes penas: tengo un trabajo que me apasiona, no tengo problemas económicos o familiares graves, tengo amigos que me quieren y a los que quiero... Pero soy de natural melancólico y el invierno a veces puede conmigo.
EliminarUn besazo
Yo también tuve mi etapa melancólica, iba a todos sitios como alma en pena.... no disfrutaba del mundo al 100% pero aquella etapa se esfumó, como dices no tenía porqué estar triste pero era mi estado de ánimo habitual, un poco Gótica diría yo...
EliminarUn besote grande :)
Nieves, no es que esté melancólica, es que echo de menos que alguien. Ya se pasará.
EliminarUn besazo
Poner música de Cohen o Lucinda.
ResponderEliminarChatear con alguien lejano geograficamente.
Hacer unas risas.
Preparar con todo detalle un plan mágico (aunque luego no lo realice).
Viajar; conocer nuevas ciudades (ya van mas de 150) o revisitar las que me cautivaron.
Ps: Nunca se es "asquerosamente" rico si el dinero se sabe gastar bien. Yo viviría un poco mas de la mitad del año en viajes. La otra parte del tiempo, por periodos de unos siete/diez días, los pasaría en casa para rodearme de mi cotidianedad.
Guille, chatear con alguien lejano cura, pero si esa persona es de verdad importante para ti esas conversaciones siempre saben a poco. Ya le he dicho a Bea, un poco más arriba, que viajar es de lo que más me cura, es un fantástico anestésico. Si tuviera mucho dinero, me dedicaría a viajar por el mundo, a pasar temporadas en lugares pequeñitos y perdidos y luego escribir sobre ellos. ¿Sabes cuánta envidia me dan esas 150 ciudades? Algún día me contarás a qué te dedicas para poder viajar tanto.
EliminarCosas que curan: un té bien caliente bajo la manta del sofá, un baño de sol y no digo tostarse, si no la sensación de calor esa de estar muy a gusto (no en verano rodeada hasta los topes y en bikini, ese no), las flores las comparto, ojalá pudiese tener siempre un ramito próximo (pequeño, no necesito más), el mar, unas risas con alguien a quien aprecias, los abrazos (casi más que los besos) y ese refugio en el libro.
ResponderEliminarMaravillosa entrada.
Besos
Marilú, es que los abrazos sanan más que los besos. Está incluso demostrado científicamente. Que alguien te abrace con fuerza hace que te baje la tensión y te regula el pulso. Un buen abrazo es medicina pura.
EliminarBesines
Y gracias
A mí hay varias cosas que me curan pero principalmente hay una fundamental. Mi pareja es informático pero siempre le digo que debió hacerse masajista. No sé qué tiene en la yema de los dedos pero cuando me siento hecha un despojo moral, físico, psíquico... Sus masajes en el cuello hacen milagros. El "jodio" se hace de rogar. Besitos.
ResponderEliminarMarisa, qué suerte tener un buen masajista en casa. Y sí, todos, cuando hacemos algo bien nos hacemos de rogar porque nos gusta saber que la persona que nos pide algo de verdad lo quiere.
EliminarUn besote
A mí también me curan muchas de las cosas que te curan a ti: Las velas, determinado tipo de música a todo volumen, el mar en solitario, la lectura (en casi cualquier sitio) y yo añadiría: los momentos de complicidad con mi hijo, mi chimenea, un paseo por el barrio gótico a primera hora de la noche, una de mis pelis favoritas (léase por ejemplo breakfast at Tiffany's, la peli que más tranquilidad me ha dado nunca), viajar en un tren nocturno, escribir, conducir la moto por la noche por carreteras desiertas... uf, muchas cosas. No sé si es bueno o malo porque creo que quien tiene muchas cosas que le curan, probablemente es porque lo necesita, aunque benditas sean tus cosas o las mías.
ResponderEliminarUn beso.
M., mis últimos paseos por el gòtic al anochecer son un recuerdo que aún me duele un poquito, pero entiendo que te curen. Yo opto por 'El guateque' o 'Amanece que no es poco' cuando necesito que el cine me cure y hace siglos que no me monto en una moto, así que no sé qué sentiría. Es bueno tener cosas que te curan, mucha gente las necesita y no sabe que las tiene.
