Un regalo deliciosamente sangriento
Cómics de niñas muertas muy vivas, películas de Tim Burton, cualquier cosa con calaveras, corazones sangrantes o el símbolo del veneno, Lovecraft, Poe, monísimas plantas carnívoras, vampiros... Cuando alguien que me conoce bien ve estas cosas piensa en mí. No es que vaya siempre vestida de negro, ni sea gótica, ni me pase el día invocando espíritus. Es sólo que me tira un poco lo oscuro, sobre todo si tiene un punto tierno. Así, no es de extrañar que cuando mi familia vio que en el Teatro Apolo de Barcelona Mario Gas recuperaba el musical 'Sweeney Todd' todos pensaran que era el regalo perfecto de cumpleaños. Avión, hotel y compras incluidas. Han pasado varias semanas desde que vi a Joan Crosas (Sweeney Todd) degollar como nadie y a Vicky Peña (Mrs. Lovett) rellenar con carne y loción de afeitar sus deliciosas empanadas y sigo alucinada. Creo que apenas parpadeé en las dos horas y media que duró el espectáculo. Todavía sigo tarareando algunas de las canciones, que ya conocía en inglés por la película de Tim Burton, a quien no eché de menos en ningún momento. Bueno, miento. En uno. Los tonos, las caras y los comentarios sin salir del recargado salón del teatro no pueden superar los bañadores antiguos de rayas y el singular día de playa que acompañan el tema 'By the sea' en la película. El resto, impresionante. Vicky Peña está divertidísima, Joan Crosas no se concede ni un segundo de relax en su atormentado rostro, los cantantes ponen los pelos de punta y la iluminación en ocasiones hace que las caras del coro sean espeluznantes. Más de diez minutos de aplausos. Eso sí. Al salir, a un japonés. Por si acaso.
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