Mujeres que encienden luces
@martatorresmol |
Cuando enciendes la luz ya no puedes dejar de ver las grietas. Han estado siempre ahí, antes, incluso, de que tú existieras. Seguramente por eso no las veías. Como tampoco veías que eran peligrosas y que alguien (tú, todas, todos) tenía que meterles mano y arreglarlas. Aún no entiendes cómo no las habías visto. Porque no es la primera vez que enciendes la luz. Antes no las distinguías ni con el sol de mediodía y ahora no puedes ignorarlas ni con la luz apagada, en la oscuridad más absoluta. Te angustia que se hagan más grandes, que se te acabe cayendo la casa encima, y empiezas a hacer de albañil. Pero las grietas son tan grandes que sola no puedes. Cuando llegas al techo se han vuelto a abrir por el suelo. Miras la luz y ya te da igual si está encendida o apagada, porque ya siempre verás. Y te quedas allí, con tu espuerta de cemento, esperando a las demás, a las otras mujeres que también enciendan la luz y ya no puedan dejar de ver, incluso con ella apagada. Sabes que llegarán, porque hay mujeres que van esparciendo la luz, encendiendo bombillas, una detrás de otra, prendiendo guirnaldas de destellos y colorines, haciendo que, poco a poco, todas veamos las grietas, nos remanguemos y empecemos la faena de acabar con ellas, convencidas de que llegará un día en que podremos mirar la pared con un microscopio sin ver ninguna grieta. Sólo las cicatrices, que nos recordarán cómo estábamos. Y podremos dejar el cemento y disfrutar de la igualdad.
Y tras esto, sólo puedo levantarme y aplaudirte!
ResponderEliminarBesotes!!!
Margari, gracias. A quien debemos aplaudir de verdad es a esas mujeres, que no siempre lo tienen fácil y a las que, en ocasiones, les dicen de todo.
EliminarUn besazo.
Algún día las grietas se irán, confío en ello yo también.
ResponderEliminarPrecioso texto.
Un abrazo.
Sofia, a ver si es más pronto que tarde.
EliminarMuchas gracias.
Besines.
Sin luz, a oscuras, de noche, a la pálida luz del amanecer, yo no necesito verlas. Sé que están ahí, las siento vibrando y sé que un día me tragarán. Quizá, del otro lado de la grieta todo sea mejor. Quizá.
ResponderEliminarSorokin, no debemos dejar que nos traguen, tenemos la obligación de intentar repararlas. Aunque sólo sea por las futuras generaciones. ¡Huye de las grietas!
EliminarSaludos.
Siempre habrá grietas. No hay cemento que las tape para siempre. Besos
ResponderEliminarMarisa, yo soy de las que confía en que un día no las habrá, aunque sé que no voy a ver ese día.
EliminarBesines.