Yo, Claudio


'Yo, Claudio', de Robert Graves | @martatorresmol


Robert... Cariño... ¿Cómo me haces esto? ¡Lo que me ha costado acabar 'Yo, Claudio'! Bueno, perdón, lo que me ha costado comenzarla, porque acabarla, la he acabado rápido. En el momento en el que Tiberio y después Calígula se hacen con el poder de Roma, todo ha ido como la seda. Páginas y páginas y horas y horas como si fueran un suspiro descubriendo la depravación y las conspiraciones del círculo imperial. Esa escalinata por la que se suceden los cadáveres... Esos venenos administrados durante años... Esos asesinatos... Esos destierros... Ese despilfarro... ¡Apasionante! Pero... ¿y antes? ¿Por qué no podías explicarlo todo como ese último tercio del libro? A ver, Robert, cariño, yo te quiero igual, pero creo que en el inicio de esta novela que, además, se supone que es tu gran obra (eso dicen), has patinado un poco (alguien a quien quiero afirma que este libro tuyo es, sencillamente, "malo"). Yo, que precisamente por todas las alabanzas que ha recibido, la había ido dejando para el final... Me he quedado un poco fría. Con lo que me divertí con 'La hija de Homero'... Si hasta pensé en llamar Nausícaa a una hipotética hija. Aún recuerdo aquel verano adolescente en el que supe de ti, de tus 'Mitos griegos', que devoré tomando notas, obsesionada por que no se me olvidara nada, tras lo que me lancé con ansias a 'El vellocino de oro' cuando lo ví en Círculo de Lectores. Cogí tu falsa autobiografía de Tiberio Claudio con ganas, en unos días de vacaciones de este verano tan extraño, en mitad de unas semanas complicadas, convencida de que serías sino una salvación, sí una evasión momentánea, que no es poco. Pero me ha costado. Hasta que no he llegado a Tiberio, me ha costado. 

Hasta ese momento me has parecido denso. Demasiado. Como nadar en una piscina de toffee endureciéndose. Interesante, sí, pero denso. Me pregunto si la sensación hubiera sido igual si, en vez de comenzar por tus inicios hubieras empezado por el momento en el que acaba el libro, cuando, sin pretenderlo ni esperarlo ni buscarlo, con cierta molestia, de hecho, te conviertes en emperador de Roma (esto no es un destripe, es Historia) tras el asesinato de Calígula, ese niño que se paseaba por los campamentos militares como si fuera uno más y que media Roma adoptó como mascota sin conocer su maquiavélico fondo. Y no será porque a lo largo de las casi 500 páginas no haya historias interesantes... Como la de tu matrimonio con esa mujer que detestabas. O la de tus concubinas que eran más esposas que tu propia esposa. O tu encuentro con Livio y Polión, aficionados, como tú, a la historia. O los mensajes secretos escritos con leche. La descripción del año en Cartago. Las supersticiones de Germánico. El miedo a ser llamado ante el emperador. Las campañas militares. Los tejemanejes para volver a llenar las arcas públicas dilapidadas en animales exóticos y pomos de oro. La de las islas artificiales hechas con miles de barcos requisados, madera y tierra. Los presos en las cárceles, con el agua y la comida medida para que justo sobrevivan. El circo y los gladiadores. Los bailes de madrugada en la habitación de Calígula... Pero es que... algo falla. Y sí, ya sé que millones de lectores han alabado esta obra tuya, pero yo, Robert, cariño, me sigo quedando con 'La hija de Homero', que sí leí en un par de tardes, que no pude separarme de ella hasta la última palabra, en la que escogí un nombre para una hipotética hija... 

"Yo, Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico Esto-y-lo-otro-y-lo-de-más-allá (porque no pienso molestarlos todavía con todos mis títulos), que otrora, no hace mucho, fui conocido de mis parientes, amigos y colaboradores como 'Claudio el Idiota', o 'Ese Claudio', o 'Claudio el tartamudo' o 'Cla-Cla-Claudio', o, cuando mucho, como 'El pobre tío Claudio', voy a escribir ahora esta extraña historia de mi vida. Comenzaré con mi niñez más temprana y seguiré año tras año, hasta llegar al fatídico momento del cambio en que, hace unos ocho años, a la edad de cincuenta y uno, me encontré de pronto en lo que podría denominar 'la jaula dorada' de la cual jamás he podido escapar desde entonces."

Título: Yo, Claudio
Autor: Robert Graves
Traductor: Floreal Mazía
Editorial: RBA
Colección: Novela Histórica
Páginas: 466
Precio: 1,95€
Procedencia: comprado


Comentarios

  1. Yo vi la serie con mi abuelo y por eso me gustaba, igual que las pelis de Jerry Lee, o una serie que nadie más en el mundo recuerda, Capitolio.
    En fin, que a mí las de romanos me las das en Cinemascope, y con esos doblajes de antes, que a nadie se le ocurra remasterizar ese sonido.
    Pero eso, que con libros que a los fans se os hacen pesados, yo ni lo intento.
    Besos, Dorothy Posteguillo

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    Respuestas
    1. Sí, la serie recuerdo vagamente haberla visto, aunque fuera de refilón, de muy niña. Pues no. No recuerdo Capitolio, pero con ese nombre imagino que va sobre intrigas políticas. Yo soy muy de las películas de romanos y sí, me pasa con ellas como con las películas clásicas de Disney, que cuando en un DVD le pones verlas en castellano cortocircuitas y vas a buscar aquellos maravillosos doblajes latinos que te llevan a tu infancia. Todo el mundo habla bien de este libro, pero a mí se me ha hecho un poco pesado. Prueba 'La hija de Homero', es más cortito y con una de esas mujeres que nos gustan, de las que se lían el peplo a la cabeza y que arda Troya, nunca mejor dicho.

      un besazo.

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  2. En primer lugar, felicidades por la reseña. Esta obra, que permanece un poco olvidada en el estante imaginario que debería contener todos los títulos sobre novela histórica, merece especial atención, sobre todo para los amantes de la antigua Roma y sus historias. El autor reconstruye una época romana sumamente interesante, los inicios del imperio desde el punto de vista de Claudio, un emperador nombrado por casualidad y contra la voluntad del propio interesado. La narración es densa, sí, pero casa perfectamente con los acontecimientos narrados. La óptica es más bien palaciega, las guerras y sucesos externos al palacio imperial se relatan de pasada. Lo importante aquí es la vida de Claudio y su ascenso al poder sobreviviendo a un tiempo cargado de incertidumbre en el cual la ambición o los celos podían ser causa de muerte. Una obra como digo imprescindible para los amantes de Roma. Salu2 y buenas lecturas.

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