'La cena': las arcadas


@martatorresmol

¿Qué sería alguien capaz de hacer por un hijo? ¿Hasta dónde podría llegar? Son algunas de las preguntas que plantea 'La cena', de Herman Koch, una novela que he leído sin pestañear y soportando las arcadas que me provocaba página tras página. Y no por los maravillosos platos que pasan por la mesa de ese restaurante de postín sino por sus comensales. Por todos y cada uno de ellos. Por lo que piensan, por lo que hacen, por lo que esconden y, sobre todo, por cómo quieren. O creen querer. Que no es lo mismo. Porque esa primera pregunta ("¿Qué sería alguien capaz de hacer por un hijo?") es, en realidad, una trampa. Una engañifa. Porque, en realidad, no engañan, esconden, atacan, mienten y pelean por un hijo, sino por ellos mismos. Por la imagen. Por las apariencias. Por el qué dirán. Por mantener un estatus. Por la crueldad y el salvajismo que puede haber tras una cortina civilizada. Ésa es, al menos, la conclusión a la que, después de semanas de darle vueltas a esta novela, he llegado.

Koch es un maestro. Con los tiempos. Con las palabras. Con los personajes. Con los espacios. Consigue que casi 300 páginas, sin apenas salir del comedor de ese restaurante, se hagan cortas. Y que vayas cambiando tu forma de ver (y de no entender) a los protagonistas con una maestría que sólo le he visto a Carol Reed en su versión cinematográfica de 'El tercer hombre', inspirada en la novela homónima de Graham Greene. Pasamos de ver a dos padres y dos madres de adolescentes que han quedado, son hermanos y cuñados, para cenar civilizadamente y hablar de una travesura de sus hijos. Una velada para analizar situaciones, encontrar culpables, buscar soluciones. Una velada en la que sale a flote toda la mierda. De las familias. Y de la sociedad occidental. Los prejuicios. El racismo. La aporofobia. El desprecio por aquellos que no son iguales a uno. La soberbia. Los malos tratos. La crianza de hijos tiranos. Adolescentes sin valores. O con unos valores muy pervertidos. Porque la travesura que han cometido esos hijos de esas dos familias bien que se encuentran en un restaurante elegante, de platos caros y clientes forrados de dinero, ha sido quemar a una indigente que se había refugiado en un cajero automático para pasar la noche a salvo del frío. Una fechoría que ellos no consideran importante, al fin y al cabo, era una indigente. Que esconden. Lo mismo que hacen sus padres, unos al reconocerlos en la grabación del cajero y otros al descubrir el vídeo en sus móviles.

En la cena, en realidad, se habla poco de esto. Todos dan vueltas y más vueltas. Plato tras plato. Porque ninguno quiere reconocer que sus hijos no son como deberían ser. Que ellos lo saben. Que lo han ocultado. Que son responsables de ello. Y que, en el fondo, piensan exactamente igual que sus retoños. Para todo esto nos sirve esa cena, para que Koch vaya atrás y adelante mostrándonos cómo son esos cuatro comensales tan civilizados y tan ricos y tan de clase media alta y tan educados y tan bien considerados. Y no puedes dejar de sentir arcadas.


"Íbamos a cenar en un restaurante. No diré en cuál, porque si lo digo puede que la próxima vez esté lleno de gente que quiera ver si hemos vuelto. Había reservado Serge. De las reservas siempre se ocupa él. El restaurante es uno de esos a los que hay que llamar con tres meses de antelación, o seis u ocho, ya he perdido la cuenta. Yo jamás querría saber con tres meses de antelación adónde iré a cenar una noche determinada, pero parece que hay gente a quien eso no le importa nada. Si dentro de unos siglos los historiadores quieren saber cuán idiota era la humanidad a comienzos del siglo xXI, no tendrán más que echar un vistazo a los ordenadores de los llamados restaurantes selectos, porque resulta que todos esos datos se guardan."

Título: 'La cena'
Autor: Herman Koch
Traductora: Marta Arguilé Bernal
Editorial: Salamandra
Páginas: 288
Precio: 17,50€ / 8,50€
Procedencia: comprado

Comentarios

  1. Se me erizan los pelos. Es la primera noticia que tengo de Herman Koch y del libro que cuentas, pero el caso de los adolescentes que queman un mendigo es un suceso cierto de hace unos años. No sé donde fue, tal vez en España y no sé si Koch lo conocía, pero suena parecido. Es tremendo que los "papás" (y "mamás") defiendan a semejantes asesinos.
    Saludotes

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    1. Sorokin, sí, por desgracia hay casos de gente sin hogar quemada por adolescentes en varias ciudades. De ahí surgió la idea de esta novela (que se ha llevado al teatro en buena parte de Europa), que analiza no tanto el hecho de los chavales, sino la reacción de los padres, cómo llegan ahí y los motivos por los que esconden y consienten. Es un texto muy revelador que muestra la sociedad que estamos creando.

      Saludos.

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  2. ¡Madre mía!!! No me extraña que no hayas dejado de sentir arcadas. Es tremendo...
    Respecto al libro..., no sé si me animaré porque creo que puede pasarme como a ti
    Besos

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    1. Marian, las arcadas son buenas. Me parece fascinante que un libro pueda hacerte sentir así y que ponga a la sociedad frente a un espejo tan crudo. Vale la pena el mal rato.

      Un besote.

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