'Una forma de resistencia', cuando las cosas hablan
Las cosas hablan. Nuestras cosas hablan de nosotros. Todas y cada una de ellas. La butaca en la que nos sentamos a leer, la copa, siempre la misma, en la que nos tomamos ese vino que nos alegra el final del día, las entrañas de la nevera, el souvenir que compramos en un viaje, las monedas que llevamos en el bolsillo... Todo eso desvela cómo somos, lo que somos, nuestra vida. Incluso aquello que intentamos esconder nuestras cosas lo gritan a los cuatro vientos. Es la teoría que el poeta granadino Luis García Montero desarrolla a lo largo de las páginas de 'Una forma de resistencia' (gracias Marian por prestármelo y animarme a leerlo). Una teoría que no sorprende a alguien como yo, que se fija desde niña en los detalles antes que en la postal entera, una teoría que incita a pensar. García Montero habla de sus cosas. O quizás sean sus cosas las que hablan de él: el jersey ("un animal doméstico que veranea en los armarios"), los espejos ("no se ponen de acuerdo cuando hablan de mí"), los bolígrafos ("tienen alma de hormiga, porque siempre desaparecen"), las gafas ("nunca esperan en el lugar donde habíamos quedado"), las monedas ("somos una lista de precios, una moneda al aire"), la ducha ("se lleva hacia el desagüe esa memoria sucia de todo lo que ha sido hostilidad"), la ropa ("es bueno y justo que sea dueña de tu ropa quien es dueña de tu desnudo"), las sandalias ("siento que forman parte de mí, que retienen mis pasos"), los relojes ("si se equivoca, me equivoco con él"), el disco ("desde que oí aquel disco, fui haciéndome como soy"), las cosas perdidas ("la realidad tiene alma de coleccionista y va guardando el fantasma de los lugares desaparecidos"), el libro ("a los lectores no nos gustan las islas desiertas, ni los libros solitarios, sino nuestra casa, la butaca de nuestra casa rodeada de libros"), el brasero ("no protesta, es la invención más estoica de la prudencia humana")... Tres páginas para cada uno de ellos. Un libro que deberían leer los frívolos, para descubrir que sus cosas hablan más de ellos que tres ancianas en un patio de vecinas, y plantearse si cuentan lo correcto. También aquellos que menosprecian a los que valoramos las cosas (no importa si es un pendiente que perdió a su pareja o un pajarito de resina con la cola rota) deberían dejar vagar sus ojos por las páginas de 'Una forma de resistencia', para entender por qué tratamos objetos sin valor como si fueran tesoros. La obra de García Montero es una delicia, un libro para tener en casa, siempre a mano, y abrirlo de vez en cuando, no importa la página ni el objeto ni el párrafo, para solazarse en su prosa, en la poesía de las cosas y los objetos inmateriales que nos rodean a los que, inevitablemente, ya no se puede mirar de la misma manera.
"Los banqueros cuentan sus beneficios, los políticos sus votos y los poetas sus cosas. Cuentan y recuentan las cosas en las que se quedó enredada su vida. En los días de meditación y soledad, de vagabundeo doméstico, tomo conciencia de que tengo la casa llena de cosas. No se trata exactamente de que me importe tirar cosas, sino de que tengo inclinación a conservar las cosas que son mi casa. Para no confundir una fiesta con un acto de barbarie, conviene pensar lo que se desecha cuando se tira la casa por la ventana. Las cosas con capacidad de convertirse en un recuerdo suponen el deseo personal de atender a la vida, de vivir con atención, con amor".
Título: 'Una forma de resistencia'
Autor: Luis García Montero
Editorial: Alfaguara
Páginas: 218
Precio: 18€
Yo soy de las que cuando entro en una casa cada detalle me dice un poco de la personalidad de su propietario, incluso su forma de vestir o de hablar. Me fijo mucho en eso, supongo que un poco por deformación profesional. Además, me gusta guardar cosas que sólo tienen valor para mi. Me gustan los detalles. Me apunto el libro que hoy nos traes, tiene que merecer la pena.
