Escorpiones junto a la Ciudad Prohibida*
(Fotos: Marta Torres. Prohibida la reproducción sin permiso expreso) |
Cuenta el dicho que en el sur de China se come todo lo que vuela menos los aviones, todo lo que nada menos los barcos y todo lo que tiene patas menos las mesas. Parece una exageración. Pero solo hace falta dar una vuelta por el mercadillo nocturno de comida del distrito de Dongcheng, en Pekín, para empezar a pensar que, quizás, sea verdad. Y eso que Pekín está al norte del país. A media tarde, cuando el sol comienza a caer, la calle Donghuamen se transforma. En una de sus aceras, pegados al carril bici que serpentea por toda la ciudad, decenas de cocineros empiezan a montar sus puestos, desde los que se ve, al fondo, el muro Este de la Ciudad Prohibida. Todas las paradas son idénticas: fondo rojo, techo blanco, farolillos de papel rojos y amarillos y mostradores atiborrados de todo tipo de comida. Materia prima, alguna, increíble para el turista occidental.
El mercadillo nocturno de Donhuamen no es una atracción turística, aunque no hay viajero que pase por la ciudad que no se acerque a él, sino un lugar en el que cenan y meriendan los habitantes de Pekín. Caminan de puesto en puesto, con calma, probando algunas de las delicatessen que se ofrecen: brochetas de larvas, escorpiones, penes de varios animales, caballitos y estrellas de mar, serpiente, saltamontes, gusanos, cigarras… También algunos productos más corrientes como frutas, verduras, todo tipo de setas, brochetas de ternera, corazones de pollo, riñones, calamares o berenjenas rellenas. Los dependientes, chaquetilla blanca y delantal y gorra rojos, despachan a los clientes a una velocidad de vértigo y sonríen a los turistas que se dejan caer por los puestos, más curiosos que hambrientos. Todos hacen el gesto de llevarse algo a la boca, animando al visitante a degustar alguno de los platos.
El espectáculo no está únicamente sobre los mostradores de los puestos. A lo largo de la calle, centenares de chinos comen con fruición, con gusto, con gula. Un anciano engulle de un solo bocado un escorpión marrón de unos cinco centímetros, otro se detiene en mitad del mogollón para devorar con calma y unos palillos su plato de verduras y setas al vapor, una niña hace pucheros porque se le ha caído al suelo la última fresa con caramelo de su brocheta, una adolescente intenta arrancar de un mordisco la pata de una estrella de mar… Los olores de los centenares de platos, preparados al momento, se mezclan en el ambiente, cargado del humo que sale de planchas y ollas.
Comer en el mercadillo es barato. La mayoría de los platos cuestan entre 5 y 30 yuanes (que allí todo el mundo llama renmimbi, dinero del pueblo), lo que, al cambio, serían entre 65 céntimos y algo menos de cuatro euros. Entre lo más barato, los fideos con verduras o carne, que sirven de unas enormes y humeantes y ollas, y lo que, en un esfuerzo por hacerse entender los vendedores definen como «hamburguesa china»: una masa entre marrón y roja de carne picada que colocan en un panecillo y que los chinos devoran con ansia, chupando y lamiendo el aceite que les chorrea entre los dedos.
Otros de los alimentos comunes son los dim sum (pequeñas empanadas hechas al vapor), que se exponen perfectamente colocados en hilera, y los platos de verduras y setas cocidas. El cocinero coge lo que el cliente señala e inicia el ritual: lo sumerge en agua hirviendo unos segundos, lo pasa por un colador, añade el condimento, vuelta de nuevo al agua hirviendo y otra vez colado antes de añadir más condimento y servirlo en una bandeja de plástico blanco. Y todo en apenas unos segundos. Uno de los platos más demandados son las brochetas. De carne, pescado o marisco. Desde riñones y corazones de pollo o ternera a tentáculos de pulpo que, antes de colocar sobre la plancha, sumergen en agua hirviendo. También hay larvas, de unos dos centímetros de diámetro, redondas, brillantes, idénticas. Cinco por palillo. Y penes de ciervo y cabra (en la ciudad hay un restaurante especializado en este producto, considerado un manjar por los chinos).
