No hay médico para Lucía
Camila muestra la cartilla sanitaria y la documentación de Lucía Marta Torres/Diario de Ibiza |
Camila firmó el documento (´compromiso de pago entidades y pacientes sin cobertura u obligados al pago´) a pesar de que éste no especificaba la cantidad que deberá abonar. Lo único que quería es que un médico atendiera a la pequeña, a la que llevaron al médico cuando vieron que el dolor no se le pasaría y que el oído le supuraba. Las palabras que le dijo la médico aún retruenan en su cabeza: «Menos mal que la habéis traído porque, si no, le habría reventado el tímpano».
La única opción de la familia era el servicio de Urgencias, ya que la niña, de nacionalidad uruguaya aunque llegó a la isla con apenas cinco meses, tenía la cartilla médica caducada desde el 17 de julio y, cuando su madre acudió a renovarla, a pedir el documento F6, se vio enredada en un laberinto burocrático del que ha tardado siete meses en encontrar la salida. Al mismo tiempo que la cartilla, a Lucía se le caducó el pasaporte. Para tener la primera le exigían el segundo y para actualizar éste necesitaba por una parte unos documentos que dependían del padre de la niña „«vive en Uruguay y no sé dónde»„ y desplazarse a Mallorca o a Barcelona, a la embajada de su país, un gasto que en ese momento no podían asumir. «En el centro de salud de Sant Antoni me insistieron en que sin el pasaporte en vigor a la niña no le podían renovar la cartilla», explica, indignada, Camila, que llegó a España en 2007. Sin esta renovación, Lucía, que hasta julio había tenido garantizada la asistencia sanitaria, se quedó sin tener un pediatra de cabecera. De hecho, la madre asegura que la niña estaba dada de baja en la Seguridad Social.
Esa noche del 30 de enero Camila acudió al servicio de Urgencias amparada por la ley, sabiendo que su hija, por ser menor de edad, tenía derecho a recibir la misma atención sanitaria que cualquier otro niño. «Había estado en la reunión de Médicos del Mundo para crear el grupo de acompañamiento, me había informado, pregunté por el caso de Lucía y sabía que debían atenderla», indica. Eso mismo le repitió una y otra vez a la administrativa, que se mostró inflexible: si quería que atendieran a su hija la única opción era firmar el compromiso de pago. Con los nervios, a Camila incluso se le olvidó, a pesar de que sabía que debía hacerlo, presentar una reclamación formal justo después de firmar el documento. Lo que sí hizo nada más salir del centro de salud fue llamar al teléfono de la red de acompañamiento sanitario (727717550 de 9 a 22 horas y 628467512 a partir de las diez de la noche) para explicar lo que le había pasado y pedir que un voluntario la acompañara para intentar que le renovaran la cartilla a Lucía. «Me tranquilizaron. Me vino muy bien hablar con alguien», agradece.
Camila no entiende la «falta de humanidad» que mostró esa administrativa esa noche. Tampoco que permaneciera inamovible y ni siquiera consultara a ningún superior cuando ella le insistió en que el real decreto garantiza la atención sanitaria a todos los menores independiente de la nacionalidad, de si sus padres tienen los papeles en regla o de los recursos. Menos aún que los responsables sanitarios de Eivissa no garanticen que el personal que permite o no que alguien acceda al médico sepan perfectamente qué prevé la ley y qué no. «La pediatra tampoco entendía que no quisieran dejar pasar a la niña», asegura.
Pocos días después de esa noche le renovaron la cartilla a Lucía. Camila acudió de nuevo al centro de salud de Sant Antoni con una de las voluntarias de la red. Pidió la renovación, presentó el pasaporte, aún caducado (lo tiene en vigor desde la visita del consulado móvil a Ibiza), y no le pusieron pega alguna. La voluntaria intervino cuando estuvo todo solucionado, y únicamente para presentarse a los administrativos y explicarles la labor que está llevando a cabo en la isla la red de acompañamiento auspiciada por Médicos del Mundo con la colaboración de la Plataforma por la Convivencia. Ayer por la mañana Lucía tenía cita con el pediatra. Podrá tenerlas hasta dentro de un año, cuando se vuelva a caducar la cartilla provisional que le han hecho.
A Camila se le hace un nudo en la garganta cuando piensa en cómo se trató a Lucía. «Ya no se trata de humanidad, que también, sino de las leyes. Negarle la asistencia o condicionarla a que se firme un compromiso de pago va en contra del decreto, de la Constitución y de los derechos humanos», insiste Camila quien, además, sufre al ser consciente de las diferencias frente a la Administración de sus dos hijas. Lucía tiene una hermana, Zoe, de tres años, que nació en España y a la que sabe que nunca le pondrán un problema para atenderla en el médico. «Estamos legales aquí. Pagamos todos los impuestos. ¿Por qué le niegan la atención sanitaria a Lucía?», se pregunta la madre, que confiesa que se siente realmente «agotada» por todas las barreras y trámites a los que se enfrenta constantemente. En la cocina de su casa, incluso, tiene una pizarra enorme en la que tiene apuntados todos los trámites burocráticos que debe realizar. «Si se te pasa uno todo son problemas», apunta.