ResponderEliminarBesos
Lu, a mí me pasa lo mismo y supongo que también es deformación profesional, aunque nuestras profesiones sean diferentes. Yo tengo los cajones, el canapé de la cama y los armarios llenos de pequeños tesoros, cosas sin importancia que no me atrevo a tirar.
EliminarUn beso
Me alegro mucho de que te haya gustado. Es simplemente genial. García Montero pone por escrito lo que muchos pensamos. Y convierte esos pensamientos en poesía... ¿qué más se puede pedir??
ResponderEliminarBesos!
Lidia, es verdad que así como vas leyendo te sientes identificada, menos tonta al ver que hay más personas que piensan como tú. Poco más se puede pedir, es verdad.
EliminarBesines
Original planteamiento, no lo conocía, apuntado queda, porque soy de esas cuyos "objetos" la definen. Un besote!!
ResponderEliminarMeg, ¿qué dirían nuestros objetos si los dejáramos hablar? ¡Qué peligro!
EliminarBesos
Qué bueno!!madre mía, es cierto que hay objetos que nos roban pedazos de nosotros mismos. Apuntado queda. Menudo radar tienes para encontrar libros diferentes.
ResponderEliminarUn beso!
Norah, no tiene mérito, este libro me lo recomendó una amiga, Marian, con la que a principios de verano nos intercambiamos tres libros. Me habló maravillas de él, y no se equivocaba.
EliminarUn besazo
No conozco ese título, a pesar de que a diario pasan unos cuantos libros por mis manos, aunque últimamente, todo el mundo lee lo mismo.
ResponderEliminarEste, invita a leerlo, ya veré...
(me he perdido tus dos últimas entradas, pero ya buscaré tiempo)
Rubén, creo que es uno de esos libros a los que no llegas si alguien no te los hace llegar. Pero es abrirlo y necesitas seguir...
EliminarSolo dos palabras: ¡Lo quierooooo!!!!! No sabía de este libro, pero con lo que me gusta la poesía de este autor, ya mismo estoy buscándolo.
ResponderEliminarBesotes!!!
Margari, si te gusta la poesía de García Montero, seguro que te encanta. Es prosa cargada de poesía. Maravillosa.
EliminarYa me dirás qué te parece.
Un besazo
Tiene pinta de ser un libro muy original, me gusta la idea que has transmitido en tu reseña. Si lo veo por ahí le echaré un ojo a ver si termina de convencerme. Un beso!
ResponderEliminarCaminante, es original pensar en lo que dicen de nosotros nuestars cosas. Las historias que contarían.
EliminarBesos
Me ha gustado mucho el argumento que nos presentas. Siempre me encariño de las cosas y me es muy difícil tirar nada. Mi madre, que siempre estaba tirando cosas, no sabes el dolor que me causaba :-)
ResponderEliminarMe l'apunto!
Petonsssssss
Dona, veo que no soy la única que se enfadaba porque su madre le tiraba cosas. A veces, cuando llevaba varios días diciéndome que arreglara mi habitación y no lo hacía, me iba al colegio temiendo que, al volver, me hubiera vaciado la habitación. Ahora soy yo la que de vez en cuando tiro cosas, pero me duele muchísimo...
EliminarJa em contaràs què tal.
Petonets
Bea, el libro a mí me ha parecido una delicia, por lo que cuenta y por la forma tan bonita en que lo hace. Ya me contarás si acabas con él.
ResponderEliminarUn abrazo
Me encanta tu reseña.
ResponderEliminarLa portada del libro es preciosa, la verdad es que no lo conocía, ni me sonaba de haberlo visto en las librerías... me lo apunto =)
Besotes
Shorby, gracias. La portada me encantó cuando la vi... Yo, si no fuera por Marian, tampoco lo habría descubierto.
