Los lugares sin mar*

Foto: J. torres
Puerto de Denia. Diciembre de 1983. Mi madre, mi padre, mi abuela Margarita y yo en un R5 crema. "Marta, despídete del mar, que no lo vas a ver hasta que volvamos". El que habla es mi padre, con su tono de broma. Y yo, con cuatro años y siete meses, miro el mar del puerto. Y no entiendo. En mi mundo aún no existen los lugares sin mar. El mar está siempre ahí. Lo veo cada mañana por la ventana al despertarme. Lo veo, intermitente, entre los edificios, camino del colegio. Lo veo cuando vamos de paseo los domingos. Mi cabeza no concibe lugares sin mar. Lugares que no huelen a sal. Lugares que no suenan a olas. Lugares sin pescadores con la cara surcada de arrugas cosiendo las redes. Pero los hay. Y ése, llorando porque no me quiero despedir del mar, es el primer descubrimiento del primer viaje de mi vida. A Murcia, a Córdoba, a Granada, al pueblo. En un R5 crema en el que también descubro que a algunas abuelas, mejor no arrugarles la falda apoyando tu cabeza en su regazo para dormir. Descubro que los lugares sin mar son lugares con fuentes de las que sale un agua dulce que se puede beber. Y no dejo una sin probar por el camino. Yo las busco. Mis padres intentan esquivarlas, hartos de auparme a todos los caños que se cruzan en mi camino. Descubro que en los lugares sin mar a veces nieva. Y que la nieve está fría. Y que no se parece en nada a las bolitas de porexpán con las que las niñas de los lugares de mar jugamos a que nieva. Y que moja. Descubro que en los pueblos se pellizcan las mejillas de las niñas. Y que no se puede entrar en una casa sin que te pongan delante un plato de comida. Descubro que en los lugares con fuentes el agua no se compra en botellas. Y que en los lugares con nieve hay chimeneas con fuego de verdad que calienta los corazones, cuece los pucheros, asa la matanza y quema las faldas de las niñas de mar que no pueden resistirse a ese calor que huele, que suena y que siente. Como el mar que, a pesar de la advertencia de mi padre, buscaba siempre en el horizonte y por el que preguntaba cada noche antes de acostarme. Aquella niña descubrió que hay lugares sin mar. Y aquella niña sigue ahí. Y sigue descubriendo miles de cosas en cada viaje. Y sigue negándose a despedirse del mar.

*Esta entrada tiene una gemela, en el blog de Goyo, que se ha liado el descubrimiento viajero a la cabeza

Comentarios

  1. ¡¡¡La nieve moja!!!! Creo que por ese descubrimiento hemos pasado incluso quienes vivimos en sitios sin mar. Me ha encantado la experiencia de compartir entrada y sincronizar blog. Habrá que repetir a menudo :)))))))))

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    1. Goyo, pero seguro que los vivíais en sitios sin mar ya estabais avisados... Ha sido divertido y estimulante, sí. ¡Repetimos! :D)))))))))

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  2. A mí no me gusta despedirme del mar: es una de las cosas que más echo de menos cada vez que viajo, pues su presencia azul me es indispensable... Pero vale la pena separarse poquito tiempo de él para descubrir las maravillas de la tierra sin mar, que también tienen su encanto. Una entrada maravillosa, como siempre. 1beso!

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    1. Tizire, por eso no me despido nunca jamás, aunque me vaya lejos a sitios en los que no lo veré. Me encanta viajar, lo hago siempre que puedo y no dejo de hacerlo por no ver el mar. Además, en aquel viaje, para tranquilizarme, me decían que el mar estaba siempre detrás del horizonte. Es un consuelo...
      Muchísimas gracias.

