La Casa Holandesa


La Casa Holandesa, de Ann Patchett (Alianza) | @martatorresmol
(El cuadro que aparece tras el libro es obra de mi hermana Sandra, la artista de la familia).

Dos hermanos. Sentados en un coche aparcado en las afueras de Filadelfia. Fumando. Mirando la que fue su casa. La Casa Holandesa. Una mansión de tres pisos en la que crecieron y en la que descubrieron, siendo poco más que niños, que todo aquello que crees seguro está anclado con papel de seda. Dos hermanos observando desde dentro de un viejo y destartalado coche la vida que ya no tienen, lo que perdieron, y que ahora, sin que hayan podido hacer nada, pertenece a otros. Dos hermanos que se tienen el uno al otro y que siguen apostándose, adolescentes, jóvenes, adultos, maduros... frente a esa casa que lo fue todo para ellos. Y que lo sigue siendo. Ésa es la historia que cuenta Ann Patchett en 'La Casa Holandesa'.

Ese lugar, la casa, es un personaje más. Es, en realidad, el personaje. La protagonista. Ese lugar de infancia en el que pasó todo aquello que convierte a Maeve y Danny, los hermanos, en las que personas que son. Maeve, la mayor, la responsable, la que cuida de Danny, el pequeño, el soñador,  desde que su madre los abandonó, dejándolos con un padre que no sabía quererles y en una casa gigantesca, ideada para grandes bailes y visitas de alcurnia, en la que sólo viven dos niños, un hombre preocupado por sus negocios y dos empleadas, una una cocinera y una ama de llaves, que adoran a esos pequeños príncipes destronados tras la muerte de su padre por una madrastra que no les dejará más que la ropa y ese coche destartalado desde el que, a pesar del paso de los años seguirán observando la que un día fue su casa. Imaginando qué vidas acogerá. Y qué habrá pasado con las altas molduras azules de los techos, el banco junto a la ventana de la habitación que daba al jardín, el salón de baile del tercer piso...

Contada casi con un tono de cuento, 'La Casa Holandesa' tiene cierta brisa (no llega a ser un aire) dickensiana. Esos huerfanitos... La gente mala... Un lugar que es mucho más que un espacio... La gente buena que les echa una mano... Es una historia sobre cómo salir adelante, sobre la importancia de tener a alguien, sobre cómo a veces el pasado perdido es al mismo tiempo una obsesión y aquello que te mantiene cuerda. Pero es, sobre todo, una historia sobre el amor entre hermanos. Pase el tiempo que pase. Ocurra lo que ocurra. Se cruce lo que se cruce en el camino. Ni los tiempos de silencio ni las discusiones ni el amor. Nada puede con la conexión de Maeve y Danny, esos dos hermanos que, año tras año, vuelven a sentarse en un coche destartalado. Aparcado en las afueras de Filadelfia. Fumando. Con las ventanas bajadas. Mirando la que fue su casa. La Casa Holandesa.

"En los retratos, los señores VanHoebeek, que no tenían nombres de pila conocidos, aparecían entrados en años, pero no ancianos. Ambos vestían de negro y mantenían una pose formal y erguida, reminiscente de otra era. Eran dos retratos enmarcados independientemente, pero se veía a los cónyuges tan cerca el uno del otro tan casados, que yo siempre pensé que originalmente debió de ser un único retrato que alguien cortó en dos. Andrea había inclinado hacia atrás la cabeza para escudriñar esos cuatro astutos ojos que parecían seguir a los niños de la casa con mirada reprobatoria, sin importar en qué sofá se sentasen. Maeve, sin hacer ruido, me metió un dedo en la axila para hacerme cosquillas, pero conseguí aguantarme. Todavía no nos habían presentado a Andrea, quien, desde atrás, se nos hizo diminuta y elegante con su vestido con cinturón y un sombrero oscuro no mayor que un platito de postre, prendido con una horquilla al pelo claro. Yo me había educado en un colegio de monjas y sabía que si me reía podría avergonzar a los invitados, y eso no era buena idea. Andrea no tenía manera de saber que esas personas que aparecían en los cuadros venían con la casa, que todo lo que había en la casa venía con la casa".

Titulo: La Casa Holandesa
Autora: Ann Patchett
Traductor: Miguel Marqués Muñoz
Editorial: Alianza
Páginas: 392
Precio: 18€
Procedencia: Bookish



Comentarios

  1. Hola!! Pues ya la había apuntado. Y quiero leerla, pero ya va a tener que ser después de, porque no me hice con ella. Me gusta mucho el aire a clásico, la situación, la historia y seguro que me caerán bien los hermanos. Me recuerda un poco a Flores en el ático, salvando las distancias.
    Un besote, Dorothy Andrews

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    1. Norah, creo que eso de tener que esperar para leer algunos libros nos ha pasado a muchos. Yo, ahora, me arrepiento de no haber comprado algunas de esas "novelas de aeropuerto", que es como llamo a esos libros que se leen fácil y rápido y que suelo comprar en los aeropuertos. Me ayudarían en estos momentos en los que necesito evadirme. Creo que te gustará el libro. Y que te caerán bien Maeve, sobre todo Maeve, y Danny.

      Un besazo.

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  2. Ésta no me sonaba. Y es d esas historias que suelen gustarme mucho, así que tomo buena nota.
    Besotes!!!

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    1. Margari, es de esas historias familiares que te permiten ver a través de una mirilla en las vidas y las relaciones de otras personas.
      Ya me contarás.

      Un abrazo.

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  3. Ya veo que sigue el tío que propone venderte tarjetas fraudulentas para estafar a los cajeros. A mí solo me llaman de DHL para decir que tienen un paquete y que les pague 3 euros. Qué pobretes. 3 euros.
    Pero bueno, voy al comentario. Un caserón enorme, con dieciséis habitaciones, tres pisos, y dos niños: mi hermano y yo. Ahí se acaba toda la semejanza con el libro, pero me ha despertado un eco lejano.
    Por cierto tu hermana pinta muy bien.
    Besotes

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    1. Sorokin, ¡anda que si me diera por delinquir me iba a fiar de alguien que te contacta por el blog! Los de DHL me los conozco, también. ¡Qué grandes nos parecían de niños los caserones! ¿No?
      Mi hermana pinta estupendamente, una virtud que ahora emplea íntegramente para la arquitectura.

      Besines.

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  4. Pensé que el cuadro formaba parte de la cubierta ¿??!! Creo que tanto tiempo encerrada me está empezando a pasar factura. Pinta genial eh? Qué habilidad. En cuanto al libro, mira que parece atractivo pero no sé por qué, no me resulta muy allá. Si es que también ando medio apática,... En fin, besos.

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