'Reloj sin manecillas'
'Reloj sin manecillas', Carson McCullers. | @Martatorresmol |
Siempre me habían dicho (gente que me conoce bien) que lo mío con Carson McCullers, cuando la conociera, sería amor. Amor del bueno. Flechazo. Enamoramiento. Pasión. Hasta que la muerte nos separe. Quizás... Bueno, quizás no, seguramente. Precisamente por eso la había dejado a un lado. Me había hecho la difícil. La había ignorado. Le he dado esquinazo todas y cada una de las veces que he visto, aunque fuera por el rabillo del ojo, uno de sus libros. Hasta que fue inevitable. Hasta que vi a mi madre devorando 'Reloj sin manecillas'. Un libro que el destino acabó colocando entre sus manos aunque no era para ella. La magia de los libros, que es caprichosa. Y que sabe mucho. Ahora, después de leerlo, sé que 'Reloj sin manecillas' era para ella, no para la persona para la que tenía que haber sido. Para quien lo compré y quien acabó dejándolo olvidado, sin haber dejado siquiera que el aire corriera una sola vez entre sus páginas, en la estantería de los libros por leer. Ésa que mira al mar y a la salida del sol.
Ese libro, el de Carson McCullers, a quien había evitado, sabía. Sabía que no era para quien lo compré, sino para quienes, al final, lo hemos leído. Las que lo hemos abrazado cuando necesitábamos parar de leer. Las que no nos hemos separado de él durante días. Las que nos lo hemos llevado de viaje, a la playa, a la cafetería y a la cama. Porque 'Reloj sin manecillas' es de esos libros que te llevas a la cama. De los que se te pegan a la piel y no te sueltan. Nunca. Lo sacas del bolso. Lo alejas de la mesilla de noche. Lo devuelves a la estantería que mira al mar y a levante. Pero él sigue dentro de ti. 'Reloj sin manecillas' habla de la soledad. De esa soledad transparente, que no se ve, porque quien la sufre está rodeado de gente. Esa soledad imperceptible la padecen todos y cada uno de los personajes que transitan por las páginas de la novela. Desde el juez Clane, cuyas ideas supremacistas, ancladas en los años en los que creció y fue feliz, lo alejan de quienes le quieren y le respetan a pesar de que es un buen hombre a Sherman Pew, el joven negro de ojos claros que se comporta como si fuera un blanco más en un momento y un lugar que aún no está preparado para ello. Esa soledad también se come por dentro al señor Malone, el farmacéutico, buen amigo del juez a quien le acaban de diagnosticar un cáncer terminal. Y a Jester, el nieto del juez, huérfano, apasionado de la aviación, fascinado (enamorado) de Sherman, de ideas modernas que siente que nadie entiende. Sola está también Verily. La buena y vieja Verily. La criada del juez. A quien apenas dan el pésame cuando asesinan a su sobrino porque es criada y negra y a quien Sherman, contratado por el juez, da la espalda al considerarla una criada. Toda esa soledad, la de todos ellos, esa que McCullers viste tan bien, con esa historia cotidiana, de vecinos que cortan las rosas y cortinas que bailan y mesas recién servidas, es la que se te va metiendo dentro, página a página, párrafo a párrafo. Hasta que abrazas el libro, que ya ha decidido quedarse contigo. Para siempre. Aunque lo devuelvas a la estantería que mira al mar.
"La muerte es siempre la misma, pero cada hombre muere a su manera. Para J. T. Malone empezó de un modo tan sencillo y vulgar que hubo un momento en que incluso tomó el fin de la vida por el comienzo de una nueva estación. El invierno que cumplió los cuarenta fue excepcionalmente duro para el pueblecito sureño: los días eran fríos y de un color pastel; y las noches, radiantes. La primavera llegó violentamente a mediados de marzo de aquel año 1953, y Malone se sentía perezoso y fatigado en aquellos días de viento y de las primeras flores."
Título: 'Reloj sin manecillas'
Autora: Carson McCullers
Traductora: Vida Ozores
Editorial: Seix Barral
Páginas: 304
Precio: 18,50€
Procedencia: biblioteca mamá
Oh, qué reseña más bonita y tierna pero es que Carson se la merece, ella es así y así escribía, pidiendo ese abrazo, ese hombro en el que apoyar a sus personajes.
ResponderEliminarAhora ya estás atrapada, que lo sepas.
Toca la siguiente cita, El corazón es un cazador solitario. O La balada del café triste...
Besos Dorothy Lee
Gracias, Norah. Qué bonito eso que dices del abrazo... Es exactamente así. Por respeto a mi cuentacuentos favorita creo que tiraré por 'El corazón es un cazador solitario'. Es su libro favorito.
EliminarBesines.
¡Hola!! Leí hace tiempo "Reflejos en un ojo dorado" de esta autora y me gustó. Es cierto que no me pareció una lectura como la que hoy nos muestras, en plan absorbente que te engancha y no puedes soltar, pero me pareció peculiar.
ResponderEliminarLo que más me gustó fue la forma de escribir de la autora, su forma de llegar a los sentimientos mas profundos de los personajes, de acercarte a ellos, de describirlos. También su prosa con cierto tono poético y cierto tono irónico que me sacó varias sonrisas.
Me alegra que al final, aunque te hayas resistido, hayas caído en sus brazos, jeje
A mí, con tu reseña, me has dejado con la miel en los labios, puede que la lea
Besos
Marian, la forma de escribir es maravillosa, muy bella y tierna a pesar de lo que muchas veces cuenta. Es un libro precioso. Triste, pero precioso. Espero que te animes.
EliminarUn besazo.
Vale. Voy a probar. Tus recomendaciones siempre traen cosas interesantes.
ResponderEliminarBesotes
Sorokin, creo que éste te gustará. Por la historia, por el ritmo, por cómo está escrito y por los personajes. Le pega, como acompañamiento, un té bien helado.
EliminarAbrazos.
Qué bonita reseña, anoto. Si es que al final es el libro el que nos elige...Un besote.
ResponderEliminarLeí hace años Reflejos en un ojo dorado, y me gustó mucho su estilo, su forma de contar. Pero no he vuelto a ella. Me tientas con esta novela que no conocía. Y mucho!
ResponderEliminarBesotes!!!