'Las tres hijas de madame Liang'
'Las tres hijas de madame Liang', Pearl S. Buck | @martatorresmol |
Tres líneas. Cuatro, quizás. Cinco, a lo sumo. Es lo que necesita Pearl S. Buck para que quieras saber más sobre madame Liang. Para que quieras, en realidad, saberlo todo. De dónde viene. Cómo ha llegado a ser la mujer independiente y fuerte que intuyes en esos pocos caracteres. Y a dónde va su historia. Sobre todo a dónde va su historia. Porque algo en ese silencio de la medianoche de Shangai que envuelve a la protagonista de 'Las tres hijas de madame Liang', en su casa que es también un restaurante de lujo, acabando de hacer las cuentas del día, en una época (la Revolución Cultural, uno de los momentos más convulsos del régimen comunista de Mao) que sabemos complicada, nos dice que las páginas que están por venir no serán fáciles.
La prolífica escritora nos mete de lleno, con sus descripciones, en ese ambiente raro que rodea a la señora Liang. Su situación es una excepción. Su restaurante no debería existir. A él llegan productos que la sociedad china no puede, siquiera, soñar. Su Shangai es un Shangai atípico, escondido, de contrabando. Ella representa todo lo que el pueblo chino, en la época, no podía ser. Pero existe porque a muchos de los que están arriba les cuesta renunciar al buen comer, al buen beber, al lujo, a cierta libertad, incluso. Y ahí está ella, consciente de que está en la cuerda floja. Sabedora de que, en cualquier momento, quienes le permiten casi todo pueden darse la vuelta y quitárselo todo. Los privilegios. Su medio de subsistencia. Su vida.
Por eso, cuando sus hijas (Grace, Joy y Mercy), a las que ya se preocupó, hace ya años, de sacar de una China que estaba cambiando, que cerraba cada vez más el cerco de libertad, su alegría traza una oscura y larga sombra. Como madre quiere verlas, desea que estén junto a ella, ver crecer a sus futuros nietos, malcriarlos. Pero como buena lectora de la realidad que vive su país, como mujer que duerme todas las noches con miedo a que los guardias rojos irrumpan en su casa en cualquier momento, como ciudadana que ha perdido ya la cuenta de los vecinos y amigos que han desaparecido, prefiere que se queden en Estados Unidos. Madame Liang necesita decirles que se queden allí, pero no puede. Tiene que tragarse las palabras. No sabe si alguien lee sus cartas. No sabe si todas llegan. Y ahí está Pearl S. Buck, convirtiendo cada página en un ejercicio de claustrofobia, gritando todo lo que madame Liang calla, haciendo que nos llevemos las manos a la cabeza, viendo venir la catástrofe. Y sin poder hacer nada.
"Era más de medianoche. Madame Liang dejó a un lado el pincel con que escribía y cerró el cuaderno de contabilidad. La casa estaba en silencio. Abajo, en el restaurante, los clientes se habían marchado, a excepción de unos cuantos que, reacios, no se irían hasta que las luces vacilaran y se apagaran. Se levantó de la silla de ébano tallada, a juego con el enorme escritorio chino que en un tiempo perteneciera a su padre en su distante provincia natal donde pasó su infancia, y se acercó a la ventana. Las cortinas de raso rojo, hasta el suelo, estaban corridas y no las descorrió. Aunque estaba segura en su privilegiada posición de dueña del más elegante restaurante del moderno Shanghai, no hubiera sido prudente, no obstante, el que su silueta se destacara al contraluz."
Título: 'Las tres hijas de madame Liang'
Autora: Pearl S. Buck
Traductora: María del Carmen Azpiazu
Editorial: Luis de Caralt para Círculo de Lectores
Páginas: 256
Precio: 2€
Procedencia: mercadillo solidario
Y ese mercadillo ¿dónde es?
ResponderEliminarMe apunto el libro pero ya. Me temía lo peor por las circunstancias, sin restar nada a lo difícil que le tiene que resultar a ella la situación aunque parezca que le va mejor que a la mayoría. Y el miedo, que lo tiene que tener sí o sí. Y tengo que conocer a esta autora.
Besitos Dorothy Tan
Hola!!leímos del autor la buena tierra y nos enamoró. Veremos esta con muchísimo gusto.un placer visitar tu blog!gracias.saludosbuhos desde la morada!!
ResponderEliminarHace mil años que no oía hablar de Pearl S. Buck, desde los tiempos en los que se decía que los EEUU habían tenido dos grandes tragedias en su historia, Pearl Harbour y Pearl S. Buck. Bromitas, claro, porque a mí en su día me gustó "Viento del Este, viento del Oeste". En estos momentos, quizá sea el momento de releerla.
ResponderEliminarBesos