Las doce mejores lecturas de 2017
'Hombres buenos', una auténtica novela de aventuras
He vuelto. He regresado de París. De la España de fines del XVIII. De un viaje, más bien una misión, lleno de peripecias y peligros. He regresado de todos ellos. Pero sobre todo he vuelto de un lugar y un tiempo mucho más lejano. He vuelto de las lecturas de infancia. De aquellos libros de aventuras en los que me sumergía algunas tardes, aún con el uniforme del colegio pero descalza, para creerme por un rato viajera, pirata, científica, diosa griega, marinera, reina, guerrera, espadachina, mosquetera, princesa, niña demasiado curiosa, heroína, hada, hechicera... Porque eso es 'Hombres buenos', de Arturo Pérez-Reverte, una auténtica novela de aventuras.
'Voces de Chernóbil', si duele leerlo...
No sé si habrá alguien que sea capaz de leer de un tirón, sin pararse a respirar, 'Voces de Chernóbil', de la Premio Nobel de Literatura de 2015 Svetlana Alexiévich. De hecho, si hay alguien capaz de leer este libro (por qué me parece que esa palabra se le queda pequeña...) de un tirón seguramente pensaría que lo ha leído sin entender o que no tiene empatía ni sentimientos. Y no tengo claro cuál de las opciones me gusta menos. Yo he tenido que parar en tres ocasiones, dejar mi edición de bolsillo reposando unos días sobre la mesilla de noche y volver después de lecturas menos contundentes. Si duele leerlo no quiero ni pensar en lo que le tuvo que doler a la periodista escribirlo.
'Los últimos días de nuestros padres', donde los libros deben doler
Hay historias que duelen. Libros que duelen allí donde deben doler los libros. Porque un libro que no duele (o que no conmueve o que no te hace reír, o mejor aún, sonreír, o que no te hace pensar o que no te obliga a mirarte por dentro) es un libro que ha pasado por tus ojos, pero no por ti. Y 'Los últimos días de nuestros padres', de Joël Dicker, es de los que no te dejan salir de él sin una cicatriz lectora más. De los que desearías no haber leído para poder tener el placer de volver a leer, virgen aún de sus páginas.
'Las voces del Pamano', siento haber tardado tanto
Confieso que he tardado demasiado en leer 'Las voces del Pamano'. Pido perdón por los casi tres años que he tenido este libro sobre mi viejo escritorio de la biblioteca, cubriéndose de polvo es una esquina lacada en blanco, sobre el cuero dorado. Siento infinitamente haberlo olvidado, o haber fingido que lo olvidaba, porque 'Las voces del Pamano', de Jaume Cabré, no se lo merece. Y, sin embargo, ahí ha estado, esperando como espera quien te quiere (o te desea) de verdad. Aguardando el momento justo, para abrirse y entregarme, sin rencores ni reproches, una historia de ésas que no se olvidan, que te acompañan, que se hacen un poco tuyas.
'Las últimas palabras', cuando un libro se esculpe
En estas islas, el archiduque Luis Salvador de Austria es bien conocido. Una figura recurrente. Alguien de quien se habla como si fuera un antepasado, con familiaridad, con cercanía, desproveyendo a la palabra archiduque que precede siempre a su nombre de toda grandeza e importancia.Un hombre al que da voz la académica Carme Riera en 'Las últimas palabras', un libro en el que la escritora fabula, imagina, intuye, proyecta (escoged el verbo que más os guste).
Si el destino se anuncia con música de charanga, mejor ponerse en guardia. Es una villanía maldecir a un perro. Sin la vergüenza la humanidad sería mucho mejor. Llega un momento de la vida en el que son los hijos los que educan a los padres. A los muertos se les debe juzgar como si estuvieran vivos. El valor no te lo encuentras un día en el bolsillo. Los cerdos son felices en cualquier lado. Una casa sin visitas es triste. Todo hombre, mirado muy de cerca, acaba dando pena. Son sólo algunas de las enseñanzas que supura 'Todos nuestros ayeres', de Natalia Ginzburg, maravillosamente traducida por Carmen Martín Gaite. Una novela que baila en la cotidianeidad, como las cortinas en una casa por cuyas ventanas se cuela el aire.
'Viaje a la aldea del crimen', habla el maestro
Cuando un maestro habla, el buen alumno escucha. Cuando un maestro escribe, la buena alumna lee. Devora. Analiza. Relee. Piensa. Subraya. Admira. Sueña. Mira al fondo de sus textos. Compara. Frunce el ceño. Vuelve a leer al maestro. Mastica lo que se se esconde entre líneas. Digiere. Y concluye. Cuando sea mayor quiero escribir como Ramón J. Sender. Quiero saber mirar y entender como lo hacía él para sus crónicas. Es la conclusión que saco de esa lección de periodismo que es 'Viaje a la aldea del crimen'.
