La cosmética mata


La cosmética mata, o al menos lo intenta. No se trata de un rollo metafísico y ecologista que pretenda sustituir la crema hidratante por aceite de oliva, la espuma del pelo por merengue o las colonias por un frotis de hojas de lavanda. Tampoco de imaginarse a nadie con la sonrisa desencajada y la piel blancuzca pintada con polvo de arroz por una geisha yonky. No es que el Joker haya vuelto para acabar con la humanidad a golpe de laca tóxica. Nada de esto. Se trata de un intento de asesinato de los de verdad. Por la espalda y con nocturnidad. Decenas de botes cayendo al suelo mientras el armario se desploma. Tapas de oro. Letras de plata. Botes de colores. Y muchos cristales. Medio segundo de lluvia. Bellísima imagen que se proyecta una y otra vez a cámara lenta en la pantalla de mis párpados cerrados. Las cosas bonitas tienen la desfachatez de ser bonitas siempre. Incluso cayendo al vacío rumbo al desastre.
Recuperada (y viva) después del susto no puedo más que pensar…
¿Querrá el cosmos decirme que estoy abusando del contorno de ojos?
¿Que no pasee a oscuras por el baño?
¿Quizás que no cante a las siete de la mañana animada por el alegre ronroneo de la ducha?

Comentarios

  1. ¿Qué se canta a esas horas? Es más, ¿a esas horas es posible cantar? Añado, ¿por qué cantas alegre a esas horas?

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  2. Pues ese día en concreto estaba cantando 'Stay', de Lisa Loeb. Algo triste y rabioso, ideal para esos días en que te levantas pronto (aquí debería poner 'cuando te obligan a levantarte pronto'). Sí, es posible cantar a esas horas. ¿Hay alguna hora a la que no se pueda? Además, si te gusta cantar y no quieres que tus compañeros de trabajo piensen que estás loca hay que cantar en los pocos ratos de soledad. Vaya, que sólo puedes hacerlo nada más levantarte. Eso, o cantar mientras duermes.

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