EliminarUn beso
El mar no, no forma parte de mi paisaje, cuando me acerco a él, me cuesta hacerme, a su humedad pegajosa, a su constante y repetitivo ruido, a su incesante movimiento, quizá si pasase mas tiempo...pero la montaña si, me calma, el silencio, escucar tu propia respiración, iniciar el sendero, paso tras paso, y cuando en tu cabeza escuchas "No puedo más", hacerla callar y seguir, hasta el final. Regresar agotada pero satisfecha porque si he podido.
ResponderEliminarLas velas tampoco, me inquietan ciertas combinaciones: velas/niños, velas/corrientes de aire, velas/siesta. Pero llevarme la infusión al sofá, y que la vainilla, o los frutos rojos invadan a la vez el salón y el cielo de mi boca.
Pellizcos de pan caliente.
También a partir de ahora, porque recordaré tus momentos, mi versión de la crema de calabaza, especiada con comino y jenjibre.
Extender crema de azahar por los pies.
Algunas cosas compartidas, otras diferentes, pero hay un punto común: se trata de dejar que el mundo sigua girando a su velocidad de vértigo y tu (o yo) por un momento, tomar distancia y observarlo lento.
Reve, la montaña, un campo de trigo, un río... Todos tenemos paisajes cerca que nos curan. ¡Bienvenida al club de la crema de calabaza! Como bien dices supongo que, en realidad, se trata de eso, de bajarse por un momento del mundo, dejar que siga girando loco mientras nos paramos a mirar.
EliminarMe ha encantado conocerte más.
Un abrazo
A mi me sienta bien comprar zapatos, así me va que tengo cientos de pares y uso todos... más o menos. Y me gusta dibujar, sentarme con una libreta, hoja, servilleta de un bar, lo mismo me da... y dibujar lo que veo y normalmente no tengo delante, sobre todo ojos, miradas enormes que me ayudan a centrar la mía.
ResponderEliminarY un vaso de coca cola fría, aunque sea invierno y me haga temblar.
Todo eso me ayuda
Besos
Mientrasleo, yo no sé cómo colocar ya los zapatos en los armario. ¿Sabes dibujar? No sabes cómo te admiro... Comparto la coca cola. Con mucho hielo y mucho limón.
EliminarBesines
Yo tengo hormas colocadas verticalmente, y unas sobre otras incluso. Un trabajo de ingeniería.
EliminarSe dibujar... bueno, dibujo desde siempre y ni bien ni mal, a mi me vale :)
Besos
Ay, madre, lo que daría por probar tu crema de calabaza, tiene una pinta tremenda! Y eso que aquí cuando llega el otoño la comida con calabaza es el plato dominante en todas las cartas.
ResponderEliminarLas cosas que me curan cuando estoy de bajón? Es extraño, cuando estoy de bajón, casi nunca busco la compañía de los demás... puedo decir que la soledad me cura, aunque me vengan 4000 psicólogos a decirme lo contrario. Otras cosas:
-La música alta (como a ti) y bailar sola en casa, sin miedo al rídiculo.
-(esta la he descubierto hace poco): Pasear al perro de mis padres, por la tarde, en un bosquecito que hay cerca de casa, !qué ejercicio más sano para la desconexión!
-leer poesía (no lo hago muy a menudo, pero encontrar el poema adecuado te puede salvar de muchas penas :-))
-un croissant de chocolate (uno que hacen en mi misma calle que está de muerte, con un gusto de avellanas que te sube a los cielos :-))
-ver un capítulo de Downton Abbey (últimamente), lástima que ya he acabado la última temporada que hay, ahora toca esperar.
Y muchas otras...
Molts petons, espero que estiguis bé!
Ah, y se me olvidaba! A mí el mar también me cura! (lástima que ahora lo tengo tan lejos...)
EliminarDona, la compañía ayuda un momento, pero yo también necsito pensar en soledad. Y sí, bailar a lo loco en casa sin que te vean te deja nueva y pasear a un perro que quieres te carga de energía y ternura.
EliminarPetonasos
Estic bé, cuca, és només que darrerament dono massa voltes a coses que, en realitat, ja hauria de tenir ben clares. Res greu.
¡Buena medicina!, sin copago, sin receta, sin vista previa al médico de cabecera, ya la conoces de antes, para que luego digan que no te automediques...
ResponderEliminarRubén, ¡Bendita automedicación! Qué bien lo has dicho...