En las bandejas de uno de los puestos, centenares de estrellas de mar fritas. Naranjas, con las puntas de cada una de sus cinco patas curvadas sobre sí mismas. Y caballitos de mar. Diminutos. De apenas unos tres o cuatro centímetros. Perfectos. Como si aún estuvieran dentro del agua. Los extremos del mercado, los primeros puestos de cada punta, son territorio dulce, el espacio de los postres, brochetas de fruta caramelizada y el popular helado frito, que poco tiene que ver (como la mayoría de la comida china) con el que se sirve en los restaurantes de Occidente. Las enormes bolas de helado, envueltas en su rebozado, aguardan en los puestos. Se fríen unos segundos y se sirven con coco rallado. Aunque, sin duda, la estrella de los postres son las brochetas de fruta con caramelo. Fresas, kiwi, piña, melón y ciruelas cubiertas con una delicada capa de caramelo casi transparente que mantienen caliente en teteras de hierro con boquilla de dragón. Al romper la capa dura de caramelo explota la frescura de la fruta. Nadie se marcha del mercadillo sin una. Especialmente pasadas las diez de la noche, cuando se apagan los farolillos rojos y los cocineros, que empiezan a recoger, prácticamente las regalan.
*Publicado en 'Gastronomía & Restauración 2012'
Dedicado especialmente a Sorokin y Claudia
Con lo raruno que soy yo para comer, no sé si me atrevería con cosas tan exóticas. Tampoco sé si podría resistir la curiosidad si alguna vez los tengo delante. Por lo menos uno de esos helados fritos caería seguro.
ResponderEliminarEl artículo es genial. Y como Pascua, China es de esos sitios que, si alguna vez la economía lo permite, me gustaría visitar.
Besotes
Rober, créeme, al final te dan menos asco los escorpiones que la sospechosa 'hamburguesa china'. ¡Al menos sabes lo que estás comiendo! El helado frito está espectacular. China es un país fascinante, aunque da mucha pena ver todo lo que ya se han cargado en pro del desarrollo. Espero que puedas visitarlo pronto.
EliminarBesos
Muy interesante el artículo, me ha gustado conocer este mercadillo gastronómico
ResponderEliminarCreo que si probaría muchas cosas de las que se mencionan... o eso creo jaja
Me ha gustado la entrada! Un besote!
Sandra, depende del hambre con el que vayas. Y, si no te atreves, siempre te quedan las frutas, las setas y los helados.
EliminarMuchas gracias.
Un beso
¡Dorothy!¡Qué bien lo cuentas, mujer! Me ha encantado tu relato y te doy efusivamente las gracias por tu dedicatoria. Me has hecho sentirme otra vez en Pekín. La historieta que yo conté sobre mi viaje en 2011 (http://diriodeunaburrido.blogspot.com.es/2011/04/un-paseo-por-pekin.html) queda totalmente empalidecida por la fuerza y el colorido con el que cuentas tu experiencia. A mí lo que más asquito (y miedo, pardiez, miedo) me daba eran los pinchitos de escorpión. Lamentablemente, no ví los penes de cabra (ya serían de cabrito, digo yo). Capullos de gusano de seda sí comí (en el restaurante de los guardias rojos). Tengo que volver, que me faltan muchas cosas.
ResponderEliminarUn beso
Sorokin, tanta efusividad me a acabar poniendo más colorada que la salsa de la ahmburguesa china. No me creo que tu relato empalidezca. Es curioso, a mí lo de los pinchitos de escorpión me parecía lo más light. Las estrellas y los caballitos de mar sí que me daban asco. Y las larvas. ¡Puaj!
EliminarHay que volver a China. Siempre se queda grande.
Un beso
Desde aquí parece que huelo todas esas delicias que nos describes, el ambiente. Gracias por compartir con nosotros este bonito y apetitoso paseo.
ResponderEliminarBesos
Lu, me alegro de que te hayan llegado los olores y el ambiente. Muchas gracias.