      Un besote

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  3. Oioioioioi! Qué bonito, por favor! Tengo esa misma fijación marítima pese a mi origen sin aguas saladas cerca. Contradictoriamente mi bucólico retiro futuro está en instalarme en Granada y si echara algo en falta sería el mar. Poco más. Gracias por este paseo con la pequeña Marta en el R5 crema :) ¡Una maravilla!
    Besos

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    1. Marilú... No me digas eso, que me pongo roja! En Granada, si echas de menos el mar, con pasearse por el Albaicín seguro que se te pasa la morriña marítima. Gracias...

      Mil besos

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  4. Qué pasada, y qué contrastes. Yo curiosamente hice un poco esa parte del viaje al revés. Nací y casi crecí en uno de esos "pueblos donde a veces nieva", como tú dices muy bien. Y ahora vivo solo a un par de kilómetros del mar. Cada cosa tiene su encanto. No podría vivir sin sentirme diminuto mirando al mar de vez en cuando. Y no podría vivir sin adentrarme, de cuando en cuando, en ese universo particular de los pueblos.

    Besines, me ha encantado tu recuerdo hoy :)

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    1. Rober, esos momentos frente al mar dándote cuenta de lo pequeño que eres son catárquicos, como que lo colocan todo en su sitio. La verdad es que lo del pueblo lo practico poco, pero uno de mis sueños es tener una casa con chimenea, eso del fuego me tira mucho.
      Me alegro de que te haya gustado.

      Un besín

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  5. Qué bonito, Dorothy! A mí me pasar lo contrario: estoy acostumbrada a vivir en un lugar sin mar, por lo que en mí evoca las vacaciones de mi infancia.
    Abrazo!

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    1. Zamarat, gracias! Para que veas cuántas diferencias hay sin irnos muy lejos. Yo siempre he añorado esa sensación de vacaciones que os evoca el mar a muchos. La mayoría de los niños, aquí, no la teníamos porque el verano implica mucho más trabajo para la mayoría de los padres y pasábamos el verano en escuelas de verano, campamentos o en casa de los abuelos.

      Un abrazo

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  6. ¡Qué bonito!! A mí me cuesta también separarme del mar. Es lo que más echo de menos cuando viajo. Aunque el interior también tiene su encanto. Un paisaje tan distinto, tan hermoso también... Pero si tuviera que vivir en el interior... Creo que tendría mono de mar.
    Besotes!!!

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    1. Margari, muchas gracias... Yo también tendría mono de mar, estoy segura. ¿Sabes en qué he encontrado yo un sustituto del mar cuando estoy en el interior? En esos campos de cereales, cuando ya están crecidos, y se mecen con el viento. Me recuerdan al mar en calma.

      Besazos

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  7. Yo nací en el Mediterráneo, y necesito el mar cerca. En caso de viajar al interior busco agua en ríos, lagos, embalses, fuentes...
    Un abrazo

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    1. Blanca, el Mediterráneo marca, me temo. Un río umbrío creo que me serviría de consuelo.

      Abrazos

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  8. El mar... viviendo donde vivo desde hace años no te puedes imaginar cómo añoro el mar. Pero fíjate, no es con el mar con lo que me quiero quedar de tu preciosa entrada. Y sí con el viaje en el R5, ese viaje familiar con abuela y toda la familia dentro del coche que ni se sabe cómo iba tanta gente y sin cinturón ni nada... qué recuerdos y qué bonito era viajar así. En familia.

    Besos

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    1. Ana... me imagino cómo lo añoras. En ese momento la familia era pequeñita, luego creció mucho más y ya necesitábamos turnarnos para ir de vacaciones porque no cabíamos todos. Es bonito viajar así, pero creo que a mi abuela no le gustó tanto. No repitió más.

      Un besote

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  9. Muy bonito, aunque no comparto esa afición por el agua salada jajaja
    besos

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    1. Pakiko, qué te habrá hecho a ti el agua salada...

      Besos

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  10. Ay! Dorothy,, ¡qué ternura! Me ha encantado. Siempre me gusta rescatar esos pasajes de la niñez. Un besote.

