El director: secretos e intrigas de la prensa... (David Jiménez)
Dos tardes. Y no una porque tenía cosas que hacer. Es lo que me ha durado la lectura de 'El director: secretos e intrigas de la prensa narrados por el exdirector de El Mundo', de David Jiménez. Apasionante. Trepidante. Interesantísimo. El libro es, realidad, un mirilla a través de la que observar, sin ser vistos, las entrañas de un gran medio, en el que, salvando las distancias y los tamaños, se cuecen más o menos los mismos conflictos, dudas y enfrentamientos que en uno pequeño. El libro, aunque sea una crónica de 300 páginas, se lee como una novela. Con sus protagonistas, sus tramas, sus problemas y su desenlace. Sí, porque tiene un principio y un final que, además, como a mí me gusta en las crónicas, forman un círculo en el que final y principio se funden. El volumen comienza con el propio autor llegando a la sede de El Mundo, en Madrid, donde el guardia de seguridad le impide el paso ya que se ha olvidado la cartera, donde lleva la acreditación. Y termina en el momento en el que firma su salida de este medio, mucho antes de lo que pensaba y sin haber tenido la oportunidad real de poner en marcha su proyecto. Ni por medios ni por tiempo ni por libertad.
Antes de llegar a ese despacho que no tiene mucho interés en decorar, David Jiménez se recorrió medio mundo cubriendo guerras, desastres como el de Fukushima o revoluciones. Su visión es la de un reportero, la de alguien más acostumbrado a moverse entre el barro que sobre la moqueta. La de alguien que tiene claro que lo importante en cualquier medio es la información y, sobre todo, contarla de una forma diferente, ir más allá, y todo ello sin tener en cuenta las presiones, vengan del lado que vengan. Es decir, lo que quiere cualquier periodista con vocación de reportero. Pero las cosas no son tan fáciles cuando estás al frente de un medio y cuando tienes que sortear el fuego amigo, disparado desde dentro de la empresa, para publicar aquello que crees que debe publicarse. El libro relata las presiones que recibe desde las altas instancias de la empresa para retirar informaciones que afectan a partidos, empresas del IBEX y políticos. También el comportamiento de estos últimos en situaciones digamos que complicadas y cómo se las gastan cuando el director no accede a sus peticiones, a hacerles el favor de no publicar algo, de retirar un nombre de una información, de retrasar su publicación... Pero también los juegos de poder internos. Las zancadillas, las lealtades, los vaivenes subterráneos de quienes quieren su silla o de quienes preferirían que fuera para otro. Más afín. O más colega. Porque una cosa no quiere decir la otra.
Evidentemente, mi lectura es la de una periodista. Pero este libro no está escrito sólo para los que conocemos el oficio y el día a día en un diario tradicional, de los de papel, con redacciones ruidosas (teléfonos, impresoras, maldiciones, risas, trotes, gritos, murmullos de grabadoras en segundo plano...) y jornadas impredecibles. De hecho, creo que precisamente nosotros somos los últimos para los que está escrito. No hace falta saber de periodismo. Ni conocer los medios. David Jiménez hace en este libro lo que cualquier periodista hace cada día. Explicar lo que ve, lo que oye y lo que vive a personas que no han estado allí. Que no tienen porqué saber absolutamente nada sobre ese tema antes de embarcarse en la lectura de un artículo. Y que tienen que poder entenderlo todo cuando lleguen al último punto. Habrá quien piense que Jiménez se ha quedado corto. O que ha exagerado. O que le ha puesto mucha literatura (en fin, mucha de la buena literatura de la historia se ha hecho desde el periodismo). Yo sólo sé lo que he visto, oído y vivido en mis más de veinte años en este maravilloso y amado oficio mío. Y he sonreído al reconocer, aunque plasmados en estas páginas a mayor escala, muchas situaciones y conversaciones. Y personajes. Y formas de entender esta profesión. De practicarla. De pervertirla. De odiarla. De amarla.
"El guardia levantó la mirada y preguntó el motivo de mi visita. Había pasado los últimos 18 años lejos de la redacción como corresponsal y el hombre no me reconocía como uno de los periodistas del diario. Me pidió la identificación y, al llevarme la mano al bolsillo, me di cuenta de que no la llevaba conmigo.
—Vaya —dije—, olvidé la cartera en casa.
