Lo que le falta a mi patio



Hay lugares que te marcan. El instituto es, sin duda, uno de ellos, aunque mientras estás allí preocupado por parecer un adolescentes rebelde, popular, con amigos, alternativo y diferente al resto no te das cuenta. Hoy el trabajo me ha llevado de nuevo a mi antiguo ‘insti’. He cruzado la puerta de barrotes amarillos, he caminado por los jardines hasta el hall y he mirado dentro, como con miedo, a ver si todo seguía igual. ¡Qué manía tenemos con que las cosas no cambien! He atravesado por la gigantesca cafetería para llegar al gimnasio aunque no era necesario. No ha cambiado mucho, la verdad. De repente, sentada en el mismo banco en el que pasé los recreos durante cuatro años me he dado cuenta de que me faltaba algo. Alguien. María. Todavía recuerdo las primeras palabras que nos dirigimos y hasta cómo iba vestida el primer día de instituto. Ahora está lejos. Y la echo de menos.

Comentarios

  1. Pienso en el instituto y me vuelven más malos que buenos recuerdos. Y los amigos... quién sabe dónde andarán.

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  2. ¿Malos recuerdos? Claro que los hay: el granito por el que te querías quedar en casa sin salir, la inseguridad, las peleas constantes con tus padres, los profesores capullos y/o inútiles, los compañeros cabrones, la sensación de estar siempre perdida, las dudas sobre si hacer salera o no, los exámenes sorpresa… Claro que hay muchos malos recuerdos y muchos 'amigos del alma' de los que no sabes nada (ni quieres saber nada) pero al entrar en el instituto yo, pesimista crónica, sólo recordé algo bueno.

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  3. tot canvia, les pedres no es mouen, pareixen les mateixes, però tb són diferents... visca el pas del temps!

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