'Hombres buenos', regreso a las tardes de uniforme y libros de aventuras
@Martatorresmol |
He vuelto. He regresado de París. De la España de fines del XVIII. De un viaje, más bien una misión, lleno de peripecias y peligros. He regresado de todos ellos. Pero sobre todo he vuelto de un lugar y un tiempo mucho más lejano. He vuelto de las lecturas de infancia. De aquellos libros de aventuras en los que me sumergía algunas tardes, aún con el uniforme del colegio pero descalza, para creerme por un rato viajera, pirata, científica, diosa griega, marinera, reina, guerrera, espadachina, mosquetera, princesa, niña demasiado curiosa, heroína, hada, hechicera... Porque eso es 'Hombres buenos', de Arturo Pérez-Reverte, una auténtica novela de aventuras. Como las que leí de niña y de adolescente. Una novela gustosa. Trepidante. De ésas que hacen que te sorprendas hablando con los personajes, alertándoles de lo que se le viene encima, rogándoles que no se adentren en ese paraje, que no confíen en esa persona o maldiciendo su ingenuidad. Porque sí, por mucho que me gusten los personajes turbios, por muy interesantes que me parezcan en la mayoría de los libros, por muchas vueltas que les dé después de haber cerrado el libro, en uno como éste sólo puedo estar con los buenos. Es lo que tienen los libros de aventuras clásicos, que te obligan a tomar partido. Y mi bando en esta lectura es, sin ninguna duda, el formado por el buenazo de don Hermógenes Molina (bibliotecario) y el reservado Pedro Zárate (almirante), integrantes de la Real Academia de la Lengua que deben viajar a París para hacerse, por encargo de la institución, de los 28 volúmenes de la 'Encyclopédie' francesa, prohibida en España. Una misión a la que los amantes de los libros que perdemos la noción del tiempo en las librerías de viejo no podemos resistirnos.
Aventuras y libros... Y tiempo. Por rápido que leas, las 600 páginas no se acaban en un par de horas. La historia da espacio para mascar y digerir la trama. Para ver con detalle los escenarios. Para conocer bien a los personajes, hasta el punto de intuir, pasados los primeros sustos y peripecias, sus reacciones. Espacio (páginas, detalles y profundidad) para saber cómo se mueven, cómo respiran, cómo sienten, con qué ríen, qué les atormenta, cuáles son sus debilidades... Un espacio que últimamente echo de menos en buena parte de los libros caen en mis manos, más centrados en la historia y en la forma que en los personajes. Si tienes un buen personaje, da igual lo que haga o lo que le pase, aunque sólo contemple el horizonte seguirás leyendo. En 'Hombres buenos' no hay sólo uno. Tengo debilidad (es una cuestión muy personal) por el brigadier Zárate. Su porte, su caballerosidad, su inteligencia, su afición a la lectura, su elevado concepto del honor... Pero reconozco que el sicario Pascual Raposo, que intenta frustrar su misión pagado por dos académicos que no tienen los redaños de hacerlo ellos mismos, y el abate Bringas, la singular 'ayuda' que les presta el conde de Aranda en París, son también dos caramelos. Un tanto envenenados o indigestos en algunos momentos si estamos de parte de don Hermógenes y don Pedro, pero caramelos.
He disfrutado como lo hice de niña (fui lectora muy precoz) con Verne o Dumas. De hecho, no sé si es por esa sensación de regreso a aquellas tardes o porque realmente es así, pero me ha parecido ver el espíritu de ambos escondido entre las líneas de 'Hombres buenos'. Hay quien cree que el final es demasiado abierto. A mí no me lo parece. El resultado de la misión queda claro desde las primeras páginas. Esas que no he querido ni mirar ahora (leí el libro en 2015, durante varias mañanas de sol junto a la piscina, en un largo parón del blog) para no volver a quedarme atrapada en esa aventura plagada de peligros. Como toca.
"Los descubrí al fondo de la biblioteca, sin buscarlos: veintiocho volúmenes en cuerpo grande, encuadernados en piel de color castaño claro desvaída por el tiempo, maltratada por dos siglos y medio de uso. No sabía que estaban allí -buscaba otra cosa y había estado curioseando en los estantes-, y me sorprendió leer en su lomo: Encyclopédie, ou dictionnaire raisonné. Se trataba de la primera edición."
Título: 'Hombres buenos'
Autor: Arturo Pérez-Reverte
Editorial: Alfaguara
Páginas: 592
Precio: 22,90€
Procedencia: comprado
Procedencia: comprado
Qué bien me lo pasé con esta lectura. Me apunté al mismo equipo que tú, el de los buenos, porque a mí es que los malos no me la dan y además creo que a veces es más difícil ser bueno. Como lectora tardía que fui no tengo esos recuerdos literarios de infancia pero sí de las pelis de fin de semana por la tarde.
ResponderEliminarUn beso Dorothy Montecristo.
Norah, yo me lo pasé muy bien dos veces: lo leí, no lo reseñé, pasó un año y dándole un ojo para escribir la entrada en el blog me quedé enganchada. Yo lo tengo claro: es mucho más difícil ser bueno, no les permitimos un movimiento en falso mientras que a los malos les dejamos que de vez en cuando sean buenos. Me están dando ganas de volver a leerlo...
EliminarUn beso, Norah Dantès
Si me lo pintas así, no me puedo resistir. Y mira que con este autor me cuesta animarme. Enganchada a su Alatriste, pero el resto de sus novelas, salvo El maestro de esgrima, me han costado. Pero con éste me voy a animar.
ResponderEliminarBesotes!!!
Margari,si te gustó Alatriste, ésta te encantará. A mí me parece que tienen la misma esencia: personajes atractivos, aventura, buena documentación... ¡Anímate!
EliminarBesines
Cuando vuelva a leer a Pérez-Reverte, con toda seguridad será ésta la novela elegida. Porque además me encanta la historia de nuestro siglo XVIII.
ResponderEliminarUn abrazo.
Letraherido, espero que te guste, a mí me ha encantado. De hecho, la leí dos veces: una cuando salió y otra, un año más tarde, cuando le daba un ojo para escribir la reseña. Ya me contarás.
EliminarAbrazos
Me lo compré el día del libro del año pasado creo, pero voy leyendo y leyendo y dejando títulos atrás y todavía no me he puesto. Me ha encantado tu entrada y el título. Me lo apunto de nuevo como recordatorio. Un besote!
ResponderEliminar