Relatos de Sevastópol (Lev N. Tolstói)

Relatos de Sevastópol

Sevastópol. Allí, entre sangre, muerte, dolor y pólvora. Allí, bajo las estrellas que se confunden con bombas y bombas que uno cree estrellas. Allí, con el frío y el hambre arañando la piel y las tripas. Allí fue donde Tolstói se convirtió en general de las letras. Así lo explicó el propio escritor, que llegó al sitio de Sevastópol en noviembre de 1854 y que, más allá de disparar y asaltar trincheras, lo que hizo fue mirar. Observar. Fijarse. En los detalles, sí, en las acciones, también, pero sobre todo en los soldados. En sus compañeros de batalla. En sus miedos, sus ilusiones, sus esperanzas, su valentía y su arrojó, sí pero también sus muchas dudas. Y eso, más que la acción del ejército ruso contra la alianza turco-anglo-francesa, es lo que cuenta en las tres crónicas del sitio de Sevastópol: diciembre, mayo y agosto. Más que de literato, más que de soldado, Tolstói ejerce de periodista. De los que están, ven, oyen, sienten, comparten las vivencias y luego, con calma, las escriben. Estos relatos, que se adentran en los pensamientos y el día a día de sus compañeros, le han valido que se le considere el primer corresponsal de guerra moderno. Él, sin embargo, y a pesar de contar con el entusiasmo del zar, que impidió que la censura las prohibiera, no las vio nunca publicadas. No completas. Ni el propio Alejandro II consiguió que la censura no metiera sus largas zarpas en esos tres relatos.

Adentrarse en las páginas de los 'Relatos de Sevastópol' es meterse de lleno en unas calles en las que la vida urbana se confunde con la del campamento militar, donde los marineros que fuman se mezclan con los soldados que hacen guardia y con las muchachas que, en ese caos, pasean tratando de no mancharse sus vestidos de tonos empolvados. Una ciudad en la que los proyectiles se amontonan en cualquier rincón y en cuyas puestas de sol, sobre un mar (la Mar) plagado de botes y barcos, el sonido de los disparos acompaña el vals que interpreta la orquesta de uno de los regimientos. Es colarse en las conversaciones de tenientes, es temer por los que van al cuarto bastión, sonreír al leer que en mitad de una guerra un hombre puede pensar más en una mujer de pañuelo rojo que en su más que posible muerte, aguantar la respiración con la certeza de que esos dos hermanos que se han encontrado en el frente están diciéndose sus últimas palabras porque al menos uno de ellos tiene los días contados. Es contar las vértebras que se les marcan a los soldados a través de las viejas y sucias camisas, sentir la vergüenza del que se tira al suelo huyendo de una bomba que, misericordiosa, le deja entero, y el enfado de saber que un alto cargo del ejército cuenta billetes mientras sus hombres apenas tienen que llevarse a la boca. Es ver cómo, mes a mes de ese año de sitio, todo es cada vez más sucio, más repugnante, huele peor. 

No hay atisbo de romanticismo en esta suerte de diario de la guerra. No hay épica. Ni victoria ni derrota. Hay un día a día. Incierto. En el que las conversaciones de taberna se mezclan con el horror, la muerte y el dolor. Leer 'Relatos de Sevastópol' es vivir esos meses, de diciembre a diciembre, llegando, palabra a palabra, a la misma conclusión a la que llegó Tolstói: "Las cuestiones que no resuelven los diplomáticos menos aún las resuelven la pólvora y la sangre". 

"La aurora ya empieza a colorear el horizonte sobre al colina Sapún. La superficie azul del mar ya se ha despojado de la oscuridad de la noche y espera el primer rayo para empezar a jugar con su alegre brillo. Desde la bahía llegan el frío y la niebla. No hay nieve, todo está oscuro, pero el penetrante hielo de la mañana golpea en la cara y cruje bajo los pies y solo el incesante rumor lejano del mar, rara vez interrumpido por un estruendo de disparos en Sevastópol, rompe el silencio de la mañana. En los barcos un ruido sordo marca la octava media hora.
En la bahía Norte la actividad diurna poco a poco empieza a sustituir a la tranquilidad de la noche: aquí los centinelas se relevan haciendo sonar las armas; allí un médico va con prisa al hospital. Aquí un soldado se arrastra fuera de su cueva, se lava su bronceada cara con agua helada y, volviéndose hacia el rojizo Este, se santigua rápidamente y reza."

Título: Relatos de Sevastópol
Autor: Lev N. Tolstói
Traductora: Marta Sánchez-Nieves Fernández
Editorial: Alba
Colección: Alba Clásica
Páginas: 216
Precio: 16€
Procedencia: comprado

Comentarios

  1. Soy un fan de Tolstoi, pero no conocía este libro. Lo buscaré. El otro día, estuve viendo "The charge of the light brigade" de Tony Richardson, un fascinante episodio de la guerra de Crimea, donde antes de marchar sobre Sebastopol, la ineptitud de los generales ingleses hace que los rusos destrocen ese cuerpo de élite de la caballería británica. Hay un poema de Tennyson y otra peli de los años cincuenta sobre el tema. el tema es muy interesante y controvertido. Me gustará leer que cuenta el bueno de Tolstoi sobre Sabastopol.

    Besotes

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sorokin, las guerras siempre son momentos, por desgracia, interesantes. Muy interesantes, de hecho, vistos desde la distancia. Buscaré la película de Richardson, que no la he visto, y el poema de Tennyson. Las crónicas de Tolstoi son curiosas, como una de teatro que se fijara en lo que ocurre entre bambalinas y no en el escenario. Creo que te gustarán. Y se leen muy rápido. Además, la edición de Alba, como siempre, es una maravilla.

      Besines.

      Eliminar
  2. Hala, qué reseña más chula para lo que se adivina una excelente crónica. Me gusta mucho que vaya a lo humano, a lo pequeño y que podamos leerlo sin censuras, la realidad tal cual pero llena de gestos que pueden pasar desapercibidos por culpa de los acontecimientos. Sé que hay vida más allá de Karenina y que estaría bien mirarla pero me voy a esperar a tener ánimo para enfrentarme a esta temática porque está claro que merece la pena el esfuerzo.
    Besos, Dorothy Hemingway

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Norah, son crónicas de guerra, pero no hay nada gore en ellas. No se recrea en esa parte. Fíjate, que yo tengo a la Karenina en espera. Me pasa siempre con los libros muy grandes (de tamaño), que me cuesta mucho cogerlos porque como llevo el libro que leo siempre en el bolso, luego me pesa mucho. Ánimo, si es que se puede mejorar en esta época.

      Un besazo, (eso me queda graaaaaande).

      Eliminar
  3. No conocía tampoco esta obra de Tolstoi. Me gusta mucho lo que cuentas. Me gustará conocer a este Tolstoi corresponsal. Bien apuntado me lo llevo.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Margari, es una obra pequeña y que, además, se publicó bastante cercenada hasta no hace mucho. Es muy interesante.

      Besines.

      Eliminar
  4. Me gustan un montón los relatos pero no sé yo si este volumen me resulta tentador. La verdad es que creo que es una buena forma de acercarse al autor, al que me he asomado muy poco. No sé Dorothy, me lo pienso. Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Marisa, lo de relatos despista, porque, en realidad, son crónicas. Seguramente con algo de color añadido, pero crónicas. Una foto. Varias escenas. No son historias que empiezan y acaban. Y es esa sensación de que eran personas reales y no personajes inventados lo que más te llega. Al menos a mí.

      Besines.

      Eliminar

Publicar un comentario

Comenta, habla, opina, grita, chilla, susurra...

Entradas populares