No soy muy de premios ni de estas cosas, pero LolaSh, de
Las Lolas Glam me ha dado este con tanta ilusión, que me parecía hacer un feo no cumplir, en parte, con el ritual. Confieso y respondo, pero no continuaré la cadena, así que si alguien quiere que le conozcamos un poco mejor, sólo tiene que responder a las mismas preguntas que yo. ¡Muchas gracias Lola! De verdad.
Once confesiones
-Recuerdo siempre lo que sueño, hasta los
detalles más pequeños. Un exnovio decía que yo no soñaba, tenía
superproducciones.
-Nunca sin mi perfume ni mi brillo de labios.
-Soy feliz en un avión, con la ilusión de nu
nuevo viaje.
-Soy enamoradiza pero me cuesta muchísimo
enamorarme.
-Me da miedo el orden obsesivo.
-Me gustaría cantar, pero tengo pánico escénico.
Hice una obra de teatro sólo para demostrarme a mí misma que podía subirme a un
escenario.
-Me gusta jugar con las palabras, las conversaciones
con doble sentido, una discusión entre risas.
-Si me acarician la mejilla, me tiemblan las
piernas.
-Madrugo y trasnocho. Duermo poco.
-Cocino descalza.
-Siempre, siempre, siempre, miro a los ojos.
ONCE PREGUNTAS
-¿Con qué actividad te ganarías la vida si
pudieras?
-Me apasiona mi trabajo, pero, si pudiera, me
gustaría dedicarme a viajar por todo el mundo y vender, después, reportajes y
entrevistas.
-¿Tienes algún objetivo que alcanzar con tu
blog?
-Simplemente escribir lo que quiero, cuando
quiero y sobre lo que quiero. Me gusta escribir, pero me dedico precisamente a
eso, así que esto es como una desintoxicación, una manera de no tener la
sensación de que únicamente escribo por trabajo.
-¿En qué lugar te gustaría vivir?
-Me gusta vivir aquí. Siempre tuve claro que
quería volver a la isla. Me gusta bajar a la playa por las mañanas, poder comer
en casa la mayoría de los días, tener a mi familia a cinco minutos. Si me pongo
a soñar te diría que no me desagradaría vivir en Londres, por ejemplo, o en algún
lugar exótico de Asia, África o Polinesia.
-¿Qué es para ti buena literatura?
-Buena literatura es la que te conmueve, la
que está bien escrita, la que tiene historias de las que no puedes separarte,
la que te hace pensar, aquella en la que, independientemente de si es bonita o
dura, puedes apreciar belleza y verdad
en las palabras y los espacios en blanco.
-Ahora mismo ¿escogerías un libro de Marian
Keyes o de García Márquez?
-Siempre, siempre, siempre, mi adorado Gabo. He
leído a Marian Keyes, pero creo que no se pueden poner uno al lado de la otra.
-¿Hasta qué punto te influye la portada de un
libro para leerlo?
-No influye si tengo claro que quiero o que no
quiero leer un libro. Influye si no conozco el libro ni tengo referencias de él
y no me influye tanto para comprarlo sino más bien para descartarlo.
-¿Acortas palabras y cometes faltas de
ortografía en sms, wathsapps, twits o similares?
-Jamás, creo que es el principio del fin. Se empieza acortando y con faltas y
se acaba escribiendo mal. El lenguaje es mi herramienta de trabajo y le guardo
un respeto absoluto. Últimamente, además, hasta pongo los acentos en sms y
whatsapp.
- ¿Cuánto tiempo puedes estar sin conectarte a
Internet sin ponerte nerviosillo o sin pensar en ello?
-Me conecto todos los días excepto cuando
viajo durante las vacaciones. En esos momentos tengo tantas ganas de ver cosas
y aprender que ni me acuerdo de que había algo llamado Internet. Eso sí, cuando
vuelvo, me paso dos días pegada al ordenador para ponerme al día.
-¿Qué década del siglo XX es para ti más
sugerente?
-Un test de Facebook (cuando tenía Facebook)
me dijo que mi década ideal eran los 20 porque tenía alma de chica flapper,
pero me gusta muchísimo la historia de los años 50 y 60 con todos los cambios
que hubo.
-¿Qué película consideras imprescindible?
-¿Sólo una? Si me tengo que quedar sólo con
una creo que me quedaría con ‘Un, dos, tres’, de Wilder. Es la película que más
veces he visto, me sé diálogos de memoria, me río muchísimo con ella y es una
fantástica farsa.
-¿Qué libro debería leer todo el mundo?
-No creo que haya un libro para todo el mundo,
pero para mí, un imprescindible es ‘La historia interminable’. Fue el primer
libro que me compré con mi dinero (creo recordar que me costó 295 pesetas), en
una librería que había frente al colegio, la primera entrega de una colección
de estas que empienzan en septiembre. Aún lo tengo, un poco desmontado después
de todas las veces que lo he leído. Para mí fue, a los ocho años, el auténtico
descubrimiento de la literatura.