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Fotos: Jean Pierre Ledos y Elena C. Graiño |
Hace más de una hora que han echado el telón (es un decir, porque en ‘Tierra del fuego’ no se abre ni el cierra el telón, todo se ve) y aún no he reaccionado. Tengo delante un txakolí y unos pinchos. Pero me cuesta beber. Me cuesta comer. Me cuesta sonreír. Me cuesta olvidar. En mi cabeza retumban aún los diálogos que Claudio Tolcachir pone sobre el escenario en su adaptación de esta obra de Mario Diament basada en un hecho real. Resuenan las palabras. Las discusiones. Los argumentos. Las canciones. Los gritos. El ruido de la mesa arrastrada sobre las tablas. Resuenan hasta los silencios. Y me duele. Porque de eso, del dolor que nace del odio, trata esta impactante obra. Del dolor y del odio que sienten israelís y palestinos. De la incapacidad de escuchar al otro. De la imposibilidad de comprender a quien tienes enfrente. De cerrarse en banda y no ver que el enemigo no es más que un espejo de ti mismo. Un dolor y un odio que, en realidad, es el mismo en los dos bandos. «El dolor, como la sed, te hace ver espejismos», afirma una de las actrices en una de esas conversaciones que van y vienen en el tiempo y que tienen como protagonista absoluta a Yael (Alicia Borrachero, inmensa, magnífica, sobrecogerdora), una azafata israelí que hace 22 años fue víctima de un atentado palestino. Ella salió herida, pero su amiga Nirit, a punto de casarse, falleció. Es una israelí que milita por la paz y que decide, en contra de todos (de su marido, de sus hijas, de la madre de Nirit...) ir a ver a su casi verdugo a la cárcel, de donde no ha salido en todo ese tiempo. La obra empieza con esos primeros minutos. Tremendos. Y continúa luego a una velocidad emocional que apenas puedes asumir porque las charlas de Yael (con su marido, que siente que la ha perdido; con el terrorista, que un día fue un niño que soñaba con viajar a Tierra del fuego; con la madre de su amiga, que no podrá volver a ser feliz; con el abogado del palestino, que quiere que dé un paso más allá en el perdón, y con su padre, que en la guerra del 48 empuñó un arma y dirigió un batallón que disparó contra mujeres y niños) te llevan de un lado al otro. De un bando al otro. De un sentimiento a otro. Y siempre, siempre, sin poder desprenderte del dolor. Ni del odio. «El odio siempre está, el odio no te traiciona». Asumid eso. Digeridlo. Con el estómago. Con la cabeza. Con el corazón. Si podéis.
Director: Claudio Tolcachir
Autor: Mario Diament
Actores: Alicia Borrachero (Yael Alón),
Tristán Ulloa (Illán),
Abdelatif Hwidar (Hassan),
Juan Calot (Dan Alón),
Adela Gutiérrez (Gueula)
y Hamid Krim (George)
Escenografía y vestuario: Elisa Sanz
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Versión Española: David Serrano
Producción ejecutiva: Olvido Orovio
Dirección de producción: Ana Jelin
Distribución: Producciones Teatrales Contemporáneas
Desde luego si llega por aquí, la veo seguro. Con qué ganas me has dejado!
ResponderEliminarBesotes!!!
Margari, precisamente ahora están de gira, así que seguro que en algún momento paran cerca.
EliminarBesines
Siempre es un placer descubrir todo este mundo que nos regalas y acercas a modo de post.
ResponderEliminarBesos
Gracias, Nieves. Un placer hacerlo.
EliminarUn besote
Umm... me encanta el teatrooo!!! Iría a toooooooooodas las representaciones pero las dosifico mucho por falta de cash :( Besos
ResponderEliminarMarisa, aquí nos llegan tan pocas obras buenas (cuesta mucho dinero movilizar actores y escenografías por mar y aire) que aprovecho siempre que el trabajo me deja.
EliminarBesos
Tiene muy buen aspecto, pero no va a llegar a Bruselas, seguro.
ResponderEliminarBesos
Sorokin, no lo descartes. He visto que la están representando en varios países...
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