Iris y las semillas mágicas


Iris y las semillas mágicas (Nicola Skinner) | @martatorresmol

Si os cayeran semillas en la cabeza, ¿qué os crecería?

Cómo me conocen algunas personas... Regalarle a una mujer adulta un libro de literatura infantil y juvenil siempre es un riesgo. No todos se atreven. Estoy segura de que sólo un par de personas de las que me quieren y me conocen bien se pararían delante de 'Iris y las semillas mágicas', de Nicola Skinner, en cualquier librería. Y de ésas, a su vez, muy pocas le echarían un ojo y me lo regalarían. Y eso hubiera sido una pena, porque la aventura de Iris Fallowfield, esa niña que vive en una ciudad gris, ceméntica y asfáltica, es un auténtico caramelo. Un novelón. Divertido. Tierno. Con mensaje. Nada cursi. Un poco punky, incluso. Y bastante feminista.

Iris es una adolescente buena. Con una intención clara de ser buena. De no molestar a nadie. De sacar buenas notas. De hacerle la vida más fácil a su madre, que la cuida en solitario. Por eso, cuando en su instituto organizan un concurso para premiar al alumno que mejor se porte, esto es, que cumpla más a rajatabla las normas, está decidida a ganarlo. Eso es lo que ella pretende. Y lo tiene realmente fácil, vistos sus antedecentes. Pero claro, no todo va  a ser fácil. Si fuera así, no tendríamos novela. Así que un día, en casa, descubre algo en el árbol viejo y abandonado que hay en el patio (el único árbol, de hecho, que hay en la ciudad): un sobrecito de semillas. Algo que a su amiga del alma, Neena, una jovencita apasionada de la ciencia que ha montado un laboratorio en su propia casa, recibe con gran alegría. Tanta, que se embarca con Iris en la aventura de sembrar lo que sea que haya en el sobrecito. Que no es otra cosa que semillas mágicas. Y no os penséis que de ellas nacen árboles gigantes que llevan a castillos en las nubes, no. Esas semillas se las ingenian para llegar hasta las cabezas de quienes están cerca, donde crecen en todo su esplendor. Cabelleras de rosas, de crasas, de girasoles, cactus y hasta flores que huelen a cadáver. Eso, depende de ti. De cómo seas.

No cuento más para no destriparos la historia, pero ya os aviso de que Iris y Neena no serán las únicas que acaban con melenas botánicas y de que el tema cabezas floreadas generará polémica, hará que Iris se olvide por completo de ganar el concurso de buen comportamiento y, sobre todo, servirá para descubrir por qué la ciudad es gris, por qué el río ya no corre por ella y por qué el del patio de Iris y su madre es el único árbol de la ciudad. Imposible parar de leer una vez que empiezas. Y eso que el libro comienza con una seria advertencia: "No es normal abrir un libro nuevo y que te adviertan de que es arriesgado. Pero si queréis saber la verdad, y nada más que la verdad, debo deciros que este libro encierra un peligro entre sus páginas". 

Y la pregunta, ahí, dando vueltas desde el primer brote: Si me cayeran semillas en la cabeza, ¿qué me crecería?


"Cuando la prensa y los periodistas se enteraron de mi historia, escribieron un montón de mentiras. Las más gordas fueron:
1. Procedía de un hogar desestructurado.
2. Mamá era una madre soltera horrible.
3. Con unos orígenes como los míos, no era de extrañar que hiciera lo que hice.
Ninguna era cierta... Bueno, excepto que mamá sí es madre soltera. Pero ella no tiene la culpa de que mi padre nos abandonara cuando yo era un bebé. De todos modos, se me quedó grabada otra cosa: sí procedía de un hogar desestructurado.
Oh, no del tipo al que se refieren en términos como 'llevaba unos pantalones harapientos y me lavaba los dientes con azúcar'. Pero nuestra casa sí parecía vieja y destartalada; siempre había algo estropeado".

Título: Iris y las semillas mágicas
Autora: Nicola Skinner
Traductora: Sonia Fernández-Ordás
Editorial: Harper Collins
Páginas: 368
Precio: 14,90€
Procedencia: regalo familiar

Comentarios

  1. ¿Qué me crecería? Pues de todo, en especial un mogollón de disparates fruto de sueños que no se pueden cumplir y contando desde ahí...pues un no parar de cosas. Nuestra cabeza parece ilimitada aunque la ciencia pueda demostrar lo contrario.
    Bien, el libro me gusta mucho, me encantaría leer esa historia aunque en mi entorno no es difícil que alguien me regale un libro infantil o juvenil pero muy determinados títulos, creo que me lo tendré que comprar.
    Me gustaría que Iris descubiera todas esas cosas geniales que le muestran las semillas pero sin dejar de ser buena. Puestos a pedir ¿por qué no todo a la vez?
    Un besote, Dorothy Gaiman

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    Respuestas
    1. Esas cosas no valen. Con las semillas sólo crecen productos botánicos. En mi caso, creo que dependería del día: unas mañana cactus, otras gardenias y otras un campo de calabazas en toda regla. Es un libro maravilloso, estoy segura de que te gustará porque hay mucho más de lo que he contado y es precioso.

      Un besazo.

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    2. Traducido a botánico crecerían cosas mutantes. Si madrugo entonces será un cardo borriquero gigante, cuando sueño, girasoles, y todo tipo de flores azules. Y sauces llorones y olivos y orquídeas.

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    3. Jajajaja... El cardo borriquero, aunque pica, siempre me ha parecido precioso.

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