'Madre e hija', esas pequeñas grandes historias


Las historias pequeñas no dejan de ser historias. No dejan de ser, incluso, grandes historias. Las historias diminutas que guarda cada casa, cada cuerpo, quizás sean las historias más grandes. Grandes historias pocas veces contadas porque… ¿a quién le importa nuestra cotidianidad? ¿Nuestros problemas? ¿Nuestras preocupaciones? ¿Lo que nos pasa a cada uno de nosotros de piel para adentro? ¿Nuestras pequeñas miserias y alegrías? Ésas que vacían y llenan nuestras vidas cada día. Pues esas historias insignificantes son las que llenan las páginas de ‘Madre e hija’, de Jenn Díaz, a la que la faja de la editorial vende (por boca de otro, eso sí, que si no estaría feo) como la “heredera” de Ana María Matute. A ver… ‘Madre e hija’ está contundentemente bien escrita y derrocha humanidad y sensibilidad en cada una de sus páginas, pero no sé yo si es suficiente como para recibir ese calificativo. No aún, al menos. La novela es la historia de una familia, de las mujeres de una familia, mejor dicho. Porque, como Lorca, la casa claustrofóbica que pinta Díaz se ha quedado sin hombres. En ella están Gloria (la madre), Ángela y Natalia (las hijas) y Dolores (la tía). La madre es fría y dura y distante y crítica. La tía, que nunca conoció varón, es dulce y sumisa y cariñosa y comprensiva. Y descubre, en su madurez, que quiere a un hombre joven al que no se permite amar. Las hijas son sus versiones modernizadas. Ángela es una madre y esposa que cree tener siempre la razón y desprecia todas las formas de ver, entender e interpretar que no sean la suya. Natalia es soltera, amante de un hombre casado, empática y una mujer acogedora que vive su desgracia sin aspavientos. Cuatro mujeres. Cuatro formas de ver la vida. De sentir. De vivir. Cuatro maneras de asumir y sufrir los vínculos familiares.


“Todo sería más fácil si mamá no fuera mamá. Ahora tía Dolores y Natalia no vivirían solas, no sentirían tantos y tantos remordimientos –esa sensación elástica y perversa de la culpabilidad. Gloria también sería más feliz si no fuera como es, tan arisca, huyendo siempre de la generosidad de los demás, un poco neurótica; pero hace tiempo que Natalia ya no está preocupada por no querer a su madre como debería hacerlo una hija, y hace más tiempo todavía que no se enfada con sus impertinencias, una madre es una madre.”



Título: ‘Madre e hija’
Autora: Jenn Díaz
Editorial: Destino
Colección: Áncora y Delfín
Páginas: 192
Precio: 17,50€
Procedencia: regalo Sant Jordi


Comentarios

  1. No me suelen gustar estas novelas de ambientes tan opresivos por fuera como por dentro. Que sean todo mujeres tampoco me anima especialmente, no sé, me da la sensación de que falta algo y se me queda como coja.
    Encima están mis injustas manías, que un día leí una entrevista con la autora y dijo algo que no me gustó nada y me crucé con ella. Supongo que para convertirse en Matute aún tendrá que pasar tiempo, qué manía con saltarse los procesos naturales.
    Besos Dorothy Alba

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    1. Norah, a mí (supongo que ya te habrás dado cuenta) es que los ambientes opresivos me encantan. A ver, salen hombres. Pocos. Pero salen. Muy de pasada, eso sí. Entiendo lo que te pasa con saber más de la cuenta sobre los escritores. Me pasaba. Intensamente (porque tiendo a las filias y fobias intensas). Hasta que alguien a quien tenía mucho aprecio se dedicó a regalarme libros de autores que no habría leído nunca porque me caían mal. Así aprendí que lo piensen como personas no debe enturbiar jamás lo que escriben. Pero ya te digo, a la fuerza. Y sí, a mi adoradísima e idolatrada Ana María Matute no la ha alcanzado aún nadie (en mi opinión).

      Un besote

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  2. De Jenn Díaz leí el anterior y me gustó. Creo que este me podría gustar mucho más. Besos

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    1. Marisa, a mí me ha gustado, sobre todo por ese punto 'Bernarda Alba' que le veía a la historia así como lo iba leyendo. No he leído nada más de la autora, aunque no lo descarto.

      Besos

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  3. Me suelen gustar estas historias cotidianas, sencillas, íntimas, opresivas... Pero decir que es la heredera de Ana María Matute creo que es pasarse... Pero bueno, tendré que probar, a ver qué tal.
    Besotes!!!

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