EliminarUn beso
Este sí que me lo apunto con letras grandes. Estoy en una fase en que me apetece este tipo de lectura.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que nuestras cosas nos definen. Aunque digan que la cara es el espejo del alma (algo con lo que estoy bastante de acuerdo), se puede saber más de mí abriendo el cajón de la mesita de noche que observándome de cerca.
Un beso.
No sé por qué me daba que este te iba a gustar... Más que la cara, yo creo que es la forma de mirar de una persona lo que más dice de ella. Y sí, se puede saber mucho más de alguien abriendo un cajón que en largas horas hablando. Pero, si se abre sólo uno, hay que elegir bien el cajón. ¿El de la mesita de noche? Me temo que ese contaría demasiado...
EliminarUn beso
Ese precisamente es el cajón clave jajaja...
EliminarY sobre la forma de mirar... tienes toda la razón, es exactamente eso.
Yo establezco un vínculo estrecho con mis cosas, mis pertenencias y creo que este libro me gustará, me sentiré reflejada...
ResponderEliminarBesos,
Carmen, yo creo que a ti te gustará. Yo, aunque éste me lo dejaron, me voy a hacer con otro ejemplar para poder ir releyendo algunos artículos de vez en cuando. Es un libro de esos para tener en la mesita de noche y recuperarlo de vez en cuando, sin que importe la página por la que lo abras.
EliminarUn beso
Marta, magnífica reseña. Casi que me dan ganas de releerlo...Ya he acabado con el abuelo y estoy liquidando a los seis sospechosos. Después, vendrá el "medio sexo"... Creo que es el principio de una amistad literaria más que interesante. Besos
ResponderEliminarMarian, tranquila, que si quieres releerlo te lo llevo en un momento. Ya cambiaremos impresiones café (o caña o vino o cóctel) de por medio. ¿El principio de una mistad? Aunque en algún momento hayamos estado en bandos diferentes, tú ya me entiendes, nunca he dudado de que fuera el inicio de una amistad. Yo aún estoy digiriendo 'Yo confieso', necesito unos días más para poder escribir sobre él. Y con el de Millás confirmé lo que me temía: que le prefiero mil veces como columnista.
EliminarUn besote.
Y ya hablamos
qué libro!! me gusta!! no poseer, por poseer sino por toda la trama que esconde, es un libro que puede ser una delicia así que me lo apunto, además tengo una amiga a la que seguro le irá como anillo al dedo. Un besito
ResponderEliminarMarilú, es un libro especial, no es para leer de un tirón, sino para leer poquito a poquito, pensando en las historias que contarías y que contarían algunos de los objetos que te rodean. Espero que le guste a tu amiga.
EliminarUn besín
Qué curioso este libro! Tengo ganas de descubrir esa prosa poética y de familiarizarme con todas esas cosas que describen la personalidad de uno.
ResponderEliminarBesos
Margaramon, seguro que te sorprendes pensando de repente en esas cosas y en lo que dicen de ti.
EliminarUn besazo
Me gusta la idea de Luis García Montero y cómo la cuentas. Yo he sido consciente del valor de las cosas que me rodean, desde siempre. Por eso me cuesta un esfuerzo horrible tirar cosas. Encontrar en un rincón de la casa un billete de avión de 2004 para Kiev, por ejemplo, me desata una cadena de recuerdos, de ensueños, de ideas, de conversaciones idas, de imágenes de rubias con largas piernas y con cara de aburridas (así son casi todas las kievanitas), el sabor del Borsh, el día que me pegué una castaña resbalando en la nieve, etc... Sí. Por eso no tiro nada, aunque un día, las cosas me echarán a mí de casa :-(
ResponderEliminarBesos
Sorokin, ¿un billete de avión de 2004 perdido en un cajón? Ya me imagino la de recuerdos que despertaría. ¿A quién le importa la cara de aburridas si tienen las piernas largas? Con piernas así nadie debe mirarles la cara... El borsh es delicioso. Por cierto, ¿no te resbalarías porque andabas mirando piernas en vez de al suelo? ;) Yo estoy por ponerles un piso a mis cosas para evitar que me echen de casa.
