Gladys Varela no se imagina lo que se va a encontrar al llegar, después de pasar todos los controles de seguridad de la urbanización La Maravillosa, a la casa de los Chazarreta. Su jefe, degollado, en un sillón verde junto a una botella de whisky. Así empieza 'Betibú', la novela negra de Claudia Piñeiro que compré un poco a ciegas y animada por dos detalles: el título (soy fan de Betty Boop) y porque dos de los protagonistas son periodistas. A pesar de no tener referencia alguna sobre el libro no me equivoqué. Lo único malo de esta novela ha sido no tener largos ratos para poder devorarla. Hacía tiempo que un
thriller no me tenía enganchada dándole vueltas al asesino, las pistas, las razones del crimen... Creo que la última vez que me pasó algo así fue con
'Invitación a un asesinato', de Carmen Posadas. 'Betibú' (que toma el nombre porque la protagonista, la escritora Nurit Iscar, a pesar de su madurez, se parece al dibujo) nos planta el asesinato en las primeras páginas de la novela dejando claro, además, que hay algo raro, ya que la mujer de Chazarreta murió exactamente de la misma manera hace unos años. El crimen pone en alerta a los tres protagonistas: Nurit Iscar, escritora de novela negra condenada voluntariamente a hacer de negra para otros escritores después de las malas críticas que tuvo su última novela, en la que se pasó al género rosa; Jaime Brena, un experimentado periodista de sucesos que, a pesar de estar relegado a la sección de sociedad, no puede resistirse a un caso así, y un jovenzuelo, el supuesto relevo de Brena en El Tribuno, cuyas únicas fuentes son Twitter, Facebook y Google. Los tres acabarán trabajando juntos (los periodistas investigando para el diario y la escritora infiltrándose en La Maravillosa para escribir crónicas del impacto del asesinato en esa comunidad) para descubrir qué hay detrás del asesinato de Chazarreta, que, según averiguarán, no es un crimen aislado.
Como no podía ser de otra manera, a mí lo que más me ha gustado del libro es todo lo relacionado con Brena y "el pibe de policiales", la relación que se establece entre ellos y cómo se enseñan mutuamente, el joven aprende que el verdadero y buen periodismo se hace en la calle, con la gente, fijándose en todos los detalles y con buenas fuentes y el mayor acaba siendo consciente de lo útiles que pueden ser las nuevas tecnologías. La evolución de los personajes, cómo tu manera de verlos va cambiando así como avanza la trama, es también muy interesante. Me encantan las historias, sean libros o películas, en las que, poco a poco, vas admirando a las personas que al principio se presentaban como insignificantes y considerando panolis a las que en los primeros momentos se presentaban como íntegras y honestas. Otro punto positivo de esta novela son las pequeñas dosis de humor que salpican la historia, desengransándola y provocando una sonrisa, esas cosas de la vida cotidiana que ni siquiera un asesinato (o varios) es capaz de detener. Pero si hay un aspecto al que, desde que leí la novela, no he dejado de dar vueltas es la falsa sensación de seguridad en la que vivimos. Necesitamos sentirnos seguros y para eso contamos con alarmas, puertas blindadas, rejas, perros... Inventamos mil reglas para que no ocurra nada malo y no conseguimos nada, como en La Maravillosa. La seguridad es tan estricta que evita que los amigos, la asistenta y el pizzero lleguen a tu casa, pero no impide que un asesino se cuele y cometa un crimen. Hace unos días que he acabado el libro y no he podido quitarme esa inquietante idea de la cabeza.
"En los días siguientes quedó claro que la muerte de Chazarreta, tal como Nurit les escuchó decir por primera vez a dos vecinos de La Maravillosa frente a la góndola de productos frescos, no había sido un suicidio. El resultado de la autopsia estableció -con palabras más técnicas- lo mismo que el comisario Venturini le había adelantado a Jaime Brena escrito de su puño y letra: Sección del músculo esternocleidomastoideo, sección de la arteria carótida primitiva a unos dos centímetros de su bifurcación, sección de la vena yugular y sección completa de la laringe a nivel de membrana cricotiroidea, con apertura de vestíbulo laríngeo, quedando el asta inferior de tiroides también seccionada. No había cortes de defensa en las manos pero sí un pequeño tajo en el mentón, de poca profundidad, seguramente producto de la reacción instintiva de Chazarreta de bajar la cabeza al sentir que un cuchillo intentaba degollarlo. Y, en efecto, había un alto grado de alcohol en sangre. también indicaba, y esto era lo importante, que el corte había sido levemente hacia arriba y que la mano que empuñaba el cuchillo cuando fue descubierto el cadáver estaba limpia de sangre. Te lo dije, señala Jaime Brena cuando el pible de Policiales se lo confirma."
Título: 'Betibú'
Autora: Claudia Piñeiro
Editorial: Círculo de Lectores
Páginas: 319
Precio: 13,95€