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    1. Marisa, ¡Gracias! Me encanta que te haya parecido tierno.

      Un besazo

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  11. No sé si en un R5 crema, un Fiesta o un Ibiza de color groc pero, en todo caso, cerca del mar.

    http://youtu.be/iYUFx6CYd6M

    Salut!

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  12. Sí, yo también tengo fotos con esas texturas y con esas chaquetas de punto. Diría que ha pasado un siglo, quizá más.

    Besos Dorothy.

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    1. Jaal, parece que ha pasado un siglo de aquellas texturas y aquellos jerséis, pero no ha pasado tanto.

      Besos

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  13. ¡Hola! Acabamos de descubrir tu blog y te seguimos desde ahora. Ojalá que también te guste nuestro espacio :D
    ¡Un abrazo grande de parte de los tres!
    www.melodiasporescrito.com

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  14. Uff yo ha sido empezar a leer el comienzo de ti post
    "Puerto de Denia" y leerlo todo de un tirón. Veraneé varios años en Denia y le tengo mucho cariño y guardo muy buenos recuerdos de esa pequeña ciudad con mar
    Como siempre me ha encantado la entrada (da gusto leerte Dorothy)
    Besos

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    1. Marian, qué bien que lo hayas leído de un tirón. No deja de sorprenderme que el mar, a muchos, os huela a verano.
      Muchas gracias...

      Besotes

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  15. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  16. Me ha encantado poder viajar en el tiempo y poder compartir con la pequeña Marta todas esas cosas nuevas que iba conociendo. Estos recuerdos tan bonitos que en su momento caerían de importancia son importanticimos ahora...
    Pensando en lo que cuentas, que no asimilabas -y que de alguna forma sigues haciendolo- los lugares sin mar, me hace pensar que a mi me pasa con las palmeras, cuando viajo, y no lo hago mucho, siempre busco palmeras y puedo hasta llegar a pensar en un momento dado "Como se puede vivir en un lugar sin palmeras"
    Puede que sean estos absurdo pensamientos los que marcan nuestras personalidad. :)
    El mar es hermoso, yo he crecido con el mar muy presente aunque tuviera que visitarlo de verano en verano.

    Mil besos !!

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    1. Nieves, es verdad que de niños no valoramos los descubrimientos que vamos haciendo y sólo con el tiempo somos capaces de analizarlo. ¿No puedes vivir sin palmeras? Pues se me ocurren un montón de sitios preciosos en los que podrías vivir perfectamente. Asociar algo, como el mar, con el verano y las vacaciones es un sentimiento que me gustaría tener y que os envidio a todos los que, de niños, veraneabais.

      Milk besazos

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  17. No tengo la suerte de abrir la ventana y ver el mar pero sí que me reconforta saber que está ahí cerquita. Acostumbrado a un paisaje donde el mar y la montaña limitan la vista es curioso lo que me pasa cuando visito lugares como Madrid o viajo por grandes llamuras, siento cierta sensación de opresión tanto espacio abierto que no tiene fin...y saber el mar tan lejos... no me gusta

    Besos

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    1. Sese, ¿opresión? Es curioso, yo lo que siento en esos lugares es más similar al vértigo, que no tengo en las alturas. Imagino que no te alejarás mucho del mar, por lo que cuentas.

      Besos

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  18. Preciosa la entrada! yo el mar solo lo veo en el pueblo...y desde que trabajo muy pocas veces al año...
    Un beso!

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    1. Lesincele, espero que aunque poco, cuando lo ves lo disfrutes.

      Un besazo

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  19. Y yo que por esos años también visité el puerto de Denia, aunque nosotros teníamos un 127, y claro tampoco en diciembre, pues los que somos de interior siempre aprovechábamos el verano para ver el mar y dejarnos mecer en sus olas. ♥♥♥

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    1. Sonia, es que los de interior tenéis unas manías... Jajajaja De interior o de costa, da igual, lo de mecerse por el mar se disfruta igual.

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