La rebelión de las camareras de piso



@Martatorresmol

Marta Torres Molina | Diario de Ibiza (04/12/2016)
Quince camareras de piso, Kellys, como se han autodenominado en la lucha por unas condiciones laborales dignas, aguardan frente al edificio de los sindicatos. En un primer momento, se muestran un tanto cautas a hablar, pero cuando se les garantiza que no se publicarán sus nombres, se relajan. Y se sueltan. Tienen ganas de hablar. De denunciar su día a día, lo que sufren mientras sacan brillo (físicamente) a la hostelería de Ibiza. Son quince, pero la voz es la de una sola, porque las historias, no importa el hotel ni la categoría, son calcadas.

«No nos pagan las horas extras», afirma una, la primera en atreverse a hablar, un comentario que actúa como pistoletazo de salida. Las voces y comentarios se solapan. Están juntas. Unidas en una misma lucha. Por ellas mismas, por sus derechos y por su dignidad como trabajadoras.
Parecen sacudirse los miedos unas a otras. Una apunta: «Nos prohíben dar parte a la mutua cuando tenemos un accidente en el trabajo. Dicen que tenemos que ir al hospital». «Así se ahorran la investigación», continúa otra. «Si estás contratada hasta las tres, no acabas hasta las cinco. El seguro no cubre lo que te ocurra en esas dos horas», continúa una tercera haciéndose oír por encima del barullo que se ha formado mientras esperan la reunión con la eurodiputada de Izquierda Unida Paloma López.

Todas, las quince, aseguran que hacen horas extras que no les pagan ni les devuelven en tiempo. La mayoría están contratadas para menos horas de las que en realidad hacen. Eso sin contar el tiempo extra al que se ven obligadas si quieren mantener sus puestos de trabajo. Ninguna de ellas ha notado los efectos de la buena temporada ni del incremento de las plazas hoteleras de cuatro y cinco estrellas. En el sueldo, porque sí lo han notado en otros aspectos. Han tenido mucho más trabajo. Y más complicado. A lo que los hoteleros llaman habitaciones «premium» algunas las llaman, irónicamente, «bombones».  (Seguir leyendo)


Comentarios

  1. Incomprensible que no haya leyes que protejan a los trabajadores más débiles. Y luego las ves por los pasillos y te ponen buena cara a pesar de todo, dejan las habitaciones impecables y son muy amables. Lo de que algunas no tengan ni carrito para la lencería ya es el colmo.
    Espero que los que deben arreglarlo hagan algo por ellas y no les den una palmadita en la espalda y se olviden.
    Si me permites una frivolidad, el inicio de la crónica me ha recordado a "Criadas y señoras".
    Besos, Marta.

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  2. Y así va el país... Y luego dicen que hay más trabajo, pero, ¿en qué condiciones? Si hasta en este sector, que dicen que va al alza, tratan así a sus empleados...
    Besotes!!!

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  3. Yo que llevo casi una década de hotel en hotel, siempre me he encontrado con lo mismo. Son la parte más vital, y sin embargo la menos reconocida y valorada de todo el hotel. Ocurre incluso a nivel interno, donde es más sangrante aún porque todos vemos lo que pasa cada día y sabemos que son el motor de casi todo.

    Hay que legislar, pero sobre todo hay que asimilar su situación y comprenderlas. Escucharlas es el primer paso, y es algo que inexplicablemente hemos tardado demasiado en hacer, en general

    Crónicas como la tuya consiguen precisamente que sus voces lleguen al público en general. Seguramente no es nada, sólo una chispa, pero todo fuego empezó en una chispa. Ojalá, aunque sea poco a poco, las cosas empiecen a cambiar.

    Un besote, ¿lo de decirte que haces una gran labor es redundante? ;)

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