El de Lucía no es el único problema sanitario al que se ha enfrentado su familia. Su madre, residente legal en España desde 2006, sin trabajo y sin recursos, únicamente tiene derecho a asistencia urgente. No la operan de unos pólipos y ha tenido que interrumpir tratamientos médicos porque no puede asumir el coste de todas las medicinas. «Hay que comprarlas cada 15 o 20 días y cuestan unos 50 euros», comenta Camila, que reconoce que toda esta situación hace que su cabeza dé vueltas a cómo solucionarlo. «A veces, incluso, pienso que me gustaría tener lo mismo que mi madre para poder sacarle yo las recetas. Son trampas, es verdad, pero el sistema te induce a pensar en ellas», reflexiona Camila, que recuerda que pasó todo el verano pasado deseando que Lucía no sufriera ningún ataque de otitis.
Esto mismo, rezar para que su sobrino no se pusiera enfermo es lo que ha estado haciendo los últimos meses L., colombiana que lleva casi 20 años en el país y que prefiere mantenerse en el anonimato porque trabaja en el ámbito sanitario. El menor, de 14 años, llegó a la isla el pasado mes de octubre y uno de los primeros trámites de su padre, que lleva doce años aquí, fue acudir a las oficinas de la conselleria balear de Salud, en la Avenida de España, para saber qué tenía que hacer para que su hijo tuviera cartilla sanitaria. «Nos dijeron que si el niño no tenía la nacionalidad española no tenía derecho a ella», señala su tía, voluntaria de la red de acompañamiento.
Esta mujer critica que en ese momento no les indicaran que el menor podía tener una cartilla provisional, con la que le asignarían un médico de cabecera. Así, durante meses, cuando el adolescente se ha puesto enfermo le han atendido en casa. «Por suerte, nada grave», comenta su tía. Ella misma, explica, ha estado asegurándose de que durante todo el invierno se abrigara a conciencia. «No está acostumbrado a este frío. Viene de un país en el que la temperatura media es de 24 grados todo el año», justifica.
«No fue hasta bastante más adelante cuando nos enteramos de que los menores tienen derecho a recibir atención sanitaria», explica. Ella misma solicitó que una voluntaria les acompañara para asegurarse, después de lo que les habían dicho en las oficinas de la conselleria, de que no les ponían pegas para asignarle un médico a su sobrino. Ahora esta colombiana se ha sumado a la red de acompañamiento sanitario. De momento, colgará carteles informativos y se asegurará de que todos los inmigrantes, «tengan o no papeles», sepan que sus hijos tienen garantizada la atención médica. «Algunos creen que no es así y ni siquiera preguntan», asegura. «Todos ellos deben ir al centro de salud y solicitar el F6 para sus hijos», añade L., que afirma que cuando llegó a España no se imaginó jamás que llegaría el día en que tuviera que «pelear por esto». «Es una vergüenza que esté pasando esto», insiste, pidiendo a los profesionales sanitarios que «se acojan a su conciencia» y atiendan a todas las personas que lo necesiten, especialmente a los niños. «No hacerlo es una falta de humanidad. Quiero pensar que los que lo impiden lo hacen por falta de información, no por mala fe», concluye.
¡Qué fuerte! Hemos pasado del estado del bienestar a la degradación humana. Muy fuerte :(
ResponderEliminarLidia, es una vergüenza, me da miedo a dónde puede llegar esta sociedad.
EliminarBesos
Habria que denunciar a las administrativas que conculcan leyes.
ResponderEliminarPero seguramente sus jefes la encontraran efectiva.
Dijo el gran Withman en su "canto a mi mismo" que "hasta un camarero puede ser un heroe en su trabajo" y siempre lo he creido; cuando te sirven rapido, bien, amablemente te mejoran el momento. Como las personas que trabajan en la administración que te reciben con amabilidad, te explican, te faciolitan los tramites. "Tu" administrativa no tiene derecho a estar en esa lista.
Un gran articulo.
Guille, lo peor es que la administrativa no estaba cumpliendo sino incumpliendo el real decreto 16/2012. Si por ignorancia, por mala fe o por orden de sus jefes, eso no lo sabremos. Totalmente de acuerdo con Whitman.
