Carta de un librero
Pedro González | Sergio G. Cañizares |
Pedro González es librero. Mi librero de cabecera. Es alguien de cuyo criterio me fío. Y en cuyo criterio confían aquellos que me regalan libros (seguramente no habría llegado a 'El secreto de Joe Gould' y 'Todos nuestros ayeres' sin su recomendación) . Ama su oficio. Disfruta viendo a la gente hojeando libros en su librería, aunque no los compren. Se apasiona hablando de libros. Y se enamora de algunos. En sus estanterías nunca falta un ejemplar de 'Martin Eden', la vida de ese marino que "descubre la belleza de la vida y se la quiere comer a bocados". Esa historia complicada y medio autobiográfica de Jack London que, para él, tiene uno de los finales más bellos de la historia de la literatura. En sus mesas los clásicos se mezclan con esas novedades que quedan escondidas por las grandes apuestas de las editoriales y en cuyas páginas vale la pena sumergirse. La semana pasada, Pedro (aquí podéis leer una entrevista con él), que hace un año y medio abrió su propia librería (Sa Cultural), envió una carta a los medios de Ibiza. Una carta que le salió "de las tripas" y que es "un grito" al que todos los amantes de los libros deberíamos atender. Aquí os la dejo.
"Querido amigos:
Esta es una carta especial, un deseo, un sueño, un instante compartido. Somos libreros y es hora de dar un golpe en la mesa, es el momento de decir que aquí estamos y no nos vamos a ir. A pesar de un mundo en constante cambio, a pesar de la falta de compromiso de las instituciones con nuestro oficio, no nos vamos a mover de aquí. Creemos en lo que hacemos, sentimos que somos una parte muy importante de la cultura de un barrio, de una ciudad, de un país. La gente ha de conocernos, ha de comprender nuestro esfuerzo y dedicación y necesitamos de vuestro apoyo para ello. Son pocas las noticias en las que se habla de nuestro oficio, pocas las veces que si no es por algo negativo, se habla de lo que hacemos y amamos. Soñamos despiertos, disfrutamos de nuestro amor por las historias, por las vidas de otros que protegemos y recomendamos a cualquiera que se decide a entrar en nuestro refugio literario. Siempre miramos hacia delante nunca nos rendimos a pesar de todo. Como decía Baudelaire, nos embriagamos de poesía, de una pasión que sale de lo más profundo de nuestro espíritu. Una librería es un baluarte, una defensa contra el vacío absoluto, contra el silencio más aterrador. Antes de que tengamos que aprendernos los libros de memoria, queremos luchar por mantenerlos, por vencer a cualquiera que quiera acabar con nuestra forma de vida. Hoy la marea está alta y no se ve la playa, pero mañana será otro día y podremos caminar y sentir la arena."
Fíjate que no tengo librero ni librera. Que nunca hablo con ellos, agacho la cabeza y los obvio como a todos los de todas las tiendas sean de lo que sean. Tampoco hay ese tipo de librerías en mi tierra, el librero suele estar en la caja a sus cosas. Creo que los que más hablan son los de La casa del libro, así que imagina el percal.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la carta, y me apunto el sitio para visitarlo si un día aterrizo por esa mágica tierra.
Hace tiempo que admiro a las personas que se dedican a algo que aman, que han sabido pelear por lo que querían, contra viento y marea y renunciando muchas veces a muchas cosas. Y ahí están, aguantando. Espero que los receptores de la misiva hagan algo, que igual eso es mucho esperar.
Besos Dorothy Hanff
Norah, yo tengo dos libreros de cabecera: Pedro y Vicent. Son dos hombres apasionados por los libros, por su oficio, con los que es un placer hablar y, sobre todo, que te piden los libros que no tienen y en una semana los tienes aquí. No voy tanto a las librerías como me gustaría por una cuestión de horarios. Cierran a mediodía, que son las dos horas que tengo para hacer las compras y mis cosas. En la entrevista, Pedro dice que abrir una librería "es un acto de valentía y de amor". Creo que tiene toda la razón del mundo porque, evidentemente, nadie abre una librería para hacerse rico.
EliminarUn besote.
Qué bonita carta! Y qué bonito es luchar por dedicarte a lo que te gusta, a lo que te apasiona. Porque es que se nota en cada frase cómo ama los libros, cómo ama su profesión.
ResponderEliminarBesotes!!!
Margari, organizan, además, presentaciones de libros, ruedas de prensa de asociaciones... Muchas cosas para tratar de acercar los libros a las personas.
EliminarBesines
Es genial tener un librero de cabecera, yo no lo tengo. Me guío por mi instinto literario (que a veces me falla) y sobre todo por las recomendaciones de los usuarios de la biblioteca donde trabajo. Me gusta mucho intercambiar con ellos recomendaciones de libros, ellos me recomiendan a mí y yo les recomiendo a ellos. Yo también soy de las que adoro mi profesión y bendigo el momento en el que decidí ponerme a estudiar para sacarme mi plaza de bibliotecaria.
ResponderEliminarLa carta me ha llegado, espero que a otros también
Besos
Marian, he tenido varios. Hace años, desde la adolescencia y hasta hace unos diez años, tenía dos libreros fabulosos, un asturiano y un uruguayo que llevaban una librería fantástica. Enorme, de techos altísimos, con unas estanterías de madera oscura que llegaban hasta arriba y llena de escaleras para trepar hasta los últimos estantes y cotillear. La luz era muy tenue, había un espacio de libros de segunda mano y me podía pasar horas y horas allí hablando con ellos y mirando uno por uno los volúmenes. En las tardes de lluvia, cuando la librería estaba tranquila, a veces me invitaban a un café o un chocolate del que se hacían para ellos. Era uno de mis refugios. Cuando estaba un poco de bajón, agobiada, nerviosa... Era uno de los sitios en los que encontraba paz. Casi un templo.
EliminarBesos.
(otro día te hablo de mis bibliotecarias y mi bibliotecario, que también montamos un cambalache de libros y unas charlas de horas...)
Yo tampoco tengo "un" librero de cabecera, tengo varias librerías de cabecera en Bruselas, en mi barrio, "a livre ouvert", con varias chicas que me aconsejan y, en el centro, "Waterstone's" para los libros ingleses y la FNAC, que tiene libros en castellano. Los de la librería inglesa son muy simpáticos y me hacen descuento. La FNAC, como en todas partes, es muy impersonal. Pero la verdad es que me fío también de vosotras, los/las bloggers. Lo que no creo que llegue a hacer nunca es comprarme una de esas pantallitas de Amazon para leer libros en conserva. Lo siento por los árboles de Finlandia.
ResponderEliminarSaluditos
Yo tengo una librera a la que adoro y de la que me llevo lo que me pone en la mano, que no suelen ser novedades, sin preguntar. Y luego soy fiel a las newsletter que envía la librería Cálamo porque son las mejores del mundo. Así, sin exagerar ni nada
ResponderEliminarBesos
Yo no tengo librero de cabecera. Voy de una librería a otra y no soy muy fiel en ese aspecto pero me parece muy bonito es relación que se forja entre librero y lector, tan bonita que me da hasta envidia. Muy bonita entrada. Besos
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