EliminarBesos
Prosa poética?? No sé, yo de momento me quedo con la prosa a secas, aunque he de reconocer que lo que has puesto de las 'cosas' me ha llamado la atención. He sentido muy cercanas esas palabras.
ResponderEliminarBesos.
Azalea, es prosa, pero tiene alma, corazón, magia y te dispara la imaginación. Vas leyendo y, de repente, cuando queires darte cuenta, están dándole vueltas a la cabeza a cosas sorprendentes en las que nunca habías caído. Y está maravillosamente escrito, de ahí lo de poética. Todos estamos ligados a nuestras cosas. Aunque sean pocas.
EliminarUn besote
Me gusta el tema. La visión de un poeta sobre las pequeñas cosas que conforman nuestra vida me llama. Y más aún si es en prosa, porque huyo bastante del verso en general.
ResponderEliminarCurioso e interesante para conocer aquello que transmitimos, sin querer, para cualquier buen observador.
Besos
Rober, a mí me gusta la poesía, aunque la leo muy de vez en cuando. Pero me encanta cuando poetas que me gustan, como Antonio Colinas o Vicente Valero, escriben en prosa. El tema de las cosas creo que nos causa curiosidad a todos...
EliminarBesos
Qué frase más estupenda entrecomillada, que no colmillada, pero casi, porque nos muerde la conciencia y ayuda... sí, yo ya no tengo trastos viejos en casa, ahora soy una vieja que guarda cosas que le ayudan a vivir rejuveneciendo las horas de los nuevos días ((no me hagas caso que no soy vieja, pero pegaba más)) ja ja... Bss amiga, como siempre una reseña muy reseña ((ya me entiendes, pura envidia de cómo lo haces, ja ja)) Más besos
ResponderEliminarSi te gusta la poesía... critícame la mía, porque tú sabes, morena... te lo agradeceré con comentarios en tus reseñas ;-)
EliminarCari, ¡mira que decir que eres una vieja! Si cada vez estás más joven y lozana... Con ese corte de pelo y en la nueva foto de perfil estás estupenda. ¿Envidia? Ojalá yo supiera pintar y rimar. Y, por cierto, la poesía no se critica, se siente o no se siente. Punto. Y a mí la última tuya me ha llegado, aunque haya sacado de mí algo que no me gustaba, pero me ha llegado, que es de lo que se trata.
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La obra de García Montero es una delicia, un libro para tener en casa, siempre a mano, y abrirlo de vez en cuando, no importa la página ni el objeto ni el párrafo, para solazarse en su prosa, en la poesía de las cosas y los objetos inmateriales que nos rodean a los que, inevitablemente, ya no se puede mirar de la misma manera.
ResponderEliminarPerdoname por reproducir el final de tu reseña, pero es que es una descripción perfecta. NO es un libro para leer de un tirón ¿verdad?
Ya sabes que tengo mi cajita de cosas especiales, te puedes imaginar que lo he disfrutado mucho. Además me lo regaló una gran amiga después de presentarme a Luis, que me lo dedicó. ¿sabes que su hija, su madre y más mujeres de su familia se llaman Elisa igual que en mi casa que repetimos nombre?
Dejame que sea vanidosa, te voy a poner aquí la dedicatoria:
Para la resistente más guapa y valiente de este encuentro tan especial. Miles de abrazos.
¿a que es chula?
Perdón por enrrollarme, pero este hombre es un encanto y este libro me tiene enamorada.
Besitos
Ely, no tengo que perdonarte por nada. Ni por usar mis palabras ni por ¿enrollarte? ¿Cuándo lo has hecho? Y sí, es un libro para leer de a poquito. No me extraña que lo disfrutaras. El libro es maravilloso, y más lo debe ser si te lo regala una amiga, conoces al autor, que tiene un relación especial con tu nombre y encima te lo dedica de esa manera. Si fuera tú, yo no me separaría de ese libro ni un segundo.
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