'Todo lo que no te conté': esos capullos de hilo invisible que tejemos
@martatorresmol |
Hay primeras frases míticas ("Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos...", "Todas las familias dichosas se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera...", "Constituía un placer especial ver las cosas consumidas...", "Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa...", "Llamadme Ismael..."). Y hay primeras frases como las de 'Todo lo que no te conté', de Celeste Ng, que no te permiten dejar de leer. Primeras frases que te atrapan, que te secuestran. Aunque te destripen el final. Tres palabras ("Lydia está muerta") que ya no te sueltan.
Lydia es la mediana de un matrimonio interracial. Tiene los ojos azules de su madre, Marilyn, y los rasgos chinos de su padre, James. Ambos se conocieron en la universidad, ella era alumna y él profesor. Fue una atracción instantánea. Y una relación que les aisló. Eran los años 60 y en Ohio aún no estaban bien vistos esos matrimonios. Un aislamiento y unos complejos que, sin pretenderlo, impregnan la vida de sus tres hijos. Nath es el mayor, es introvertido y sueña con ir a Harvard. Hannah es la pequeña, es transparente (llegó sin que la buscaran) y la única que ve, en realidad, todo lo que ocurre en casa. Y luego está Lydia, la mediana, la niña bonita de mamá, la niñita en la que Marilyn, que tuvo que dejar una prometedora carrera por la familia que estaban creando, carga todas sus ilusiones, expectativas y esperanzas. Un peso que Lydia no ha querido. Ni deseado. Ni buscado. Un peso del que no puede ni sabe desprenderse. Un peso al que se suma la adolescencia. Y el primer chico. Y el miedo a la vida sin su hermano cuando éste se vaya a la universidad. Y los pánicos heredados de la infancia, de aquella vez que su madre les abandonó durante meses.
Esa mañana de mayo, en ese desayuno familiar con el que comienza la novela, en esa casa cerca del lago, Lydia ya está muerta. Lleva unas horas muerta. Murió durante la noche. Aún tardarán días en encontrar su cuerpo. Unos días que sirven a Celeste Ng para ir hacia atrás. A los días anteriores a la muerte de Lydia. Semanas. Meses. Años. Nos mete en esa familia. Nos pasea por su historia. Desde el primer encuentro de James y Marilyn a los momentos de crisis. A las dudas. A las reacciones de los demás al ver ese amor entre una bonita norteamericana de ojos azules y un profesor de origen chino. A los nacimientos. Nos lleva de la mano a las habitaciones de los niños. A sus cabecitas, ésas por las que pasan muchas más cosas de las que sus padres imaginan. Pensamientos, sentimientos, creencias que no les cuentan a sus padres. Pensamientos, sentimientos, creencias que son la clave para saber quiénes son sus hijos. La llave a saber, sin dudas, qué le ocurrió a Lydia en su última noche. Porque eso, los capullos transparentes que tejemos a nuestro alrededor para escondernos y protegernos de quienes más nos quieren, es el auténtico tema de la novela. Pero Celeste Ng nos engaña, teje también su propio capullo de hijos transparentes para hacernos creer que lo importante es la muerte de Lydia. Y lo hace con una prosa sencilla, delicada, tierna, bella. Palabra a palabra, frase a frase. Sincera. directa. No nos esconde nada. Somos los únicos que lo sabemos todo. Sabemos, incluso, desde el principio, que Lydia está muerta. Y a pesar de eso no podemos parar de leer.
"Lydia está muerta. Pero esto aún no lo saben. 1977, 3 de mayo, seis y media de la mañana. Nadie sabe nada excepto este dato inocuo: Lydia llega tarde a desayunar. Como siempre, junto a su cuenco de cereales su madre ha dejado un lápiz recién afilado y los deberes de física de Lydia, seis problemas con pequeñas marcas color rojo. En el coche, camino del trabajo, el padre de Lydia sintoniza en el dial WXKP, 'la mejor fuente de noticias del noroeste de Ohio', molesto por el chisporroteo del ruido estático. En las escaleras, el hermano de Lydia bosteza, todavía enmarañado en el tramo final del sueño que ha tenido. Y en su silla en un rincón de la cocina, la hermana de Lydia está inclinada con ojos como platos sobre sus copos de maíz, chupándolos uno a uno hasta deshacerlos, esperando a que aparezca Lydia. Ella es la que dice, por fin:
-Hoy Lydia está tardando mucho".