'Voy', Gabi Martínez busca a Gabi Martínez
Llegué a 'Voy' por motivos laborales. Iba a escribir que por obligación, pero no, porque llegar a un libro, aunque sea por trabajo, no es nunca una obligación. Es más, incluso puede llegar a ser, como en este caso, un auténtico placer. Lo leí, lo devoré, en un par de noches. Horas que Gabi Martínez, al que debía entrevistar, le robó a mi sueño. Lo leí a velocidad de vértigo. Parpadeando, incrédula, ante semejante osadía. Sí, porque si hay un adjetivo que defina a este libro, a esta falsa novela, a este documental de papel, a este diario personal, es, sin duda, osado. Valiente, también. Temerario, incluso.
'Patria', el perdón
He disfrutado y sufrido mucho con esta novela. Perdón, con este novelón. Porque sí, es un novelón. De los que te pillan (lo siento, pero son los libros los que te escogen, no tú a ellos, por mucho que creas) y ya no te sueltan. Entiendo el éxito de 'Patria', de Fernando Aramburu. Tiene todos los ingredientes para ello.
'Tres días y una vida', la culpa
La culpa puede decidir una vida. Puede decidir por ti. Escoger por ti. Descartar por ti. Hacer como que olvida por ti. Fingir por ti. Mentir por ti. La culpa puede comerte. Darte un buen mordisco, un bocado atroz, que te deje medio muerto y una cicatriz que te impida olvidar. Y seguir comiéndote, poco a poco, royéndote y lamiéndote, el resto de tu vida. La culpa... Ésa es la protagonista de 'Tres días y una vida', de Pierre Lemaitre, que sigue fascinándome por su capacidad para tenerte con el corazón en la boca durante todas y cada una de sus páginas.
'Rendición', esa aterradora transparencia
Aún no me he recuperado de ‘Rendición’, de Ray Loriga. No me encuentro. No me siento bien. Estoy riendo, tomando unos vinos, callejeando, buceando bajo las olas y de repente... ¡Zas! Ahí aparece de nuevo. Ese hachazo inesperado de inquietud. De pesadumbre. De ansiedad. Porque ‘Rendición’ es eso: un sablazo que te parte en dos pero que no acaba contigo, para que veas y sientas cómo te desangras. Tiene algo este Loriga tan adulto del McCarthy crudo y descarnado de ‘La carretera’.
'Nos vemos en esta vida o en la otra', el 11-M
El 11-M. Las 191 vidas sesgadas. Y todas las que quedaron destrozadas para siempre. La sensación de inseguridad plantada de por vida en el país. Eso es, seguramente, lo que recordamos la mayoría de aquel fatídico 11 de marzo en el que nos pasamos la mañana entre el horror por lo que había pasado y la necesidad de saber quién estaba detrás. 'Nos vemos en esta vida o en la otra', del periodista Manuel Jabois, vuelve al 11-M, bueno, no al 11-M, a un tiempo antes, al tiempo en el que empezó a fraguarse el atentado.
Hombres buenos es todo eso, y tarde sábado con bocata de nocilla viendo la peli de la uno. Yo lo leí el año pasado y me saqué la misma sensación.
ResponderEliminarNo sé qué estoy esperando para las voces del Panamo, que sé ve venir mi arrepentimiento por la tardanza, porque con este coincidimos en lo bueno y en lo malo. Gabi también está pendiente así como repetir con Natalia a la que también conocí este año.
Besos Dorothy Grant
Norah, es que los libros de aventuras de verdad se echan tanto de menos... Sé que 'Las voces del Pamano' te encantará, estoy segurísima, igual que el de Gabi Martínez. Yo estoy pendiente también de repetir con la Ginzburg.
EliminarBesote.
Patria, Les darreres paraules y Voces de Chérnobil son los que leí y son grandes obras e impactantes. El resto espero leerlos con el tiempo. Feliz año y felices lecturas!
ResponderEliminarBesos
Marga, son tres grandes lecturas. la verdad es que ha sido un muy buen año de lecturas, me costó mucho escoger doce. De hecho, iba a quedarme en diez, pero añadí dos más...
Eliminar¡Feliz año!
Un petonàs.
Por aquí paso a leerte y desearte un Feliz año 2018.
ResponderEliminarUn gran abrazo :)
Feliz año, Nieves.
EliminarUn abrazo.
Coincidimos en algunas y otras de lecturas se me quedan grabadas en la retina porque sé que me gustarían aunque tienen pinta de ser durillas. Feliz Año Dorothy. Muchos besos
ResponderEliminarMarisa, sí, este año han abundado las lecturas duras, pero muy buenas. Supongo que tiene mucho que ver con el estado emocional en el que una se encuentra.
EliminarBesines.