'El jardín de los dioses', ¿de verdad no puedo ser una Durrell?
Quiero ir a Corfú. Quiero descubrir esa isla griega en la que he pasado tan buenos momentos. No he estado nunca, pero he sudado por sus caminos, comido fruta fresca a la sombra de sus árboles, corrido por la costa, bañado en sus aguas cristalinas y hasta naufragado entre sus amistosas olas de poco más de un metro. No he estado nunca allí, pero me siento tan corfiota como el británico Gerald Durrell, mi gran amigo en esas correrías imaginarias y literarias. Con ‘El jardín de los dioses’ (tercer volumen de la Trilogía de Corfú) he vuelto a ser una niña. Ingenua, curiosa, traviesa, risueña, pícara, sin miedo. Entre sus páginas he vuelto a compartir la desmedida afición del pequeño Durrell por cualquier bicho viviente que no sea humano y he vuelto a reírme a carcajadas con los bretes en los que él y sus hermanos Larry, Leslie y Margo meten a su madre, la adorable señora Durrell, quien se esfuerza en mantener las formas y el pundonor británico en esa isla en la que la familia se refugió de la guerra. Sin mucho éxito, todo hay que decirlo. Entre animales salvajes, invitados sorpresa y enamorados de Margo las ansiadas tranquilidad y cordura de la señora Durrell son pura utopía. Especialmente logrados en esta entrega están las aventuras de los pretendientes de Margo, a los que hace sufrir como la niña malcriada que es en realidad por muy femme fatale que ella se crea; las que viven algunos de los invitados del pretencioso Leslie y la visita del rey Jorge, cuyo paso por la isla seguro que quedó marcado a fuego en su regia memoria. Como los dos anteriores, ‘El jardín de los dioses’ huele a verano. A veranos de infancia. Aquellos en los que todo era sol y mar y aventuras y risas y sorpresas y descubrimientos y animales y encuentros y sal y siestas y celebraciones y manchas y sandía desbordando las comisuras y conciertos de cigarras y el sonido del viento entre los olivos.
“Aquel verano fue pródigo por demás. Diríase que el sol hubiera hecho sacar a la isla todas sus reservas, pues nunca habíamos tenido tal abundancia de frutos y flores, nunca había estado el mar tan caldeado y tan lleno de peces, nunca tantos pájaros habían criado, ni salido mariposas y otros insectos de sus crisálidas para animar el campo con sus colores.”
Título: ‘El jardín de los dioses’
Autor: Gerald Durrell
Editorial: Alianza
Páginas: 280
Precio: 12,95€
Procedencia: regalo
Oh, hace tiempo que quiero probar con estos libros de Durrel, pero no imaginé que producirían esa sensación de verano y de infancia. Me ha encantado lo que transmite tu reseña, son cosas que me gustaría sentir, así que tomo (vuelvo a tomar) nota. =)
ResponderEliminarCaminante, pues el verano es la mejor época para hacerlo, los disfrutas mucho más. Eso sí, te advierto que yo los dosifiqué para no quedarme sin ellos tan pronto.
EliminarNada, nada, tengo que estrenarme con este señor.
ResponderEliminarBesotes!!!
Margari, ¡A por Corfú!
EliminarBesines
Para todos los que de adultos nos quedamos sin verano y tenemos que tirar de recuerdos. Para que no se nos gasten los nuestros están bien los prestados. Yo también me apunto a Corfú. Aunque no íbamos a encontrar el de Durrell, algo especial tendrá el nuestro.
ResponderEliminarY no, no puedes ser una Durrell, no te pega, demasiado libre para ser british.
Un besote
Norah, yo, como casi todos los niños de lugares turísticos, no tuve verano como tal ni siquiera en la infancia. Nuestros padres estaban en plena temporada, trabajando, y acabábamos en casas de abuelos, campamentos, escuelas de verano o enlazando cursos de idiomas e informática para tenernos ocupados. Supongo que por eso me gustan tanto esas novelas que saben a los veranos no disfrutados como vacaciones, esos veranos que no tuvimos pero que veíamos en las series y películas y leíamos en los libros. ¿No me pega? Pero si soy de un british... Con decirte que cada vez que viajo a Reino Unido se piensan que soy de allí... Y tampoco soy tan libre. De hecho soy bastante esclava de mis emociones, pasiones, filias y fobias. Como todo el mundo supongo.
EliminarUn besazo
Los veranos siempre fueron especiales, en ellos descubres personas y lugares que nunca olvidaremos...
ResponderEliminarBesos :)
Nieves, los veranos de los que crecimos en lugares turísticos no fueron precisamente como los de los demás, pero bueno, algo de eso hubo.
EliminarBesines
Me alegro de que hayas disfrutado con ese viaje literario. Qué bien sienta, ¿verdad?
ResponderEliminarAbrazo!
Zamarat, yo es que don Durrell me lo paso siempre genial.
EliminarAbrazos
No conozco a este autor, pero has hecho que me entre la curiosidad y apuntados quedan a mi lista!
ResponderEliminarSaludos :)
MAV, a mí, al menos su trilogía de Corfú, con esos recuerdos de infancia y preadolescencia, me fascina. Espero que te gusten.
EliminarSaludos
Mañana ya me llega el primero de la trilogía, ya iré comentando por el blog, pero me da que me gustarán :)
Eliminarya sabes que yo soy fan, tanto de Gerry, cono de su hermano Larry, el gran Lawrence. Yo creo que, a pesar de todo lo plasta e insoportable que lo pinta Gerald, él tiene una gran parte de la trilogía de Corfú. Sin duda inspirando, aconsejando y corrigiendo a su hermano, Me baso en que en los libros posteriores de Gerald, como en "Atrápame ese mono" y otros relatos de sus cacerías de bichos, falta esa frescura y gracejo.
ResponderEliminarY de Corfú, creo que todos nos quedamos con las ganas de haber sido hijos de Mrs Durrell, Qué tía más genial,
Un abrazo
Sorokin, I know... Tengo aún pendiente 'El cuarteto de Alejandría', ahora que lo mencionas. Cuando me ponga con todo lo demás del amigo Gerry, ya te contaré. Y sí, Mrs Durrell es de los mejores personajes. Me ganó con esa indignación en la aduana suiza al final del primer libro. ¡Qué mujer!
EliminarAbrazos
Qué bien suena, Dorothy, me apunto esta trilogía para el verano, también quiero ir a Corfú.
ResponderEliminarSaludos