EliminarBesines
uyy si cojo unas tarjetitas me doy una vuelta por china y hago de las mías... como hice con Japón en el Jardín... umhhh! Estos chinos acabarán comiéndose unos a otros... cuando acaben con el resto y si no tiempo al tiempo... Bss
ResponderEliminarMariCari, sabes que soy fan de tus aventuras japonesas. Y de tus aventuras de japoneses en el Jerte. Tranquila, antes de que se coman unos a otros habrán caído en el capitalismo salvaje y sólo comerán McDonald's.
EliminarBesos
Pues es verdad, amiga, es verdad, no pienso pisar un McDonald's hasta que recuenten a todos los chinos y no falte ni uno, umhhh últimamente creo que es mejor ser vegetariana ¿te apuntas? ja, ja... bss
EliminarMariCari, me haría vegetariana de mil amores porque me encantan las verduras, pero hay un problema: me pierdo por un chuletón de buey vuelta y vuelta...
EliminarAy, no sé yo si probaría esos "manjares", si acaso el helado... Una que es un poco quisquillas con la comida, Dorothy.
ResponderEliminarBesos,
Carmen, te creo. Yo no soy nada quisquillosa y también me daba reparo...
EliminarUn besote
Uys, si lo escribes así dejas con ganitas de probar. Pero estuve ahí hace ocho añitos exactos y te aseguro que fuí incapaz de probar nada...
ResponderEliminarBesotes!!!
Margari, hace falta tiempo para acostumbrarse. El primer día no te atreves, el segundo te lo piensas y el tercero ya caes porque no te parece tan extraño.
EliminarBesines
Ay Dorothy, mucha hambre tendría que tener yo para probar algún vichejos de esos...
ResponderEliminarAunque la verdad es que siempre he tenido curiosidad en probar hormigas azucaradas,(aunque no es comida china sino del Amazonas, creo) al menos el nombre me atrae.
Pero como digo yo, nunca se sabe!!!!
Besotes :)
Nieves, aunque no probaras nada, seguro que te fascinaba pasear por los puestos. Y sí, a mí también me haría gracia probar las hormigas.
EliminarUn besazo
Dorothy que maravilla de post, mañana se lo pasaré a mi una de mis hijas que está estudiando Chino, y claro todo lo que tiene que ver con esta cultura la fascina, incluida la gastronomía, ayer precisamente estuvo haciendo "din sun" de carne, con verduras, en una Vaporeta de Bambú, que se a comprado expresamente, seguro que cuando se vaya al año que viene a terminar la carrera en China, se pasea por este sitio, y recorrerá todos los puestos y conociéndola, probará todo, por que ella es valiente y se atreve con cualquier cosa ( imagínate si no, estudiar ese idioma precisamente y no otro). Mil gracias por el paseo, casi llego a oler todos esos productos, y saborear el frescor de esas frutas, de las brochetas de caramelo, un placer para los sentidos. Que pases un feliz día.
ResponderEliminarJota, yo quería apuntarme a clases de chino, pero con mis horarios (no tengo horarios) es imposible. Las vaporetas de bambú son fabulosas, y no sólo para la comida asiática. Yo hago las verduras al vapor en ella, así que róbasela de vez en cuando. China es un país fascinante, todo te sorprende, en todo momento, seguro que sus primeros meses allí, descubriendo todo, son apasionantes. Las frutas con caramelo están riquísimas. Probé a hacerlas en casa, pero no es lo mismo. cuando has probado algo, lo que sea, en el lugar que toca, luego lejos de ese lugar no sabe igual.
EliminarUn besazo para ti y otro para tu hija
Qué post tan chulo, yo soy muy de visitar los mercados de los lugares a los que voy, es verdad que hay cosas que tiran para atrás (las larvas por ejemplo me da... que no sé si terminaría por animarme). Pero como dices, con el paso de los días, y viendo lo que hay a lo mejor uno "cae". Jeje. Besos
ResponderEliminarMarilú, a mí también me chiflan los mercados. Siempre visito alguno cuando voy a algún país. Me da la sensación de que es uno de esos sitios en los que realmente puedes conocer a la gente de un país. ¡Me encantan! Seguro que caería algo, pero estoy contigo, las larvas son de lo peorcito. Me daba mucho asco verlas ahí pinchadas...