Título: 'Todo lo que no te conté'
Autora: Celeste Ng
Traductora: Laura Vidal
Editorial: Alba
Colección: Contemporánea
Páginas: 336
Precio: 19,50€
Procedencia: comprado
Me encantan estos dramas domésticos. Las novelas sobre vidas. Y las prosas sencillas pero bonitas, como si el autor, la autora en este caso, las hubiera mimado.
ResponderEliminarMe la apunto aunque ya me da pena de Lydia.
Besos, Dorothy Oates.
PD. qué bien huele el hawaiian tropic.
Norah, rascar en los temas domésticos no es más que rascar dentro de nosotros mismos y eso, también a mí, me parece fascinante. La aventura más fascinante posible. Te caerá bien Lydia. Todos hemos sido ella en algún momento de la adolescencia.
EliminarBesines
P.S: Huele tan bien que en invierno, cuando tengo días de bajón, lo uso como crema hidratante porque me pone de buen humor.
Huele que alimenta. Yo me lo untaría en el pan jejeje. Besos a las dos.
EliminarMe gusta, me llama la atención lo que cuentas. Una novela en la que se desgrana las relaciones, situaciones personales, sentimientos, modo de ver la vida de cada miembro de una familia en la que uno de ellos acaba muriendo. Apetece meterse en esa prosa delicada y tierna que comentas. Vamos que ahí queda en mi mente para una futura lectura
ResponderEliminarBesos
Marian, una de las cosas que más me ha sorprendido es la ternura y la delicadeza con la que Ng explica una historia que, en el fondo, es durísima. Y cómo te lleva adelante y atrás para que tengas todos los datos. Es una maravilla.
EliminarBesotes.
No me sonaba de nada. Y me gusta mucho lo que cuentas. Creo que disfrutaría mucho con esta lectura, así que otra para la lista.
ResponderEliminarBesotes!!
Margari, es de esas lecturas que te atrapan desde la primera línea pero que no puedes leer a toda velocidad porque necesitas tiempo para ir asimilando, entendiendo y atando cabos.
EliminarBesos.
¿Por qué me suena tanto Celeste Ng? Voy a indagar. Ahora vengo... No sé. Creo que no he leído nada de ella pero algo me suena haber visto por ahí. Este libro tiene buena pinta. Me uno a lo que dice Norah, esa forma de narrar sencilla pero que gusta y sienta bien es un aliciente para acercarse a una novela.
ResponderEliminarMarisa, este libro y otro que se ha publicado no hace mucho han tenido bastante éxito. Por esa forma de narrar y de darle importancia a todas esas cosas cotidianas que parece que no la tienen. Te gustará.
EliminarBesines.
Este libro anda rondando por ahí, y aunque prefiero dejar que pase un tiempo cuando un libro hace mucho "ruido", tomo nota de él, algo en lo que dices me ha dado un tirón...
ResponderEliminarUn abrazo
Ana, a mí me pasa igual, cuando la gente habla mucho de un libro me da un poco de reparo. Por las expectativas, más que nada.
EliminarAbrazos.
Otro autor y otro libro que me descubres. No me sonaban de nada, pero tal como lo describes tiene buen aspecto.
ResponderEliminarBesotes
Sorokin, hasta que vi el libro, a mí tampoco me sonaba, pero es un descubrimiento. Me ha encantado.
EliminarBesines.
Lo tengo anotado, lo que pasa es que anotas y anotas y luego te traes a casa solo la mitad de lo anotado, pero no quiero perderle la vista, cereo que yo tampoco podría dejar de leer. Un besote!
ResponderEliminarRocio... No sé qué se me acabará antes, el papel en la libreta de anotar libros que quiero o las paredes en casa para colocarlos. Es una maravilla.
EliminarUn besazo.
Ese comienzo me ha recordado a "Canción dulce" de Leila Slimani. Sin embargo empezar conociendo el desenlace no estropea el resto. Fue una muy buena lectura, y la que comentas también lo parece.
ResponderEliminarUn abrazo