Maya Hansen: "Ponerse un corsé depende de la actitud de la mujer, no de su cuerpo"
Quienes me conocen bien saben que uno de mis pequeños sueños factibles es tener, algún día, un corsé de Maya Hansen. Me enamoré de ellos desde la primera vez que los vi. Me gustó su delicadeza, su estilo clásico, los materiales nobles... Y me gustó aún más saber que todos ellos se realizan en un taller, de forma artesanal. Un espacio al que vas, escoges, te toman las medidas... Me encandiló pensar en que antes de la liturgia de ponerte ese corsé (porque sí, abrocharse los corchetes y ajustar luego las cintas es toda una liturgia) había otra liturgia: la de su confección. Hace unos días este amado oficio mío me brindó la posibilidad de entrevistar a la diseñadora. Sólo lamento que, cosas del tiempo, se quedaran algunas buenas preguntas en el tintero.
(Hay quien denosta el corsé. Que lo considera una prenda machista o que cosifica a la mujer. No creo que sea así. Toda mujer es libre de vestir como quiera y como le guste sin tener que darle vueltas a lo que van a pensar los demás. Es una prenda muy especial. Cada mujer tendrá sus propias sensaciones. A mí, entre otras cosas, me hace sentir Wonder Woman).
Maya Hansen no ha olvidado la sensación de la primera vez que se probó un corsé. Fue en una tienda de «corsés de verdad» en Berlín. Está convencida de que ese momento marcó su posterior carrera. Hansen se graduó con matrícula de honor en el Centro Superior de Diseño de Moda de Madrid. Mostró sus colecciones durante tres años en EGO, la hermana pequeña de la pasarela Cibeles, donde debutó en 2011. Su popularidad, desde entonces, no ha dejado de crecer. A pesar de esto, la diseñadora tiene algunas cosas muy claras: que no va a pasarse al p rêt-à-porter y que quiere seguir mimando cada detalle de sus prendas.
Hace unos años dijo: «Si no hay corsé no hay Maya Hansen». ¿Lo mantiene?
Creo que sí. Lo estoy demostrando. A pesar de que en las últimas colecciones incluyo vestidos lápiz, vestidos muy estructurados y otro tipo de prendas, siempre mantengo, entre los 20 ó 25 looks de cada desfile, varios corsés. Lo hago porque pienso que abandonar nuestra seña de identidad, que es lo que ha hecho que la gente nos conozca, no sería muy inteligente. Por otra parte, lógicamente, cualquier diseñador evoluciona partiendo de la base, de las estructuras. Puede haber prendas que no son corsés, pero los patrones están muy trabajados, tienen formas arquitectónicas, con muchos cortes y con un patronaje similar. Así que sí, mantengo esa afirmación de que si no hay corsé no hay Maya Hansen.
Con lo de las formas arquitectónicas se me ha adelantado a la pregunta: ¿Cuánto hay de arquitectura a la hora de concebir el patrón de un corsé?
Los corsés son de las prendas más complejas que hay dentro del mundo de la confección debido a la cantidad de piezas que llevan por dentro y a su construcción... Precisamente, en mi última colección, para la que me he basado en el constructivismo ruso, he trabajado junto a tres arquitectos: Jesús San Vicente, que es quien hizo la instalación de la pasarela en la Mercedes Benz de Madrid, y luego he tenido dos ayudantes que son arquitectas. Con ellas hemos pasado mis dibujos a un programa que se usa normalmente en arquitectura para el diseño de piezas. Hemos cortado las piezas que forman las prendas con corte láser. He estado buscando muchísima gente para trabajar. Soy bastante exigente con mi equipo porque me gusta que las prendas sean impecables. Para mi sorpresa, la conexión con las arquitectas ha sido inmediata y, sin embargo, gente que se dedica a la confección o a la costura desde hace más de veinte años no me entiende o no comprende mis patrones como lo hace un arquitecto. Eso me ha dejado un poco descolocada, la verdad. Pero bueno, si lo que tengo que hacer es trabajar con gente de fuera del mundo de la moda, mientras la encuentre, encantada.
Se hizo famosa con los corsés, pero cada vez en sus colecciones hay muchas otras prendas. ¿Era un paso lógico al participar en pasarelas importantes?
Claro. Nosotros somos diseñadores, no somos gente que hace vestuario histórico. El corsé es una pieza de los siglos XVII y XVIII que, queramos o no, tiene unas connotaciones. Se ha utilizado en teatro y en cine. Siempre estás investigando el patronaje de la época, pero lógicamente así como avanzas en las colecciones vas evolucionando. También vas creciendo, madurando. Tanto tú como diseñadora como tus clientas, las que empezaron contigo. Van cumpliendo años, las ves evolucionar y te piden otro tipo de prendas. La moda se renueva cada mes, prácticamente, y tenemos que estar atentos a eso. Independientemente del ADN que tengamos tenemos que estar muy bien informados del sector al que pertenecemos. Puedes ir por libre y decir «yo hago este tipo de prendas que es lo que más vendo», pero a la hora de desfilar en una pasarela tienes una responsabilidad muy grande, debes aportar algo nuevo, una visión diferente. Hay mucha gente que querría estar en tu lugar y sólo somos 35, creo, los privilegiados que estamos ahí. Es un honor y si no aportas nada nuevo la gente, que es exigente, lo nota. Intentamos que en cada colección se aprecie que hay una nueva visión. Ahora, por ejemplo, estoy haciendo lo que llamo comfy corsets [corsés cómodos], suaves, con cremallera...
¿Cremallera?
Sí. Si me hubieras hecho esta entrevista hace unos años y me hubieras preguntado si he añadido alguna vez una cremallera a un corsé, te hubiera dicho que eso sería estar en la antítesis de lo que hago.
¿Entonces?
Hoy por hoy tengo muchas clientas de Arabia Saudí y de otros países árabes que me dicen que les parece muy bonito el tema del corsé, pero muchas de ellas se quieren vestir solas o no tienen tiempo. Quieren vestirse en cinco minutos sin estar pendientes de sus maridos o de alguien que les ayude a abrocharse el corsé. Las escuchas y al final valoras lo que te sugieren. (seguir leyendo)
Así que no contenta con llenarnos la estantería ahora también nos llenas el cajón de la ropa interior. Lo que más me gusta es la sensación que tienes cuando la llevas para ti misma y eso es suficiente para sentirte mejor. Y sí, las compras solo porque son bonitas ¿y?
ResponderEliminarHe visitado la página y me parecen preciosos aunque ya puedo empezar a ahorrar, uf.
Y mira, lo de que cosifican me parece una tontería, más apretadas que van algunas en pantalones dos tallas menos de lo que corresponde y nadie dice nada... A ver si dejan a la gente, y en especial a las mujeres, un poco tranquilas y hacer lo que les dé la gana.
Besos, Dorothy Von Teese
Norah, soy muy de lencería, la verdad. No sé lo que es un pijama de franela ni la batamanta ni los camisones calentitos. Eso no entra en mi casa. Ni cuando he estado en pareja ni cuando no. Es por mí. Hay que ahorrar. Para el corsé de Maya, para los Manolos, para el vestido básico de Dolce & Gabbana, para unas esmeraldas bien grandes, para una primera edición de Larra... Una vez, en Marruecos, el recepcionista del riad en el que nos alojábamos me hizo un comentario que me hizo entender de una vez por todas que no eres tú quien determina la mirada de los demás sobre ti. No depende de ti, para nada.
EliminarBesos (no sabes cómo me gustaría ser una diva de burlesque)