El gato que llegó sin bigotes


Llegó a casa sin esperarlo. No tenía bigotes y se los pusimos en el nombre: Dalí. Fue el primer animal de verdad que entró en mi vida (pájaros, tortugas, hámsters asesinos y animales que no responden cuando les llamas no cuentan) después de la gata Chispas, que merodeaba por el club de tenis en el que trabajaban mis abuelos. Creo que en el fondo él sabía que yo era más de perros, pero eso no le impedía dormir cada noche sobre mis piernas cuando se encontraba el resto de habitaciones de la casa cerradas. Lo de los bigotes era temporal. Le crecieron, blancos y larguísimos. En los últimos años parece que lo de mi preferencia canina dejó de importarle. Venía corriendo a verme cuando llegaba a casa de mis padres, se tumbaba conmigo en el sofá de la terraza y hasta acercaba su cabeza para que la rozara con la mía una y otra vez. Hace unos días lo vi dormirse para siempre. Nunca creí que me doliera tanto perder al gato que llegó sin bigotes.

Comentarios

  1. Como tú sabes, el cariño se mide por el grado de entrega incondicional...por eso Dalí o Merlín fueron gatos queridos...porque sobrevivieron a otros menos afines a que un animal puede dar mucho a otro animal, con la diferencia de que el segundo siente y padece manifiestamente... cosas de la naturaleza

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