Réquiem por unos zapatos
Ayer, después de nueve años, me despedí de ellos. Reuní el valor suficiente. Los saqué de su caja gris, los miré durante unos minutos, me los probé por última vez y los tiré a la basura. Me hubiera gustado quemarlos en la chimenea que no tengo, ver cómo desaparecían mientras los lloraba con lágrimas del tamaño de una rodaja de mortadela de Bolonia. Pero acabaron en una prosaica bolsa de basura. Me costó tirarlos. Toda la noche me atormentaron tentaciones de recuperarlos a pesar de que hacía más de un año que no me los ponía. Destrozados, con la punta pelada, el tacón limado y prácticamente sin suela. Imposibles de poner. Acabaron su vida útil como parte de un disfraz. Ellos, a los que durante casi una década les estuvieron reservadas las madrugadas de fiesta y las citas más esperadas. Fue amor a primera vista. Abandonados en un rincón de una estantería, escondidos por toneladas de stilettos negros, parecía que estaban esperándome. No miré el número. Tampoco el precio. Sabía que eran para mí. La noche que los estrené no podía dejar de mirar los destellos de su piel entre rosa y dorada. Los protegí de la arena cuando la madrugada terminó en la playa, durmieron en el hueco de la chimenea de un bar mientras mis cansados pies descalzos seguían bailando a la espera de que echaran el cierre y fueron copa de un poeta en una cálida noche de septiembre. Descansen en paz.
Que dolor más profundo deshacerse del complemento más valorado. Tengo varios de esos, zapatos, bolsos, vestidos en los que no cabe mi cintura desde hace varios años y que nunca volverá a hacerto y ahí siguen. Pero hay que dejar sitio para los próximos...a Rey muerto, Rey puesto!!!
ResponderEliminarHan viscut amb fidelitat al teu costat i ara han de marxar.
ResponderEliminarQuerida Dorothy, cómo sois las chicas, después de todo lo que te dieron, ni siquiera fueron merecedores de un funeral acorde con su historia.....
ResponderEliminarQué menos que haber esperado a Carnaval e introducirlos en el féretro de la sardina para que toda una multitud te acompañara en el duelo.
En fin, quién sabe si regresarán a tu vida reciclados/reencarnados en forma de cinta para el pelo.....
Una cálida noche de 26 de septiembre, me atrevería a decir
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