EliminarGracias
Una de las lacras con las que vivimos es nuestra indiferencia hacia lo que nos rodea, amparado por la mayor de las indiferencias que es la que aporta el SISTEMA. La humanidad, el sentir por los demás, queda bastante más allá, demasiado lejos.
ResponderEliminarSaludos Dorothy. Necesaria entrada.
Jaal, la falta de humanidad es lo que da más miedo. No entiendo cómo alguien puede negarle la atención a una niña que está llorando de dolor.
EliminarUn abrazo
Gracias
Pues yo dudo que no haya mala fe, es indignante, que bochorno, lamentable, y lamentable que no se sancione a la administrativa.
ResponderEliminarMeg, yo también lo dudo. Pero no habrá sanción para la administrativa. No he incluido dos piezas complementarias del reportaje, pero en una de ellas los voluntarios explican que son los responsables sanitarios los que han informado mal de la ley a los administrativos para que se comporten así.
EliminarUn abrazo
Muy buen artículo. Gracias por dar voz a quienes pretenden silenciar.
ResponderEliminarParodiaré Blade Runner por poner un poco de humor en algo TAN grave que no hay por donde cogerlo:
Yo he visto cosas que vosotros no creeríais...
ciudadanos perdidos en los agujeros negros de la burocracia, resoluciones contradictorias... Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia.
Reve, bendito sentido del humor. Y más cosas que veremos que nos parecerán increíbles. Cada vez que veo algo así me acuerdo de un cómic de Astérix en el que todo aquel que quiere conseguir un papel oficial acaba enloqueciendo.
EliminarUn abrazo
Esto ya no tiene nombre, esto ya no es indignación ni vergüenza, esto es para que la ciudadanía se levante y exija soluciones de verdad YA . Ya paro YA!!!
ResponderEliminarIncreíble Dorothy
Un beso!
Nieves, estoy contigo, pero lo veo complicado porque en estos momentos hay mucha gente que piensa que estas personas no deben tener derecho a asistencia sanitaria. Triste y vergonzoso, pero es así.
EliminarUn besazo
Absolutamente abominable. Vamos camino de una degradación de la que va a ser muy difícil salir porque los que mantienen los privilegios permanecen impasibles o, peor, son de pedernal. Un beso.
ResponderEliminarKoncha, abominable, gran palabra para definir esta situación y a las personas que la propician.
EliminarUn beso
Se me revuelve todo de leer esto Dorothy, pero lo peor es que no me suena indiferente porque lo he vivido casi en primera persona, no sé lo que me parece peor, si que la obliguen a firmar en un momento como ese (que una madre no está en su plena conciencia) o que directamente le digan no tiene derecho a ser atendida, es que da vergüenza, hace mucho que los derechos humanos se los pasan por el arco del triunfo en muchos sitios. :_(
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Besos
Marilú, haces bien en recordar lo de los derechos, porque es que esa niña tenía derecho a ser atendida, la ley establece que tiene derecho a un pediatra de cabecera y a ser atendida en urgencias. Lamento que lo hayas tenido que vivir casi en primera persona, porque en esos momentos debes sentirte muy impotente, pisoteada y desesperada.
EliminarUn besazo
Es vergonzoso. Este maldito país cada vez se parece más a ese triste "sueño americano" en que las personas no cuentan, tan solo sus posibilidades económicas. Me parece atroz que una persona deje a otra sufriendo cuando está en su mano el aliviarle. No es cuestión de buscar culpables pero desde luego alguien se tiene que hacer cargo de que estas situaciones no se den nunca más.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por informarnos.
Mariuca, es que no contamos, no existimos, los políticos gobiernan únicamente para mantener sus sueldos y sus privilegios. Situaciones como ésta se deben dar a decenas cada día en todos los hospitales de España, estoy convencida.
EliminarUn abrazo
Lo que está pasando en este país con la atención sanitaria (así como con la educación, entre otras cosas) es absolutamente lamentable: parece que desde las altas esferas nos quieren más débiles y más tontos. Gracias por denunciar públicamente este lamentable suceso. 1beso!
ResponderEliminarTizire, nos quieren débiles, tontos, callados, miedosos, acogotados... Nos quieren sólo para pisotearnos.
EliminarBesos
Me parece que no era el momento de reclamarle papeles a la angustiada madre, lo primero era la nena. Me quedo con que la pediatra ni se planteó no atenderla, con que hay gente como los voluntarios que están dispuestos a ayudar, eso es lo importante.
ResponderEliminarBesos, Dorothy
Norah, no era el momento y, lo que es peor, es que no tenía que pedírselo. Los menores, da igual su procedencia y la situación de sus padres, tienen derecho a las urgencias y a tener un pediatra de cabecera. El problema es que si la administrativa no te deja pasar, la pediatra no se entera de que hay una niña enferma en la sala de espera.
