'Rendición', esa aterradora transparencia


@Martatorresmol

Aún no me he recuperado de ‘Rendición’, de Ray Loriga. No me encuentro. No me siento bien. Estoy riendo, tomando unos vinos, callejeando, buceando bajo las olas y de repente... ¡Zas! Ahí aparece de nuevo. Ese hachazo inesperado de inquietud. De pesadumbre. De ansiedad. Porque ‘Rendición’ es eso: un sablazo que te parte en dos pero que no acaba contigo, para que veas y sientas cómo te desangras. Tiene algo este Loriga tan adulto del McCarthy crudo y descarnado de ‘La carretera’. Los dos tienen mucho de apocalípticos, de gris, de cenizas, de tierra quemada, de no mirar atrás porque, por desgracia, por mucho que lo hagas no te convertirás en estatua de sal. Tienen algo el uno del otro y, sin embargo, están a años luz. El de McCarthy es la humanidad que se acaba, que se apaga. Es el hombre contra el hombre por la subsistencia. La tuya. Y la de los tuyos. El de Loriga son humanos sometiendo a otros humanos sin que se den cuenta. O sin que quieran darse cuenta. Y eso, creo, es mucho más perturbador. Aterra.

‘Rendición’ inquieta desde los primeros párrafos. Desde la primera frase ("Nuestro optimismo no está justificado, no hay señales que nos animen a pensar que algo puede mejorar"). Desde ese matrimonio que tiene a dos hijos soldados perdidos en una guerra que dura ya demasiado y que nadie tiene claro hacia qué lado se decanta. Desde ese país en el que, sabemos, la sangre y los lazos emocionales permitían conocer, en el pasado, el latido de los seres queridos. A tiempo real. Saber si están vivos. Desde esa casa de campo en la que él y ella esconden a un niño llegado de no saben dónde y perteneciente a no saben qué bando que deciden proteger y cuidar. Desde esa huida forzada a un lugar seguro. Un lugar seguro... Donde todas sus necesidades estarán cubiertas... En plena guerra... Sospechoso. Inquietante. Y es ahí, en ese momento, en ese trayecto en un autobús que se avería y con una sola garrafa de agua para todos, cuando el título del libro empieza a palpitarte en las sienes (...rendición-rendición-rendición...), a quemarte (...rendición-rendición-rendición...), un martillazo tras otro (...rendición-rendición-rendición...), cada vez más fuerte (...rendición-rendición-rendición...) hasta hacerse insoportable al llegar a ese lugar seguro, esa ciudad siempre limpia, en la que nada huele, ni bien ni mal, en la que todos deben ducharse, en la que todo es transparente. Todo se expone. Todo está a la vista. Una metáfora de la sociedad actual, la nuestra, en la que todo está expuesto. El amor, el sexo, la soledad, el dolor, la mierda... Todo a la vista en ese mundo de cristal. En la transparencia absoluta. Ésa que dice mostrarlo todo y que, en realidad, se esconde a sí misma. Nada oculta tanto como la bandera de la transparencia. La transparencia como capa de invisibilidad. Una transparencia como la de los presos, que priva de la intimidad. Que condena a la vergüenza constante. Que pretende que no te plantees que tanto cristal pueda esconder algo. En la ciudad transparente, la de los vencidos, sólo cabe la rendición. Rendirse y asumir ese mundo de cristal. Rendirse y huir de la ciudad transparente. Rendirse.

"Nuestro optimismo no está justificado, no hay señales que nos animen a pensar que algo puede mejorar. Crece solo, nuestro optimismo, como la mala hierba, después de un beso, de una charla, de un buen vino, aunque de eso ya casi no nos queda. Rendirse es parecido: nace y crece la ponzoña de la derrota durante un mal día, con la claridad de un mal día, forzada por la cosa más tonta, la misma que antes, en mejores condiciones, no nos hubiera hecho daño y que sin más consigue aniquilarnos, si es que coincide por fin ese último golpe con el límite de nuestras fuerzas."

Título: 'Rendición'
Autor: Ray Loriga
Editorial: Alfaguara
Páginas: 216
Precio: 18,90€
Procedencia: comprado

Comentarios

  1. ¡Bueno, bueno...! Que bien suena este libro. Ya sabes que disfruto con lo raro, lo apocalíptico, los argumentos duros y distintos (que conste que solo me gusta en la ficción, en mi vida real quiero relax y tranquilidad, jeje). Porque sabes que me aburre lo de siempre. Así que muy probablemente la lea, porque además no ´he leído nada de este autor.
    Como siempre, una reseña genial, me encanta leerte.
    Un beso

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    1. Marian, si no has leído nada suyo quizás valdría la pena empezar por alguno de sus libros anteriores, sobre todo porque no sé si empezar con éste tiene vuelta atrás. Quizás empezar con éste condene a todos los demás. Aunque bueno, en realidad no lo sé, es sólo una sensación.

      Muchas gracias, Marian.
      Besotes.

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  2. Después de leer tu reseña me he ido a buscar más opiniones, me he topado con una entrevista, y... me he apuntado el título. Me ha parecido curioso que es un autor cuyo nombre me sonaba a bastante conocido pero en el que nunca me había fijado.

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    1. Caminante, a mí me gusta mucho. De hecho, me han entrado ganas de releer algunos de sus libros, de los primeros que leí, para comprobar esa sensación que he tenido de que su literatura se ha hecho adulta.

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  3. Acabo de leer uno que te deja parecido pero es más suave, casi diría que amable comparado con el mazazo de Loriga. En este caso no compro, y también me gusta que un libro venga a sacudirme y decirme despierta y mira de verdad, pero así tan bestia no. Vale que me ponga la realidad delante pero si puedo evitarlo, no dejo que me quiten la ilusión.
    Besos Dorothy Matheson

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    1. Norah, Loriga es un puñetazo con puño americano en el estómago. Y, sin embargo, no he podido dejar de ver algo ligeramente tierno en el protagonista, en ese hombre que ve su vida y su mundo desmoronarse y, a pesar de eso, sigue manteniendo el cariño. No lo desprecies del todo, es un novelón, cortito, pero novelón.

      Un besote.

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    2. Norah, si es defensa sólo digo una cosa: Amén.

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  4. Lo conocía solo de nombre, más que nada como guionista, pero no he leído nada suyo. Tu reseña me deja temblando. Veremos si me atrevo.
    Saluditos

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    1. Sorokin, pues es un novelón, de esos bien escritos, directos y que te tienen dando vueltas a la cabeza. Atrévete, anda, no te arrepentirás.

      Saludos.

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