EliminarUn beso
Me ha encantado la entrada!! Es muy original, así como algunas de las cosillas que comen por allí... Ay! No sé si sería capaz de probar algunas de ellas.
ResponderEliminarAbrazo!
Zamarat, gracias. Créeme, después de varios días te atreverías. Cuando ves que todo el mundo lo come, y con ganas, acabas por perderle respeto a algunas cosas. No a todas, pero a algunas sí.
EliminarUn besazo
De todo eso, lo que más me gustó fue la descripción de los postres... ¿dulcera, yo? Nooooo
ResponderEliminarPero claro, esas cosas suenan normales...
Ana Laura, no me digas que te gusta lo dulce... Yo soy más de salado, la verdad, lo dulce me gusta sólo un bocadito, para quitarme la gula, pero soy incapaz de acabarme un postre entero. Es verdad que los postres parecen normales, comparados con lo demás...
EliminarUn besote
Jeje, estuve en el sur de China hace unos años y en ese viaje me alimenté exclusivamente de verduras y arroz jaja... Volví hecha un figurín. Conozco a gente que, claro, como viajan por negocios y para no hacerle un feo a los clientes tienen que probar esos "manjares". Para ellos sería una ofensa si no lo hiciéramos.
ResponderEliminarDe todas formas, todo depende del cristal con que se mire: no nos olvidemos que nosotros comemos caracoles, puajjjj (bueno, yo no :-))
Petonssss
Dona, ¿arroz y verduritas? ¿No probaste el pato? ¿Ni las terneras? ¿Aunque sólo fuera eso? Yo he alucinado con la comida china, no con la del mercadillo, que es muy diferente, sino con la comida china, por llamarla de alguna manera, normal. Había un restaurante delante del hotel un poco cutre pero siempre lleno de gente y todo lo que probamos estaba delicioso, nada que ver con la comida china de los restaurantes de aquí. Increíble, de verdad. A nosotros nos dan asco algunas de sus comidas, pero ellos se llevan las manos a la cabeza cuando les dices que en España se come conejo. Se mueren del asco al escucharlo.
EliminarUn petonàs.
Siempre he dicho que si quieres conocer un país debes verlo desde todos los angulos y la gastronomía es uno de ellos. Lo que me admira de los chinos es que con pocas materias y no muy caras hacen unos platos llamativos y apetecibles. Supongo que los "bichitos" deben ser nutritivos.
ResponderEliminarBesitos
Ely, no concibo viajar y acabar comiendo en el McDonald's o el Pizza Hut, como hacen algunos. En alguna ocasión he tenido que comer lo que me ofrecían por no ofender, pero nunca ha sido algo que me diera mucho asco. Además, cuando ves la expresión con la que te lo ofrecen no puedes decir que no. Y sí, ya lo dice mi abuela: "Lo que no mata engorda".
EliminarUn besote
¡Qué maravilla de entrada! Es que te ves allí!!
ResponderEliminarHasta me han dado ganas de probar las estrellas de mar fritas. Otras cosas no, jeje.
La verdad es que hay que ver los sitios reales de los lugares que se visitan... es lo que más encanto tiene.
Besos
Eva, pues a ver si vas y luego me cuentas cómo saben las estrellas de mar. A mí es una de las cosas que me daban más grima, aunque veías a las chinas comérselas con un gusto... Seguro que están buenas. Sí, yo hace tiempo que paso bastante de las rutas turísticas en los viajes. Veo lo que hay que ver y luego me gusta perderme por mi cuenta.
EliminarUn beso
Dorothy, estaba de vacaciones, así que no lo había leído, muchas gracias por dedicárnoslo. Es una gozada ese mercado, cuántas cosas. Aunque no sé qué tanto superaría mis prejuicios para con algunos bichos. Peor aún así es fascinante.
ResponderEliminarLos de los postres de fruta con la capita ligera de caramelo ha hecho volar mi imaginación… voy corriendo a leer el otro pots de los viajes.
Gracias y abrazos
Claudia, créeme, cuando llevas allí varios días viendo a los chinos disfrutar con algunos de esos 'bichomanjares' te lo piensas. Para el que está de visita lo que importa es el espectáculo, la gente, los olores... La comida da igual.
EliminarUn abrazo