—Si no tiene identificación no puede entrar. ¿Tiene una cita?
—Verá... Yo en realidad venía a...
Chismes, nuestro redactor jefe de crónica rosa, apareció en ese momento haciendo aspavientos:
—¡Es el nuevo director! ¡Es el nuevo director!
Una de las secretarias corría hacia nosotros para aclarar el malentendido, mientras el vigilante quería que se lo tragara la tierra y yo me preguntaba si aquello no sería una señal de que todo iba a ser más difícil de lo que había imaginado. Después de todo, el tipo al que habían parado en la entrada era el más improbable de los directores de periódico que hubiera tenido el país".
Título: El director
Autor: David Jiménez
Editorial: Libros del K.O.
Páginas: 295
Precio: 18,90€
Procedencia: regalo
Qué bueno. Como se suele decir ya no los hacen así o no nos llega. Nos da la impresión de que ya no hay periodistas en los medios públicos que cuenten la verdad tal cual es, que saquen a relucir lo que hay. También es probable que esté equivocada o que me ha decepcionado cuando he visto una noticia que yo he vivido mal contada y no he entendido por qué. Desde luego que ahí fuera tiene que haber excelentes profesionales, espero que tengan oportunidades y los podamos leer o ver. Me encantan las películas ambientadas en diarios por lo mismo, reflejan ese periodismo valiente y auténtico. Me da la impresión de que es ese tipo de libro. Me apunto.
ResponderEliminarBesotes, Dorothy Pulitzer
Norah, siempre, desde fuera del oficio, se habla de objetividad y desde dentro contestamos siempre que lo de la objetividad se lo inventó alguien que no conocía el oficia, los periodistas somos sujetos, no objetos, así que no podemos ser objetivos, pero sí honestos. Cuando tú has vivido algo, lo interpretas desde la emoción, alguien que va a ver y contar no lo hace, en general, desde la emoción, así que es imposible que tu visión coincida con la suya. Si estás con otras tres personas, cada una lo cuenta de una forma o se fija en aspectos diferentes. Pues un periodista es una persona igual, con oficio y con herramientas para ejercer su trabajo, pero otra persona. Para leer o escuchar a buenos periodistas (ahora mismo para la mayoría de la gente el bueno es el que lo cuenta desde un punto de vista que coincide con el suyo y todos los demás son malos) hay que buscar un poquito, no quedarse sólo en las páginas, emisoras y televisiones de ámbito nacional. Yo creo que te gustará. Mucho, además.
EliminarUn besazo.
Me gusta tu explicación y sí, esos periodistas no suelen tener visibilidad en grandes medios que tampoco se dedican a eso si no más bien al puro negocio.
EliminarMe lo llevo.
Besote
Me lo apunto! También me da la impresión de que ya no hay periodistas así. Y si los hay, los pobres duran poco en este mundo que parece estar muy corrupto. Lees varios diarios, escuchas varias emisoras y tienes que seguir escarbando para saber dónde está la verdad.
ResponderEliminarBesotes!!!
Margari, los hay. Muchos. Muchísimos. Al menos en la prensa más cercana, que es la que conozco. Los medios locales y regionales están plagados de periodistas que aman y miman este oficio y que, teniendo la oportunidad de haber podido irse a medios más importantes no lo han hecho para no perder esa libertad con la que se trabaja en medios supuestamente pequeños. De eso se trata, de leer y escuchar varios medios y, entre todos ellos, hacer tu propia interpretación. Si lees o escuchas sólo uno, malo.
EliminarUn besazo
Entiendo que la visión de una periodista hacia este libro será distinta a la mía. Pero lo que has contado me gusta para ampliar mi mirada hacia esa profesión.
ResponderEliminarUn abrazo
Al calor... Yo creo que, precisamente, es un libro escrito para quienes no están en este oficio, es diáfano y visual, como si fuera una novela. Ya me dirás qué te parece.
EliminarUn abrazo
Imagino que tú le habrás sacado muchísimo jugo a esta novela. A mí con el periodismo me pasa como con la política, que echo en falta nombres que ya no están. Gracias por el descubrimiento. Besos
ResponderEliminarMarisa, todo es descubrir los nuevos nombres. Los hay tremendamente buenos. Mejores, incluso, que los que ya no están.
EliminarBesos.