EliminarTe ha faltado decir: "y confesarme en el blog...". No, sin bromas, es todo un ejercicio de autoanálisis el que acabas de hacer. Me parece magnífico. Si yo tuviera tan claro qué cosas me curan, tambien lo haría, y en algunas de las que te curan a tí, encuentro ideas que me pueden ser útiles. Por supuesto, ni los tacones ni la música a tope: prefiero unas porqueras menorquinas y un jazz suave (eso sí, con el "woofer" a tope, que el contrabajo haga retumbar las paredes mientras el saxo va desgranando notas suaaaves). Por lo demás, me apunto el resto, de los que creo que sólo he probado el pan con tomate, pero así, como tú lo cuentas, media de abajo con oli i tomaca.
ResponderEliminarBesos
Sorokin, es que entre confesarme en el blog y en la iglesia, prefiero lo primero. ¿Tanto se ha notado? Entiendo lo del woofer, yo también tengo los bajos muy altos en la cadena porque me gusta sentirlos en el estómago, que es donde se sienten los bajos. ¡No hay nada como un pan con tomate bien hecho para empezar el día!
EliminarBesos
Y espero que encuentres tus cosas
Dorothy, me ha gustado mucho esta entrada. En mi caso, en los días en los que el ánimo ha decidido salir por la puerta, me apetece quedarme en casa leyendo, o salir a buscar otros libros, darle mimos a mi pequeño labrador, cocinar, ver a mi familia disfrutar de lo cocinado... todo eso consigue que el ánimo se arrepienta de haberse marchado y vuelva de nuevo a mí. ¡Muchos besos!
ResponderEliminarJesús, a mí antes los libros también me curaban, pero últimamente no me sirven porque si no estoy bien no me puedo concentrar. Comparto lo del perro y la cocina. ¡Lo que ayudan los animalicos!
EliminarBesos
Una de las cosas que más me curan es salir a tomar aire, al campo, lejos de todo. Y mirar el horizonte y que dos sentimientos contradictorios se acoplen dentro de mí: notar mi pequeñez frente al universo y el amplio horizonte de posibilidades que aún tengo.
ResponderEliminarPd- Me gustan mucho algunas de tus "pomadas", como por ejemplo la lectura frente al mar y las flores.
Eva, pues a mí dos sentimientos contradictorios peleándose me sientan fatal, pero lo de la pequeñez sí, lo comparto. Espero que tus 'pomadas' te ayuden de veras cuando lo necesites.
EliminarUn abrazo
Lo que a mi me cura es la música (es escuchar las primeras notas de Losing my religion, por ejemplo, y me cambia la cara), dar paseos por la orilla de la playa o en un parque precioso que tenemos por aquí, hacer cosas que normalmente no puedo hacer como ir al cine y, sobre todo, mi hijo, cuando él está cerca es imposible no sentirse llena.
ResponderEliminarBesos
Lu, esa canción a mí también me anima, pero los parques no me gustan, hay gente y mucha de ella parece muy triste, no me anima nada. Felicidades por ese hijo que te alegra los días.
EliminarUn besazo
Una de las canciones que más me gusta escuchar y saborear su magnífica letra porque me eleva el ánimo que da gusto..."Color esperanza" de Diego Torres.
EliminarY un buedn abrazote!!!
Qué lujazo esa lectura frente al mar. No todos podemos hacerlo, ni aun teniendo el mar al ladito.
ResponderEliminarAsí que disfrútalo.
Y son esas cosas cotidianas que no les damos valor pero que te hacen la vida mejor. EN mi caso es el desayuno en un bar tranquilo con un café con leche y un buen libro.
Menos glamouroso pero igualmente apetecible
Besos
Sese, es un lujazo, sí. Y aunque no tan bonita como la de la foto, la tengo delante de casa. El café tranquilo con un libro es una excelente manera de empezar, continuar o acabar el día.
EliminarBesines
Que entrada más original!!
ResponderEliminarA mi la música a todo volumen también me cura, hay ciertas canciones que me quitan el mal rollo del cuerpo al instante :)
Yo la playa la tengo a media hora en coche así que tampoco la puedo aprovechar tanto :( En verano si que me gustaba ir a leer un libro mientras tomo el sol (si no leo es imposible que me esté quieta tomando el sol xD) pero ahora en invierno me da más pereza...