EliminarBesines
Tu entrada ha hecho que se me pongan los pelos de punta, literalmente. Es espantoso, abominable y me imagino la situación bochornosa que tuvo que pasar la madre... Yo también creo que deberían sancionar a la administrativa, pero me temo que alguien de más arriba es el verdadero culpable de que se exijan estas medidas antihumanas. Gracias por informarlo, son cosas que deben salir a la luz. Besos.
ResponderEliminarEmma, crees bien, como te descuides hasta le dan un premio por su manera de comportarse con esa madre. No me extraña que se te hayan puesto los pelos de punta. A mí también se me pusieron.
EliminarBesines
No entiendo a la gente que no tiene corazón, la humanidad está por encima de un papel. No es justo y hay que denunciar estas situaciones. Gran labor la que hacen los voluntarios, todos. Muchas gracias por darle voz a esta madre.
ResponderEliminarBesos
Lu, la humanidad debería estar por encima del papel, pero hay gente a la que parece que le pusieron una lavadora en vez de un corazón.
EliminarMil besos
Es horrible, pero hay gente así en todas partes. Al menos me queda el consuelo de saber que hay uno malo y varios buenos por cada uno de los primeros. O eso quiero pensar.
ResponderEliminarPero en salud... es imperdonable encontrar estas situaciones
Besos
Mientrasleo, por desgracia hay gente a la que se la da demasiado poder. Imagina que a esa niña le acaba reventando el tímpano... Da miedo que alguien que no interpreta bien la ley (por ignorancia o porque se la han explicado mal a sabiendas) sea quien decida quién pasa y quién no.
EliminarBesines
Es tremendo que ocurran cosas así. Pero, viendo el desmantelamiento que se está haciendo de la sanidad pública, supongo que es cuestión de tiempo que, por triste que suene, caso así empecen a proliferar. Si le sumamos el auténtico laberinto burocrático que es a veces este país y el administrativo, no se si puteado o desinformado de turno, ahí lo tenemos.
ResponderEliminarPara pararse a pensar muy mucho en hacia donde nos estamos encaminando. Y lo peor creo que aún ni lo vislumbramos.
Un besote, Dorothy.
Rober, es tremendo, pero pasan. Yo también creo que, dentro de poco, tendremos que ir a la sanidad pública con la cartera llena o la tarjeta de crédito en ristre. Creo que vemos a dónde nos encaminamos, el problema es que por mucho que pataleamos no nos acaban de hacer mucho caso.
EliminarUn besazo
És horrible, i acaba de començar. Sentirem històries pitjors... però si no fos per periodistes com tu (i ja sabem com està es vostre ofici últimament) ni ens enterariem.
ResponderEliminarUna abraçada
Njord, em temo que sí, que les pitjors històries estan encara per arribar. El meu ofici està realment en vies d'extinció, és veritat, però mentre puguem i ens deixin, anirem fent.
EliminarUna abraçada
Es horrible que pasen estas cosas. Hay gente que no sabe ponerse en el lugar de otros.
ResponderEliminarAlbanta, es tremendo. Hay gente que parece un robot más que una persona.
EliminarUn abrazo
Dorothy, se me ha hecho un nudo en la garganta a l leer esta historia. Por desgracia, la prensa abunda en cifras y no en historias humanas y reales como la que nos traes hoy. Es una vergüenza y un crimen no brindar asistencia médica, sobre todo a un menor. No son buenos tiempos para la otrora EU más abierta y con más garantías sociales para todos.
ResponderEliminarUn abrazo
Claudia, no entiendo que alguien pueda ver impasible a una niña que llora de dolor y no, ya no hacer la vista gorda, sino comportarse como toca y como establece la ley. ¿Garantías sociales? Disfrutemos de las que aún nos quedan, porque no creo que podamos tenerlas mucho tiempo más.
EliminarUn abrazo
Bea, estoy contigo, pero es que la que se saltó las normas fue la administrativa, que incumplió la ley al negarle la atención sanitaria sin firmar el compromiso de pago.
ResponderEliminarUn besote
En este país falta formación y vergüenza y sobra mucha hipocresía y muchos politiquillos del tres al cuarto. Indignante, y mi más sincera enhorabuena a la red de acompañamiento sanitario.
ResponderEliminarBesos
Pakiko, es tremendo el panorama que tenemos. Si a los recortes tenemos que sumar actitudes como la de esta administrativa lo tenemos todo perdido.
EliminarBesos
Tremendo relato!! Increíble que estas cosas sigan pasando. Yo creo que vamos para atrás en todos los sentidos y al final el pato lo pagan los más débiles. Un beso
ResponderEliminarMarisa, pasan, vamos para atrás y sin freno. Y me temo que los más débiles acabaremos siendo todos menos los políticos y los que tienen dinero.
EliminarBesos