Ojos de botón


—¿Cómo puedes alejarte de algo y acercarte de nuevo?— pregunta la niña de pelo azul.
—Has dado la vuelta al mundo— le responde el gato negro.
—Pues vaya mundo más pequeño— protesta de nuevo la pequeña.

No deja de ser curioso que 'Los mundos de Coraline' ocurran en un mundo que puede recorrerse en apenas un par de pasos. Pero es así. Así lo ha querido su director, Henry Selick, en esta fantasía en stop-motion que pretende recuperar el encanto de la maravillosa (maravillosísima, diría yo) 'Pesadilla antes de Navidad'. Coraline es divina, divertida, colorida con un punto oscuro y se pasa rápido. Aunque se llevará una decepción quien vaya a verla esperando encontrar en ella la magia que destilaba la aventura navideña de Jack Skellington. En aquella ocasión el trabajo de Selick (el auténtico director) quedó a la sombra del talento de Tim Burton (responsable de la idea y el diseño de la película). Es ese mismo talento el que se echa de menos en 'Los mundos de Coraline'. Es fantástica para los niños, pero a mí me faltó un poquito de estética siniestra y una pizca de ternura. Eso sí, salí del cine enamorada de algunos personajes, como las hermanas actrices que guardan caramelos de 1921 en un arcón y que protagonizan un desternillante número de cabaret con las sirenas de Ulises y la Afrodita de Boticelli de por medio, alucinada con algunos de los escenarios y, cómo no, encantada y feliz con el punto macabro de los ojos de botón.

Comentarios

  1. La primera vez que la vi me encantó. El otro día la puse y me gustó mucho menos. Creo que se queda en limbo de a quién va dirigida, ni para niños, ni para adultos... ¡Ya lo entiendo... para seres como yo!

    Un beso en tu botoncito!

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  2. David, aunque me gustó bastante, ya en la primera visión hubo detalles que no me acabaron de convencer, como que no se compensara el ligero puntito macabro con más ternura. La volví a ver no hace mucho y creo que a los mayores nos falta más ironía, cinismo y humor en 'Coraline' y a los niños se sobra pesadilla. Me temo que para gustar a todos no acabó de acertar el tono.

    Un beso desde dentro del espejo.

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