Territorio de luz
Territorio de luz, de Yuko Tsushima | @martatorresmol |
La luz. En el fondo, creo, siempre es la luz. Es lo que hace, cuando estás buscando piso, que te decidas. Estás harta de ver viviendas horrorosas. Oscuras. Húmedas. Tétricas. Y, de repente, entras en una, la luz te da en la cara y sientes que es ésa. Es, al menos, lo que me pasó a mí con mi casa. Lo que le ocurrió a Carrie Bradshaw con el apartamento que compra para ella Mister Big. Y lo que le pasa a la protagonista de 'Territorio de luz', de Yuko Tsushima. Al menos, al principio. Es la luz. Es el precio. Es encontrar, al fin, un hogar para ella y su hija después de divorciarse de su marido. Una situación nada fácil para una mujer en el Tokio de los años 70. Eso, que es complicado, es lo que va mostrando la escritora a lo largo de las páginas.
La luz inunda el piso cuando va a visitarlo. Es un edificio vacío. Que antes era de oficinas y que se ha reconvertido en viviendas. Y ella, la única inquilina, de momento, tendrá que encargarse de cerrar la puerta principal cada noche cuando los últimos trabajadores lo abandonen. Pero eso, a la joven, aturdida y obligada a empezar de cero tras la decisión de su marido, le da igual. Por la luz ("la noche es oscura, que venga la mañana"). La necesita. Para tratar de burlar a esa oscuridad que se cierne sobre su vida. Y la de su hija. Una niña de unos tres años que no entiende muy bien qué está pasando en su familia y que, más de un clavo al que pueda agarrarse su madre se convierte en una losa. La luz es la del sol que entra por la ventana. Es la de la ciudad. La de las otras casas por la noche. La de los fuegos artificiales de las noches de fiesta. la de las estrellas ("cuanto más frío hace, mejor se ven"). Pero toda esa luz también se acaba. Literal y metafóricamente. El año, en esa casa barata de la luz, es una montaña rusa para la protagonista y su hija. Soledad. Tristeza. Noches de borrachera. Dudas. Paseos. Risas. Miedo. Alegría ("una felicidad tan deslumbrante como un relámpago"). Sorpresas. Solidaridad. Juegos. Lágrimas. Complicidades inesperadas. Y valentía ("déjate, pues, de reflexiones, y lánzate al mundo conmigo"). Un año triste, brutal, tierno, revelador. Descrito con gran belleza. Un mes por capítulo. Los doce meses de Vivaldi. Y con un puntito punky, todo hay que decirlo. Que ser mujer divorciada y con hija en el Tokio de los años 70 no es moco de pavo (real).
"El apartamento tenía ventanas a los cuatro lados.
Cuando mi hija era todavía pequeña, vivimos durante un año en el último piso de un viejo edificio de tres plantas; éramos las únicas inquilinas, y por esa razón teníamos la planta entera para nosotras, así como la azotea. En el bajo había una tienda de fotografía, y las dos siguientes plantas albergaban oficinas. Una pertenecía a una empresa que fabricaba y enmarcaba escudos familiares de oro macizo; la segunda era una asesoría contable, y la tercera, una escuelita para aprender a tejer. En todos los meses que pasé allí, solo hubo una oficina que no se ocupó nunca: una de la segunda planta que daba a la avenida. A veces, por las noches, mientras mi hija dormía, me colaba allí a hurtadillas, abría un poco la ventana y disfrutaba de las vistas, ligeramente distintas a las del tercero. Otras veces me limitaba a pasearme por las habitaciones vacías; era como estar en un lugar secreto que nadie más conocía."
Título: Territorio de luz
Autora: Yuko Tsushima
Traductora: Tana Oshima
Editorial: Impedimenta
Páginas: 200
Precio: 20,50€
Procedencia: Bookish
¿Por qué me generas necesidades que no tenía? Ahora este libro. Me encanta y yo infravaloraba el tema, porque no sabes lo que te falta hasta que lo tienes y cuando viví en una ciudad con mucha luz me di cuenta de que era verdad lo que decían de ella. Aunque reconozco que de vez en cuando echaba de menos las tinieblas de mi hogar, la morriña dicen.
ResponderEliminarTengo que leerlo que si encima me lo cuentan en oriental para qué quiero más.
Un besote, Dorothy Yoshimoto
Norah, creo que es un libro que te gustará. Está muy pegado a la realidad, pero al mismo tiempo está lleno de metáforas y detallitos y momentos muy bellos, de los que te crean imágenes muy bonitas en la cabeza mientras lees. Las tinieblas son necesarias, como todo. Pero te entiendo porque soy de luz, de día, de sol y de calor. Una de las cosas que me ha sorprendido es que se publicó en los años 70. Me parece muy valiente haber publicado algo así en Japón en esa época. Revolucionario, sin duda.
EliminarUn besote.
(Tengo que releer a Banana).
Ni me sonaba este libro. Y ahora me dejas con ganas de leerlo. Ays, la luz, tan necesaria... Besotes!!!
ResponderEliminarEs un libro muy especial, muy metafórico, pero muy pegado a la tierra al mismo tiempo. Muy de mujeres, creo. Y con muchísimos matices que, estoy convencida, se me han escapado.
Eliminar¡Me alegro de habértelo descubierto!
Un besazo.
No sé. No creo que me anime. Tengo demasiadas cosas atrasadas. Por ejemplo, no había leído "Cumbres borrascosas". Lo acabo de terminar y me ha parecido una de las mejores novelas que he leído. Y también es un libro donde las mujeres son la llave del relato. En fin, si me lo encuentro por cualquier rincón de cualquier librería (cuando se pueda ir a hurgar en las librerías), Tal vez me lo quede.
ResponderEliminarBesotes