Velas <3 Me encantan! Tengo muchísimas velas en mi habitación! Me he comprado unas perfumadas con olor a galleta que huelen genial ya sin encenderlas *.* A ver cuando acabo de preparar la maldita habitación y las enciendo ^^
TACONAZOS! Me encantan! Duelen un montón pero hacen unas piernas de infarto ^^ Mira, te enseño los que te dije que me regalaron por mi cumple https://twitter.com/i/#!/coposdepapel/media/slideshow?url=pic.twitter.com%2FerNDQQc8
Aparte de esas cosas me cura mi perrita Cora. Es sin duda mi mayor antídoto.
Un beso
Mel, gracias
EliminarA mí me pasa al revés, cuando me da pereza la playa es el verano. En invierno, me encanta. Y sí, mi perro Nixon también es una gran cura. Apoya su cabezota en mis rodillas y no necesito nada más. El mundo va bien mientras lo tenga ahí, dándome toques con el morro para pedirme que le acaricie. ¡Benditos animales!
Un besazo
PS: no puedo ver los tacones :(
mmm menudos placeres, creo que me apunto a todos, y que sepas que me he enamorado de tu mantón turquesa, es precioso, yo tengo un montón, cada vez que veo uno no puedo evitar traérmelo a casa. Bsos
ResponderEliminarCarol, puedes conmpartirlos todos, faltaría más. Me alegro de que te guste el mantón, yo le tengo mucho cariño. Pañuelos, foulards, bufandas... Me chiflan. Ya no sé dónde meterlos.
EliminarUn besazo
Casi siempre las cosas que me curan son las más simples, a veces también las inesperadas!!!!
ResponderEliminar♥♥♥
Sonia, las cosas inesperadas, si vienen de las personas adecuadas, son la mejor medicina.
EliminarUn besote
También me cura la música, bailar a lo loco (sin que nadie me vea), y esa crema de calabaza tiene una pinta estupenda, no sabía que también se mezclaba con yogur, me han dado unas ganas de comerme la foto...
ResponderEliminarBesitos!
Caminante, bailar a lo loco con la escoba como micrófono es muy saludable. Yo hago así lo de la crema porque hay gente muy cercana con alergia a los derivados lácteos, así que la hago sin nata ni queso ni nada y cada cual, en la mesa le pone lo que quiere. Yo la prefiero con una cucharada de yogur griego, porque me gusta la acidez. Me alegro de que se te haya abierto el apetito.
EliminarBesines
Añadiré a las velas, el mar, la lectura, un buen trozo de mi bizcocho de chocolate y Petit Fleur de Sidney Bechet bien alto que me hace llorar sin parar ¡pero que descansada me quedo! y los abrazos, esos que hacen crujir las costillas ¡cuánto se agradecen!
ResponderEliminarBesitos
Ely, yo es que soy poco de dulce, con la puntita de ese pastel, tendría suficiente para curarme un poquito. Sidney Bechet es una gran opción. Los abrazos curan de verdad. Demostrado científicamente.
EliminarUn besazo
Coincidimos en dos, podía ser peor... los abrazos, por supuesto, las flores secas. Y el chocolate y mi perrillo, y observar a mis pájaros y peces y charlar con los amigos, y una buena ruta de senderismo y ...
ResponderEliminarBesos,
Carmen, no tenemos que compartirlo todo. A mí Nixon también me cura, oírle roncar con su cabeza apoyada en mi cadera mientras estoy recostada leyendo en el sofá, así siempre estoy bien. Hay muchas cosas que nos curan, sólo tenemos que saber encontrarlas.
EliminarUn beso
Me gust casi todo lo que pones. El mar por supuesto, y ¿has proado a tumbarte en esa playa por ejemplo o en cualquier otro sitio y mirar, pero mirar al cielo?
ResponderEliminarMe quedo también con las velas, y me da risa lo de los tacones, es verdad, yo los uso poco, pero a veces he tenido esa sensación de cómo sube la autoestima cuando te aupas a unos taconazos, y vas andando con el clickeo. Me viene a l mente Fiebre del sábado noche, cuando Tony Manero, se ponía su chupa, sus botas, y decía algo así, ala, me voy a fardar un poco, y se ponía andar con sus andares graciosos o chulescos, según se mire, jajaja. Bien por tus tacones, jeje.
Icíar, lo he probado, pero sólo me gusta los días en que hay nubes, además, acabo cerrando los ojos. Sé que lo de los tacones da risa, pero es tan verdad... Este fin de semana no me he bajado de ellos. ¡Vamos a fundar un club de Antonias Manero!
Eliminarun abrazo