Memorias de una vaca (Bernardo Atxaga)

 

'Memorias de una vaca', de Bernardo Atxaga | @martatorresmol


Negra. Un poco rebelde. Con alma de Houdini. Y muy lista. Así es Mo, la protagonista de 'Memorias de una vaca', de Bernardo Atxaga, publicado en la mítica (al menos para los lectores de mi quinta) colección Barco de Vapor. Por eso, por recuperar aquellas primeras lecturas que devoraba compulsivamente, creo que rescaté este libro del mercadillo solidario que, una vez al año, monta una de mis bibliotecas (sí, soy usuaria de varias). Lo rescaté (sí, de nuevo) de una de las montañas de libros pendientes de leer que brotan sin descanso por los rincones de casa una tarde de esas un poco tontas en las que el bochorno abotarga las neuronas y me sentía incapaz de meterme de nuevo en el sitio de Sevastópol. Irme a las montañas del País Vasco con una vaca un poco loca me parecía un plan más apetecible. Aunque sea una lectura juvenil. Supuestamente juvenil. Porque la verdad es que tanto por la historia como por el tono y el lenguaje es una lectura también para adultos.

'Memorias de una vaca' es, exactamente, eso, las memorias de una vaca que nace en un caserío del País Vasco en el que rápidamente, porque es muy espabilada, se da cuenta de que algo ocurre. A ello la ayuda su gran amiga, La Vache qui Rit, mayor que ella, contrahecha y con aversión a las vacas tontas, entre las que no se encuentra la protagonista de esta historia. Y es que en el caserío tiene pocas compañeras, apenas unos ejemplares de vacas negras, como ellas, y rojizas. No hay otros animales. Y algunas noches, a pesar de que en la finca hay hierba fresca de sobra, celebran lo que los animales llaman "el banquete", que no es otra cosa que encerrarlas en el establo y llenarles los comederos de pienso. Pero por separado. Unas veces el banquete es sólo para las negras. Y otras, sólo para las rojizas. Además, no hay ninguna pauta. Eso hace que a Mo, que sabemos que hace tiempo que salió de la granja y que vive su vejez con una simpática monja que le siega hierbas variadas para comer, se le disparen las alarmas y que, tras mucho rumiar (en los dos sentidos) con La Vache qui Rit, descubra qué pasa en ese falso caserío. 

Más allá de la historia, una de las cosas que más me ha gustado del libro es el tono irónico que tiene. Las dobles lecturas. Los guiños. La forma de hablar de la monja, que mezcla el francés con el castellano, y las reflexiones que hacen Mo y La Vache qui Rit (que está convencida de que es un jabalí que nació con el cuerpo equivocado de una vaca), más humanas que vacunas. Para leer en una tarde. Y reírse.


"Por lo visto tenía que nacer, y acabé naciendo en un bosque del País Vasco a poco de terminar la guerra de 1936. El bosque pertenecía a los terrenos de la casa llamada Balanzategui, y a aquella casa quedé adscrita; allí tuve mi primer establo y mi primer hogar, y allí pasé también la primera época de mi vida, la más importante. Cierto que no me quedé durante mucho tiempo, cierto que llevo años lejos de aquella casa; sin embargo, mi espíritu sigue anhelando aquel rincón del mundo. Y, ¡quién sabe!, a lo mejor este espíritu mío vuela hacia allí cada vez que me quedo dormida. Porque ya lo dijo un sabio oriental: El mirlo de Estambul siempre vuela hacia Estambul.

Yo no seré mirlo ni zorzal ni pájaro de ninguna clase, que bastante más grande y pesada ya soy, pero no digo ninguna mentira si afirmo que mi corazón no es muy diferente del de ellos. Efectivamente, mi corazón es como el de un pájaro; si por él fuera ahora mismo abriría mis alas y me pondría a volar hacia la tierra de mi niñez."


Título: Memorias de una vaca

Autor: Bernardo Atxaga

Traductora: Aránzazu Sabán

Editorial: SM

Colección: Barco de Vapor

Páginas: 208

Precio: 1,5€

Procedencia: mercadillo


Comentarios

  1. Qué mítica esta novela y aquella editorial. Yo tengo alguno, pero pocos. Recuerdo que salió con dos títulos que todo el mundo compraba pero yo en aquella época no era lectora. También me gusta volver a mis primeras lecturas, tienen una carga emocional especial. Pero lo veo más para eso, para refugiarse en recuerdos. En mi caso, este no tiene.
    Besitos Dorothy Spiry.

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  2. Se los compraba a mi hija y este en cuestión también. Ahora duermen en un baúl hasta que se los lleve a su escuela. Tiene por costumbre darle uno a cada alumno para que se lo lleven a casa y lo lean como si de una biblioteca se tratara.
    Así se los irían pasando. Pero ahora con el bicho...

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  3. Hola Dorothy!! Me maravillan este tipo de novelas, así que ni me lo pienso, anotadísimo me lo llevo. Es un género que me encanta y sé que disfrutaré mucho con su lectura. Me alegro de que te
    haya gustado tanto. ¡Gran reseña y gracias por tu recomendación!¡Ya me tienes como seguidora! Besos!!

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