Minestrone (a la manera de Dorothy)

 



El lunes llegó el frío. Bueno, aquí le llamamos frío, pero un mesetario se reiría de mí. Mirando la temperatura, claro, porque luego, aquí, los 13 grados que se meten en los huesos por culpa de la humedad consiguen que echen de menos sus dos grados. El caso es que el lunes llegó el frío, ese momento en el que la piel se eriza debajo del ligero camisón cuando salgo a dar el primer sorbo del café con leche a la terraza, mirando el mar (la Mar), y eché de menos una buena sopa minestrone. Calentita. Sabrosa. Un pelín picante. Uno de mis básicos de invierno. La preparé por primera vez hace mucho, cuando vivía en Barcelona, en un sábado en el que los cristales del salón, tras pasar la noche temblando, se cubrieron de nieve. Un sábado frío en el que no me apetecía vestirme ni peinarme ni salir de casa. Y busqué en mis libros, revistas y libretas de recetas algo de cuchara (soy muy de cuchara) que pudiera preparar con lo que teníamos en casa. Y así entró la sopa minestrone en mi vida.

Lo bueno de esta sopa es que puedes jugar tanto con ella... La idea es hacerla con verduras de temporada, así se aprovecha que están en su mejor momento, de sabor y para el bolsillo. Además, la puedes adaptar a tu gusto. Que no te gustan las judías verdes, pues no se las pones. Que te flipa el apio, pues cortadito y adentro. Y, sobre todo, como me pasó a mí la primera vez que la preparé, a lo que tengas en ese momento en la nevera. Yo suelo hacerla sólo con verduras, legumbres y pasta, pero si os gusta más el arroz, pues ponedle arroz. Y, si necesitáis engañar vuestro paladar para comer verduras y legumbres con alegría, pues siempre le podéis dar un toque de jamón picado por encima en el momento de servir o un vuelco absolutamente carnívoro con unas costillas de cerdo, unos trozos de chorizo o cualquier otra carne o embutido que os guste. Dicho ésto, yo no os lo recomiendo porque os perderíais una delicia. Cascar un huevo en la sopa con el fuego ya apagado y revolver, como si fuera una sopa de ajo, le da un puntito interesante. Sea como sea, hacedla. Es económica. Se prepara rápido. Está riquísima. Y calienta el estómago y el corazón.

Ingredientes:
—1 cebolla
—3 tomates maduros
—1 calabacín pequeño
—1 puerro pequeño
—1 zanahoria
—1 ramita de apio
—2 litros de caldo (de verduras o pollo)
—400 gramos de judías blancas ya cocidas
—Pasta mediana (yo uso tiburones o coditos)
—Sal y pimienta
—Nuez moscada
—Aceite de oliva
—Parmesano en un trozo
—4 hojas de albahaca

Preparación:
—Picad todas las verduras menos el tomate muy pequeñitas. Cuanto más pequeñas las cortéis, menos tiempo necesitaréis, así que como os guste más o como os convenga más en función del tiempo que tengáis. (Yo he escogido éstas, pero podéis usar las que os gusten o las que haya de temporada eso sí, la cebolla y el tomate son básicos). No mezcléis la cebolla con el resto de las verduras. 

—Rallad los tomates. La pulpa, vaya, la piel la tiráis.

—En una olla, pochad la cebolla a fuego lento en un par de cucharadas de aceite de oliva. Es importante que la cebolla no se dore, sino que se quede transparente.

—Cuando la cebolla esté transparente, añadid la pulpa del tomate y un pellizco de sal. A mí me gusta con tomate natural, pero sé que hay quien usa tomate de lata, natural o triturado. Dejad que el tomate se vaya haciendo, hasta que haya perdido bastante agua y el color sea un poco más intenso.

—Volcad entonces en la olla el resto de las verduras picadas y dadles un par de vueltas, un par de minutos, no más.

—Echad el caldo y esperad a que hierva. Coced unos diez minutos y añadid entonces las judías blancas. Sirven las de bote, pero en ese caso tened cuidado al sacarlas del bote para que no se rompan y pasadlas por agua. Agregad pimienta al gusto, nuez moscada (con cuidadito) y comprobad el punto de sal.

—Coced otros cinco minutos y, si vais a consumirla al momento, añadid la pasta y coced lo que indique el fabricante. Si no vais a comerla al momento, o hacéis para varios días, no le echéis la pasta, dejad ese paso para cuando sí vayáis a consumirla.

—Cuando la pasta esté hecha y el fuego parado, sumergid las hojas de albahaca y dejadlas un par de minutos antes de sacarlas.

—Servid y rallad parmesano al gusto sobre cada plato. Si os gusta la sopa un poco más densa o no tenéis parmesano a mano, yo a veces cometo el sacrilegio de, ya en el plato, mezclarle una cucharada de yogur griego sin azúcar. Le da un puntito más ácido que a mí me encanta.

Buon appetito!


Comentarios

  1. Hola. Me encanta cómo lo cuentas. Ya sabes que lo de cocinar no me va bien pero me gusta mucho la narración, me pasan con los programas también.
    Una bonita postal de invierno.
    Besos Dorothy Child

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    1. Norah, a mí es que me encanta, ya lo sabes, todo lo que tiene que ver con la cocina y la gastronomía. De hecho, se avecinan más entradas de recetas, ya te aviso. Espero que aunque no las prepares, las sigas disfrutando.

      Un besazo.

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  2. Nunca he probado esta sopa, así que me guardo bien esta entrada y a ver si me animo a hacerla y probarla.
    Besotes!!!

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    1. Margari, a mí me encanta, la verdad, pero es que soy muy muy muy de cuchara. Si te animas, ya me contarás.

      Besines.

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  3. La voy a intentar reproducir, seguro, seguro, porque me ha entrado un hambre leyendo tu receta que mi estómago, mi hígado, mi páncreas, mis pulmones, están aullando: ¡¡¡¡Minestrone, minestrone de Dorothy!!!! Y hoy, que tenemos 0ºC en Woluwé y una espesa niebla, todavía más. Una pregunta: ¿no picas un ajito para pochar junto con la cebolla? Uno solo, pequeñito. En cuanto a las verduras, yo no puedo pasar sin un pimiento verde, no sé, tal vez lo añada. Claro, que ya no sería el minestrone de Dorothy, sino una chapuza sorokinesca. Bueno, lo pensaré.

    Besotes

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    1. Sorokin, sí al ajito, por supuesto. Yo a veces se lo pongo. Respecto al pimiento... Hace tiempo que me di cuenta de que al pimiento, sea del color que sea, le gusta el protagonismo. Y es lo que le doy: coca de pimientos, albóndigas a los tres pimientos, pimientos asados, pimientos a la brasa, crema de pimientos, salsa de pimientos, ensalada de pimientos... Pero huyo de incluirlo en platos como secundario. Se molesta y saca lo peor de él, sobre todo cuando tiene calor y tiempo para hacerlo, para enmascarar todos los sabores. Lo pongo en el gazpacho y con mucho cuidado. O en ensaladas. En definitiva, que yo no se lo echaría, a riesgo de que te amargue (en el sentido literal) el plato, pero si tú no puedes prescindir de él: Avanti pepe!

      Besines
      (Y ya me cuentas cómo te ha ido)

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  4. Pues me la llevo para ponerla en práctica. Ya te contaré. Besos!!

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